El dramático testimonio de la mamá de un joven intoxicado en el tenedor libre cipoleño
Revela qué consumieron y los síntomas posteriores que derivaron en la internación de su hijo y del amigo: "Pudo costarles la vida". El local fue clausurado.
Como buenos amigos que son, Julián y Brian, ambos de 24 años, decidieron retomar un vieja costumbre y salir a cenar el lunes para pasar un grato momento en el centro cipoleño. Al estar con mucho apetito, eligieron el tenedor libre chino de la calle Miguel Muñoz, donde se suele comer abundante (y en exceso).
Jamás imaginaron que a las pocas horas los dos terminarían internados por intoxicación. Qué consumieron esa noche, cómo la pasaron después y la sospecha de que “quizá a un niño o un anciano con bajas defensas le costaba la vida” es lo que revela Lorena, la mamá de uno de los jóvenes afectados.
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Tras realizar una de las denuncias al 147 que derivó en la clausura del recinto gastronómico Bambú (en la inspección se encontraron “graves irregularidades”), ahora rompe el silencio mediáticamente a pedido de LM Cipolletti.
“El comió patitas de pollo con jamón y queso, una empanada, una porción de vacío, un chorizo y un helado de postre”, explica en relación al menú en el inicio de la charla.
“El martes, es decir a la mañana siguiente, yo estaba trabajando y él me llamó para avisarme que se sentía mal, que estaba con diarrea y mucho dolor de cabeza. Y cuando llegué del trabajo lo encontré con muchísima fiebre, descompuesto y decidí llevarlo al Policlínico de Cipolletti porque se lo veía muy descompensado. Allí lo hidrataron y volvimos a nuestro hogar pero el miércoles seguía mal, con diarrea de color muy feo y me había asustado bastante”, repasa cómo se desencadenó la pesadilla.
Su instinto de madre fue clave para poner a salvo a su tesoro más preciado. “Llamé a un médico que conozco de Leben Salud y me pidió que lo llevé a la Fundación Médica. Se quejaba mucho del dolor abdominal, tenía fiebre muy alta, no se la podíamos bajar con nada. Acudimos entonces a Leben, donde lo atendieron muy bien, le hicieron entre otros estudios una tomografía que demostró que había una infección intestinal por lo que había comido. Quedó internado y luego sí lo traje a casa un poco mejor. Le recetaron antibióticos y lo dejaron salir con la condición de que si seguía mal tenía que volver. Hasta ayer viernes estuvo con algo de fiebre y los médicos están en contacto conmigo en forma permanente. Hoy, por suerte, se encuentra un poco mejor”, asegura Lorena algo más aliviada.
Dramático: “Puedo terminar con la vida de una persona”
“Decidí denunciarlo de manera formal recién en las últimas horas porque antes estaba enfocada en la salud de mi hijo. Su amigo también está en las mismas condiciones. Hice la denuncia al 147 y Bromatología y actuaron en forma inmediata. Me comentaron que hubo varios casos similares. Me parecía justo que lo fueran a inspeccionar y así se dio la clausura porque tenían comida en mal estado, mal refrigerada. Deberían tener todo en condiciones, es un escándalo esto, uno paga y no te regalan nada... Esto pudo terminar con una gravedad mayor. Mi hijo tiene que ir al gastroenterólogo, hacerse varios estudios pero por suerte está bien, controlado”, agrega en su dramático relato.
Sumamente agradecida con la atención recibida de parte de los profesionales de la salud, destaca “a los médicos que lo atendieron bien y rápido. En ese mismo momento lo llamé a su amigo para saber cómo se sentía, le pedí que fuera a la clínica y fue asistido de la misma manera. También quedó internado, ambos estaban muy deshidratados”.
Por último, deja un valioso mensaje: “Concientizar a la gente, hay que tener cuidado donde uno va a comer. Este lugar ya había sido advertido. Mi hijo es fuerte, va al gimnasio, a taekwondo pero si le pasaba a algún adulto mayor, niño, o persona con defensas bajas podía haber terminado con la vida de un vecino. Esperando que mi hijo salga de toda esta situación, me contacto gente contándome que desde el domingo habían ido al mismo restaurante y les había pasado lo mismo”, culmina la mujer que ahora atiende a Juli en la vivienda del barrio Luis Piedrabuena.
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