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Un vínculo sin tiempo

Acerca de la amistad se han escrito muchas cosas, pero nada es mejor que un buen ejemplo.

Por: Gladys Azpeytía

Amelia Lacuentegui, prolífica escritora de Cipolletti, compartió su historia de vida.

Llegó el 20 de julio y los mensajes y regalos de todo tipo circulan por ahí. Pero la amistad es un sentimiento que no tiene forma de captarse en el valor de un obsequio fabricado en serie. Es por eso que quisimos rescatar el sentido de la amistad de la mano de una artista local, Amelia Lacuentegui, quien accedió a compartir su vínculo con Patricia Baños, su «hermana elegida» como la denomina.
Una relación amistosa es algo único, compuesto de lo que somos y de lo que otro es. Es original e irrepetible, alimenta, entusiasma, devuelve la fe. Esa persona a la que le damos el lugar de amigo desde el corazón, no tiene parangón. Emociona saber que está ahí, porque no importa la distancia ni el tiempo; su presencia ahuyenta la soledad. Así podría resumirse la impresión que dejó la entrevista íntima con Lacuentegui y Baños.

Encuentro y reencuentro
«Ella (por Lacuentegui) se acuerda de mí, pero yo de ella no», afirmó Baños cuando empezaba a relatar el momento en el cual se vieron por primera vez.
Fue hace 29 años, en la oficina de Acción Social del municipio. Baños había sido convocada para integrarse al equipo de trabajo, pero nadie parecía recordar que estaba en el lugar. «La habían dejado ahí, sentada sola. Yo estaba atendiendo», recordó Lacuentegui, detalló: «Entonces la llamé para que se acercara para poder explicarle las cosas». Así fue el comienzo, casual como todas las veces que conocemos a alguien. Sin embargo, se trató de un momento que no tardó en llenarse de recuerdos.
Pero no de los que vendrían, si no de los que fueron, porque Baños y Lacuentegui se habían visto siendo pequeñas, y desconocían que tenían anécdotas en común que transformaron el encuentro en un reencuentro.
«Cuando era chica yo no quería comer otro helado que no fuera el de Lacuentegui», recuerda Baños con emoción haciendo referencia al padre de Amelia. «Y a mi papá le cortaba el pelo el tío de Patricia», añadió la escritora. Así, con esas palabras, sin pensarlo afloraron las imágenes del recuerdo en la que ellas sin saberlo ya estaban tejiendo una historia.
 
Creciendo juntas
Si el pasado de ambas se había entrelazado, el presente y el futuro que se abría en 1980 traerían tristezas y alegrías. Momentos profundos que las marcaría por igual. «Silvana es la hija de las dos», afirma sin dudar Baños. Y Lacuentegui recuerda con una sonrisa. «Es verdad, cuando la estaba por tener a ella (por Silvana) se fueron todos. No quedó ninguno».
Los hijos, la semilla que responsabiliza y enaltece, también aportaron a la amistad. Verlos crecer, ayudarlos a superar obstáculos también reforzó el vínculo entre las mujeres.
La coincidencia quiso que ambas debieran afrontar el crecimiento de los suyos en soledad. Pero la dureza de las circunstancias no está teñida de dolor, está marcada por el cariño. «Fueron tiempos duros», sentencia Baños y, mirando a su amiga, acota: «Pero nos divertíamos». Ese gesto cómplice despertó en la memoria de Lacuentegui los momentos vividos y no dudó confirmar: «Éramos mujeres de recursos». Acto seguido las dos mujeres recordaron cómo hicieron para superar la crisis,  compartiendo entre ellas y sus familias un poco de azúcar, shampoo. «Era una fiesta venir a la casa de Amelia a comer un montón de torta fritas y a tomar mate», confirmó Baños.

El presente
Dos horas y media duró la entrevista, tiempo durante el cual discurrieron distintos testimonios. Imposible es resumir en una página tanta memoria. Y más difícil todavía transmitir tanta emoción.
Al escribir esta nota el lenguaje muestra su limitación, porque la sensación de fidelidad entre dos mujeres, a través del tiempo y la distancia que puede surgir en la cotidianeidad, parece ser la esencia de la amistad. Sin embargo, hay una contundente afirmación que Lacuentegui repitió en varias ocasiones y merece cerrar la nota: «Somos amigas porque estuvimos en las malas. En las buenas estamos todos».

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