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Confesó que mató de 41 puñaladas a su padrino

Un joven de 18 años recibió prisión preventiva, mientras la investigación avanza al juicio. Aseguró que se defendió de un intento de abuso sexual.

El crimen de Gilberto Ceballos, en Bariloche, está prácticamente esclarecido: un joven confesó ante la Justicia ser el autor del brutal asesinato. Nicolás Roa, de apenas 18 años, afirmó ser el autor del ataque a puñaladas, por lo que fue acusado y se le dictó prisión preventiva. En su defensa, aseguró que se defendió de un intento de abuso sexual.

A las 10 de la mañana de este domingo se llevó a cabo la audiencia de formulación de caros contra Roa acusado del sangriento asesinato del viernes a la madrugada de su padrino Gilberto Ceballos, técnico de INVAP, de 60 años, en su domicilio de Ruiz Moreno al 155, cuarto piso B.

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En la audiencia los fiscales describieron un sangriento hecho que ocurrió alrededor de las 2 de la madrugada del viernes, la víctima recibió 41 puñaladas: 9 en la cabeza, dos profundas en el tórax, y otras 30 en manos y brazos, que serían indicio del intento de defensa de la víctima.

Los oficiales de Criminalística entraron al departamento a las 16.30 del viernes, poco después de que Roa confesara el crimen en la Comisaría Segunda: "Maté a mi padrino", les dijo a los policías de guardia. Desde el departamento de Ceballos hasta el Centro Cívico fue en el auto de la víctima, un VW Gol, que se lo prestaba desde que empezó a vivir en su casa, cinco meses antes.

Personal de Criminalística trabajó en la propiedad donde ocurrió el asalto.
Personal de Criminalística trabajó en la propiedad donde ocurrió el asalto.
Personal de Criminalística trabajó en la propiedad donde ocurrió el asalto.

"En la escena del crimen había caminos de sangre. Sangre en una habitación, sangre en el pasillo, sangre en las paredes, sangre en el baño. El cuerpo de la víctima estaba en la bañera, nadando en sangre", relató el fiscal. Ceballos falleció minutos después, desangrándose entre quejidos que oyó su vecina, por un shock hipovolémico. Este desangrado se produjo especialmente por las puntadas en los pulmones y el corazón. Para semejante ataque Roa utilizó un cuchillo Tramontina de 21 centímetros de largo, de 2,5 centímetros de ancho de hoja.

Los fiscales coincidieron en señalar, con el acompañamiento del querellante, en que Ceballos no podía contar con auxilio inmediato por lo que -recalcaron- "actuó sobre seguro".

También se refirieron a lo registrado en cámaras de seguridad. De ahí apuntaron varias entradas y salidas del joven a la vivienda de la víctima, en horas anteriores al suceso, en una de las cuales llevaba una campera, que luego fue secuestrada en el lugar del hecho, con manchas de sangre claramente incriminatorias. Las cámaras mostraron que también Roa fue el único en ingresar al departamento, además de Ceballos.

Para abundar en indicios, agregaron que en el piso ensangrentado se hallaron huellas de pies descalzos y otras de zapatillas, presumiendo que las primeras son de Ceballos y las segundas de Roa.

La defensa del joven que confesó el crimen

Roa siguió la audiencia con la cabeza gacha, que solo levantó cuando el juez le hizo preguntas, llorando por momentos, con un pañuelo de papel en la mano. Habló en un hilo de voz y dijo: "Intentó abusar de mí y me defendí".

El juez Víctor Gangarrosa dispuso la investigación del homicidio calificado por alevosía y ensañamiento, cargos a pedido de la nutrida fiscalía, compuesta por el fiscal jefe Martín Lozada, fiscal de turno Marco Sosa Lukman y fiscal Sofía Ocampo, y el abogado particular querellante, el ex fiscal Martín Govetto.

También en línea con la parte acusadora dispuso prisión preventiva, que se mantendrá en la Comisaría Segunda hasta su eventual traslado a la Comisaría 36, por falta de condiciones de la unidad céntrica y por no haber espacio en el Penal III.

La defensora oficial Paola del Río (acompañada por la abogada particular Yamile Saidt) no contradijo la descripción del hecho, ni la imputación de los fiscales, y en cambio pidió prisión domiciliaria en lugar de la carcelaria o en comisaría. Resaltó la entrega voluntaria del chico, quien "llegó a la Comisaría desesperado, pidiendo ayuda", y destacó las pésimas condiciones del Penal III, indicando que está cerrado porque no tiene más lugar para alojar presos. También describió las inhumanas características de la celda de la Comisaría Segunda, que incluso afectan al personal policial.

El juez denegó la detención domiciliaria, en línea con el razonamiento de los fiscales, que señalaron que en el lapso de 13 horas entre la comisión del homicidio y su presentación en la Comisaría Segunda "no se sabe qué hizo", y que aún quedan testimonios importantes por recabar y medidas de la investigación que el chico que confesó el crimen puede afectar.

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