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Conocé a Femigangsta, la influencer zapalina que es furor en las redes

Artista e influencer. Creció en Zapala hasta que se fue a Buenos Aires a estudiar Abogacía. Referente feminista, en 2019 se largó a la música y este año va a presentar un libro. "El feminismo te cambia los lentes con los que mirás la vida", consideró.

Por Paula Bistagnino - Especial

Femigangsta tiene más de 200 mil seguidores en Instagram y otros 75 mil en Twitter. Pero la mayoría, ellas son muchas más, no conocen el nombre de la chica detrás de ese alias artístico que se convirtió en lo que hoy se llama “influencer” y que, en su caso, no tiene que ver con ser modelo ni actriz de la tele o hija de un famoso, sino con sus raps políticos y feministas.

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Se llama Agnes Simon y aunque su nombre suena poco local, ella es argentinísima y patagónica: nació y creció en Zapala, donde todavía viven su mamá y sus cinco hermanos, tres varones y dos mujeres. Ella es la menor de los seis y, sí, la rebelde de la familia. El nombre se lo debe al origen de su papá, Ladislao, un austríaco con raíces húngaras que llegó de chico a Buenos Aires en barco porque su familia huía de la Segunda Guerra Mundial y después eligió Neuquén para vivir y ejercer como abogado. Profesión que Agnes heredó: aunque nunca fue a tramitar el título –ahora se lo está haciendo una amiga-, hace dos años se recibió de abogada en la UBA.

“Agnes es Inés, y en toda esa zona de Europa es re común. Es como llamarte Agustina. Y se dice así como se escribe: ni Agnés ni Añes”, explica Femigangsta, autobautizada así “en chiste” con un amigo en sus comienzos. “Nos preguntábamos qué género musical era el que yo hacía, con bases de hip hop y letras políticas y feministas. Y empezamos a joder con eso. Ya está, tengo una muy amiga que me dice ‘femi’. Así que ya tiré la toalla. Aunque me gustaría tener un nombre artístico un poco más pensado”, cuenta.

Tampoco le preocupa tanto, porque ahora está ocupada en producir y trabajar: el año pasado salió de las redes para meterse en la industria musical y presentó tres temas: “Voy” –en el que participa Ofelia Fernández- y con video sobre las movilizaciones masivas por la legalización del aborto; “Pajaritos” (no es ella la que baila en el video); y “Ya sé”, producido por Miss Bolivia y basado en las respuestas de once personas a preguntas sobre el amor, la vida, la familia, las relaciones. Y ya tiene listos dos más para el verano: “Matar” lo va a presentar este mes y “Mediocre”, en febrero. “El primero es el single antiverano y el segundo el single anti-San Valentín”, adelanta. Pero además está preparando un libro, que saldrá en algún momento del año, editado por Random House Mondadori y por la escritora Magalí Etchebarne: ni novela ni cuento, relatos, textos cortos, poemas, de vivencias y miradas personales. Un poco lo que hay en sus videos y en sus canciones, pero algo más y en otro registro.

Yo no tuve formación ni militancia política. Yo me ubiqué en la palmera en el CBC

“Esto es lo que hice siempre”

Todo empezó con videos en una cuenta cerrada de Instagram porque no quería que su papá la viera. “Mi papá era una persona abierta y estudiosa, pero tenía ideas conservadoras. No de las rancias de Twitter, tanto no, pero todo eso que yo hago y digo, mis ideas políticas, mi mirada del mundo, están un poco en la otra punta de las que él tenía (falleció hace dos años). Pero en un momento decidí que tenía que enfrentarme a eso y decir, decirle: ‘Esta también soy yo’”, recuerda. Y lo que pasó fue que a su papá mucho no le gustó, pero las seguidoras y los seguidores se multiplicaron.

Entonces, ya casi tenía su título de abogada de la UBA. “Seguí la carrera un poco por mandato y otro poco por hacerle un regalo a mi papá. Como que fue un poco complaciente mi decisión, pero después me enamoré de la carrera, me encantó. Pero mi papá falleció una materia antes de que me recibiera y me enojé con la vida. Así que terminé y no fui más a la facultad. En el momento me emocioné por la recibida, porque fue un sacrificio grande, pero me desencanté por eso”, indica.

Hizo Derecho Penal y dice que su sueño es conocer al ex juez de la Corte Suprema Eugenio Raúl Zaffaroni y que le hubiera encantado ser alumna del presidente Alberto Fernández. “Lo de Zaffaroni es un trauma: todos en algún momento, o en muchos, lo vieron en la facultad, lo cruzaron, algo. Yo no. Y soy su fan absoluta”, reconoce.

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-En las redes todo empezó hace unos años, pero seguro se inició antes de eso.

Siempre, siempre fui esto. Siempre hice las mismas cosas. Es mi actividad, digamos. Mientras mis amigas cenaban con la familia, yo me hacía un mate o un té y me encerraba en mi habitación a ver toda la programación de Sony o Warner. Y me crié mirando series y sitcoms. Eso es lo que yo soy: toda la música, los chistes, las ideas que tengo, la ironía, el timing de hacer un chiste… Todo eso lo tengo. Y siempre que pasaban cosas malas en mi familia o a mis amigas, yo hacía una canción para hacer reír. También me gustaba mucho hacer historietas de humor y de cosas que tenía que estudiar y no me gustaban mucho, como geografía o los problemas, y me armaba historietas para entender y aprender.

¿Y cuándo se convirtió en algo para mostrar?

Lo empecé a hacer cuando tuve un teléfono con cámara. Pero, en realidad, antes también: con mis amigas nos disfrazábamos y hacíamos sketches y nos grabábamos. Quería hacer cosas para que la gente no estuviera triste o que por lo menos se riera de mí en medio de su tristeza. Me divertía lo que hacía Sebastián Wainraich, ponele. Y cuando tuve el teléfono, empecé a publicar en una cuenta privada, porque yo no quería que me viera mi papá, que me “stalkeaba”.

Femigangsta - PAJARITOS (Video Oficial)

-¿Qué era lo que no querías que viera?

Que cada vez soy más grosera… Creo que cuando una persona es chica, no tiene muchas herramientas ni opciones. Ves el mundo a través de los ojos de tu familia y de quienes te rodean. Lo que se dice en el almuerzo es la verdad: lo que se ve en la televisión y lo que dicen tus papás de lo que se ve en la televisión. Y yo sigo teniendo valores e ideas muy copadas de mis papás. Mi mamá tiene mucho sentido del humor y de la empatía, del sacrificio por el otro. De mi papá también: la austeridad, la simpleza, la no arrogancia, no creerte mejor que nadie y no mostrar lo que tenés como si eso fuera lo que sos. Todo eso lo tengo y es de ellos. Pero ideológicamente, políticamente, soy muy diferente. Y la distancia ideológica no la superamos. Pero nos queríamos mucho, aunque él venía de Austria y era un papá grande en cuanto a generación para mí.

-¿En qué momento te diste cuenta de la dimensión que tomaba lo que subías a las redes?

Yo creo que nunca terminás de darte cuenta de la dimensión. Claro que me doy cuenta de que más gente me sigue y ve mis cosas. Pero no pienso mucho en eso. Quizá algo que me impacta es cuando me llega una foto de alguien que se tatuó algo mío. Cuando pasan esas cosas es como que me quedo sorprendida. Es fuerte. Pero hay un montón de gente con re buena onda y eso es muy lindo.

-¿Buscabas ser una referente o influencer?

Va a sonar como que te estoy mintiendo, pero en realidad a mí la situación de protagonismo de mi cara no es lo que más me interesa. Digo que vas a creer que miento porque si vas a mi instagram, estoy yo y mi cara, claro. Pero como cualquiera. En cambio, de los tres videoclips que saqué hasta ahora, no estoy en ninguno. De verdad que siento que mis ideas no necesitan de mi cara para decirse. Cuando yo tengo que llevar a cabo algo audiovisual, pienso en qué pide la idea y no en cómo puedo salir yo como estrella, ultramaquillada.

-Es un poco inevitable y te deben decir que eso es lo que vende.

Sí, y eso me pasa con las chicas que a mí me gusta escuchar cantar, como Billie Eilish o Rasalía, pero con las que no me siento identificada con sus anillos, o la ropa carísima que tienen. Yo busco que la gente se pueda relacionar con lo que ve. Me enfoco más en los mensajes que quiero dar. Pero no hago las cosas pensando en figurar, y te diría que mi felicidad aumenta cuanto más tiempo estoy en mi casa y no aparezco en ningún lado. No me interesa estar todo el tiempo saliendo en todos lados. Yo trato de que las cosas sean siempre naturales, pero me cuido también porque siempre tengo en cuenta que hay chicas muy chicas mirando lo que hago. Trato de no mostrar lo que no es, de no hacer comentarios sobre las corporalidades. Me preocupa sobre todo el tema de la imagen y no quiero ayudar a esto de las metas artificiales que se ven cuando se ven fotos en redes de las personas.

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-Tus videos igual tienen un contenido político-ideológico fuerte y al que se le nota un trabajo. ¿De dónde viene eso?

Yo creo que, como decía, mucho viene de mi mamá y mi papá. Yo no tuve formación ni militancia política. Yo me ubiqué en la palmera en el CBC (ciclo de ingreso a la Universidad de Buenos Aires), cuando de verdad me puse a estudiar, me apasioné con profesores que eran apasionados de lo que enseñaban, me empecé a enamorar de autores, empecé a leer el diario y a indignarme leyendo cosas, empecé a incomodarme, digamos, y ahí se me despertó el interés por decir algo. Y también el feminismo fue en la facultad. Me anoté sin saber en una materia que se llamaba Derecho Penal y Género, y yo era la machirula de clase, porque no tenía ni idea de nada.

-¿Qué te dio el feminismo?

Yo cambié la relación con todas las personas que conozco. Es como ponerte otros anteojos para ver la vida y eso significa resignificar todo lo que viviste antes y poner reglas para cómo vas a vivir de ahora en más. Es algo muy heavy y por eso entiendo la resistencia que genera en muchas personas, porque es doloroso también. No es que el feminismo es poner unos corazones verdes y somos todas amigas. También significa ver que tuviste un novio que abusó de vos, que viviste una violencia que no correspondía en tu casa, o darte cuenta de que te acosan o maltratan en tu trabajo. Es otra manera de mirar el mundo.

-¿Cómo fue saltar de las redes a la música?

La verdad es que a mí me costaba porque me cuesta mucho hacer cosas en grupo. Soy medio rata de mi casa y de hacer todo sola. Y encontré a las mejores personas del mundo para que yo pudiera hacer esto: los chicos de Neüen Arte. Me los presentó Miss Bolivia, son sus productores, y ellos me producen el disco. Son las personas más talentosas que conozco y lograron revertir esto que te digo de mí. Es clave para que yo pueda dar este paso, que en un punto era lo que venía. Y surgió.

-Estuviste en Neuquén y Roca hace un mes con tu show. ¿Cómo fue volver para actuar?

Estuvo buenísimo. Porque voy bastante poco, una vez al año. Pero ahora se me juntaron dos viajes, porque fui a conocer a uno de mis nuevos sobrinos. ¡Tengo un montón! Tengo ocho y solo tres de mis hermanos tuvieron. Vos cerrás los ojos y hay un sobrino nuevo. Se ramifican. Y yo tengo terror porque hay mellizos en la familia, así que ahora mismo elevamos un rezo a quien sea que esté más allá de nosotros para que yo no tenga mellizos. Bueno, además fui a tocar y entonces fui dos veces seguidas y estuvo buenísimo. Fue hermoso que mis amigos pudieran ir y conocer el lugar del que soy. Los llevé a Zapala y a Neuquén.

-¿Cómo fue crecer en Neuquén?

Yo me siento muy agradecida de haber crecido en Neuquén. A mí me encanta Neuquén, y además de todos los recuerdos y vivencias que tuve, y mis amigas y amigos, todo eso, se me resignificó después de la muerte de mi papá. Él creció en Buenos Aires y cuando pudo elegir un lugar para ir a ejercer su profesión, se anotó en un sorteo en Neuquén y ahí conoció a mi mamá. El año pasado tuve la posibilidad de ir a conocer el lugar en el que mi papá nació, Innsbruck, y me pasó algo muy flashero con las montañas y el clima, de entender por qué mi papá había encontrado su lugar en Neuquén, de por qué él eligió Neuquén. Que es mi hogar, claro, pero entender que fue también el hogar de una persona que venía de muy lejos buscando un lugar en el mundo. Yo no sabía cómo era Austria, la verdad, y fue muy fuerte ver ese parecido. Así que ahora es todavía más especial.

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