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Caso Agustina: ¿Crimen perfecto o justicia imperfecta?

Se cumplió un mes del brutal asesinato de Agustina Fernández en Cipolletti y la causa parece navegar en un mar de dudas.

La estudiante de Medicina fue brutalmente atacada el sábado 2 de julio en un departamento de calle Confluencia al 1300, en la zona Este de Cipolletti. Ocurrió justo cuando quedó sola, alrededor de las 20. Nadie escuchó ni vio nada, ni siquiera la media docena de cámaras de seguridad que irónicamente resguardaban la zona.

Pasa el tiempo y la esperanza de encontrar a el, o los culpables, parece desvanecerse. Es que el transcurrir de los días en una causa tan compleja como esta no sólo borra evidencias, sino también la memoria.

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De la investigación poco se sabe, en parte porque las autoridades judiciales están trabajando bajo un hermetismo pocas veces visto, o quizás porque en realidad no tienen más que decir que "no hay avances".

De las casi 200 horas de filmación que se analizaron, no se pudo encontrar nada. Es que de las cámaras de seguridad que forman parte del sistema de videovigilancia del Estado (911 Emergencias), una no funcionaba y la otra apuntaba casualmente hacia otro sector. Peor aún; las cámaras particulares del complejo de departamentos estaban de adorno porque no grababan. Sólo pudieron peritar dispositivos alejados a la escena del crimen.

Los vecinos tampoco pudieron aportar muchos datos porque no escucharon ni vieron nada raro, como si nada hubiera pasado. Pero allí, en ese lugar, asesinaron a golpes a una joven que presentaba signos de haberse defendido de sus agresores: tenía la mano destrozada.

Como si fuera poco, un identikit difundido por la Justicia días después del ataque en la que se mostraba el rostro del supuesto sospechoso aportó más dudas que certezas. ¿Cuántas personas hay con un tatuaje de un número 10 y cuatro cruces en el ojo izquierdo? Dudo que sean varias, y hasta dudo que sean más de una.

Pese al dibujo con rasgos muy particulares, para no decir únicos, y una recompensa de un millón de pesos, nadie aportó información concreta.

¿Y Pablo Parra, el dueño del departamento? Parece que su cuartada supo ser perfecta, o cierta, porque no hallaron ningún indicio de su participación en el crimen. Se corroboró que estuvo en los lugares donde dijo, y tampoco se encontró un móvil. La pericia genética al cuerpo de Agustina lo descartó como autor material porque el material analizado, pese a ser de un hombre, no corresponden con él. Sin embargo esta línea nunca se descartó oficialmente.

Pasó un mes y la causa parece estar en foja cero. No hay detenidos, no hay sospechosos, no se conoce con certeza el móvil y ni siquiera existe una línea de investigación firme. Es más, hasta su carátula es dudosa: se investiga un homicidio criminis causae (robo seguido de muerte) pero bajo la calificación legal de femicidio.

Lo único que por ahora no tiene dudas es la fuerza de su madre, Silvana Cappello, que pese a sufrir la pérdida de su hija no se da por vencida. Ni tampoco está en duda el acompañamiento de toda una comunidad, harta de llorar a sus mujeres. Lo que sí está en duda es la confianza en el sistema judicial, quienes tienen la enorme tarea de proteger a sus ciudadanos. Ellos tienen la posibilidad, y el deber, de explicar qué pasó con Agustina, porque el crimen perfecto no existe.

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