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Rescató a su amigo de la calle, lo llevó a la obra y ahora venden churros en la Ruta 65

Daniel le da alojamiento y trabajo a Héctor, que la estaba pasando mal. Son plomeros y obreros que ahora sueñan con salir adelante con la venta ambulante.

Héctor dormía cómo y donde podía hasta no hace mucho. Varias y largas noches en las que zafaba en algún cuartito improvisado de las obras donde trabajaba o, en el peor de los casos, se resignaba a esperar el amanecer “en la terminal”, en una dura y desagradable circunstancia que le tocó afrontar.

Hasta que Daniel, un generoso plomero y gasista matriculado, lo rescató de la calle y lo llevó a su casa y “en lo que puedo le doy una mano”.

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La ayuda no se limita al alojamiento sino que abarca también el plano laboral. Primero le brindó empleo en la construcción y ahora lo puso al frente del flamante puestito ambulante de la ruta 65, en el que venden sabrosos churros rellenos, tortas fritas, alfajorcitos de maicenas y bizcochitos de grasa, entre otros manjares.

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Héctor vende churros, tortas fritas, alfajores de maicenas y bizcochos, entre otras delicias.

Héctor vende churros, tortas fritas, alfajores de maicenas y bizcochos, entre otras delicias.

“Le estoy muy agradecido, es mi patrón pero se portó como un gran amigo, que también lo es actualmente. Yo trabajaba en negro y quizá tenía la plata para pagarme un alquiler pero no la documentación que exigen”, destacó Héctor al hombre que se la jugó por él, en el mediodía de este miércoles.

Es la emocionante historia de dos laburantes que en tiempos de crisis se la rebuscan en distintos rubros para salir adelante. Con garra, fe y unión.

“Está todo caro, capaz que terminamos de vender churros y nos vamos a terminar algún trabajito en alguna obra”, reconoce Héctor.

“Más allá de que siempre fue un hobby hermoso para mí la elaboración de estas delicias, también lo hago con seriedad porque lo necesitamos para vivir. En un principio lo busqué como segunda instancia, pues necesitábamos un complemento pero ahora ya lo encaré fijo”, confiesa el impulsor del emprendimiento.

La historia del proyecto de los churros

Una idea que en verdad nació hace algunos años y tuvo a su compañera de la vida Miriam como gran aliada.

“Nos gusta hacer churros con mi señora, hace 4 ó 5 años que empezamos a elaborarlos, primero nos lanzamos de a poco por las redes, luego el famoso ‘boca a boca’. Nos entusiasmamos tanto que hasta llamamos a la Municipalidad para que nos habiliten un localcito, no se pudo esa vuelta porque nos faltaban algunas cositas, no nos dio el cuero jaja. Y ahora finalmente lo logramos”, repasa Daniel y resalta “la calidad de su producto”.

El mismo se acercó a un auto del cuál bajaron la ventanilla para consultar precios. Y les despachó media docena de churros y media de tortas fritas. “Son nuevos pero acórdate que vuelven”, infla el pecho al regresar.

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“Nos dieron el lugar ellos mismos, de la Municipalidad de Oro, hará poco más de 10 días. Soy plomero y gasista matriculado pero insisto, esto nos gusta más, lo hago con pasión”, admite el hombre de 60 años que llegó hace 10 desde Mar del Plata -por eso se llama Churros Mar el puestito- “sin nada, con lo puesto”.

“Una iglesia evangélica nos dio hospedaje hasta que me contrató la empresa Aspa, a la que estoy muy agradecido y luego me desarrollé como contratista. Y ahora que las obras bajaron un poco, en parte porque no estoy poniendo tantas energías allí pues a esta edad ya no me interesa tanto, apuesto y sueño con que crezca este proyecto”, blanquea su ilusión.

Por su parte Héctor nació en Bariloche y se vino hace bastante a Neuquén. Celebra esta nueva oportunidad laboral que se le presenta y no le afloja al laburo.

Los precios y el perfil de clientes

“Me gusta hacer de todo. Hoy por hoy para llegar a fin de mes hay que tener varias cosas al mismo tiempo. Me llevo bien con las ventas porque de chico trabajé en el rubro de atención al cliente”, cuenta el muchacho tras atender a una parejita.

En cuanto a los precios, indica: “La docena de churros está 6 mil pesos, la de tortas fritas 4000 y los alfajores de maicena los tenemos a 1.500 cada uno. Por suerte hay buena respuesta de la gente, se vende, nos estamos haciendo conocidos”.

Sobre el perfil de los compradores, afirma: “Gente que anda de paso, paran lo que son amantes del churro y también los fanas de las tortas fritas, en especial los que trabajan en las obras de acá cerca”, culmina. El muchacho que llegó con la casaca del Inter Miami a comprar parece ser uno de ellos -albañiles-.

Son los plomeros convertidos en churreros. Los nuevos emprendedores de la Ruta Chica. De una “obra de bien” nada puede salir mal…

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