Miguel Lembeye, el doctor que creó un pueblo
El doctor Lembeye fue un claro ejemplo de solidaridad, de años de sacrificios, de éxitos y fracasos pero que dieron sus frutos: sus colonos lo recuerdan con cariño
El doctor Miguel Juan Lembeye fue un intrépido médico que se atrevió a la estepa, se instaló en Balsa Las Perlas y nunca más la dejó. La convirtió en ese vergel que hoy es, obra continuada por su descendencia. Esta es la historia de su vida, pero también la de su familia, una familia marcada por el esfuerzo y la solidaridad. Para relatar la historia de este lugar entrevistamos a una de sus hijas, María Elena.
Lembeye nació el 22 de diciembre de 1923 en Capital Federal. Sus padres fueron Juan Miguel Marcelino Lembeye, médico de origen vasco francés que se asentó tempranamente en San Antonio Oeste para convertirse en médico de los indígenas, y de Teresa Baroni, argentina, de profesión farmacéutica. De esta unión nacieron Mercedes, bioquímica; Miguel, médico; Ernesto y Julio.
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Se instalaron en Carmen de Patagones, Viedma y San Antonio Oeste pero en la década del ’30 regresaron a Buenos Aires para vivir en Burzaco. Cuando se enfermó Juan Miguel, Miguel se hizo cargo de la familia.
Su abuela materna se llamaba María Elena Capelletti, de padre italiano que llegó al país a los 14 años como polizonte en un barco de carga, trabajó como albañil y llego a ser un constructor importante y logró una fortuna importante. Y su padre se dedicó al campo e industria lechera, el abuelo materno se llamaba Guillermo Luis Iribarne y era médico.
“Recuerdo que mi abuelo era un gran estudioso, sabía cinco idiomas y todo lo que su cabeza pudo retener, mi papá también. Cuando volvieron a vivir a Burzaco, estudiaron también mi papá y sus hermanos”.
Miguel Lembeye trabajó en hospitales de Buenos Aires como Ex Casa Cuna, los hospitales de Lomas y Adrogué, y siempre tuvo consultorio particular. En Buenos Aires donaba su sueldo de médico y atendía gratis en todos lados: en Burzaco se lo recuerda como un médico abnegado, que atendía de noche y se ocupaba mucho de sus pacientes, cosa que hizo toda su vida.
Se había recibido a los 27 años en la Universidad de Buenos Aires, como médico pediatra y psiquiatra. Se casó con María Elena Iribarne el 6 de octubre de 1951, y tuvieron 3 hijas: María del Rosario, María Elena y María Cristina.
Independientemente de la medicina, su vocación lo llevó a la noble tarea de hacer producir la tierra.
Miguel, médico pediatra y siquiatra, se recibió a los 27 años en la Universidad de Buenos Aires, se casó con María Elena Iribarne el 6 de octubre de 1951, y tuvieron 3 hijas: María del Rosario, María Elena y María Cristina.
Independientemente de la medicina, su vocación lo llevó a la noble tarea de hacer producir la tierra.
El arribo a la región
En 1955 un diario de Buenos Aires publicó la venta de una fracción de tierra a orillas del río Limay: vino a ver el lugar sin pensarlo mucho y quedó enloquecido; volvió a Buenos Aires, juntó el dinero entre amigos, colegas y familiares, y volvió a Neuquén en una estanciera medio antigua que tenía. Compró a Baldomero Moreno de General Roca y a Casimiro Gómez, Rincón de las Perlas, 12.500 hectáreas en la provincia de Río Negro, frente a la ciudad de Neuquén. Regresó a Buenos Aires, formó la Sociedad Forestadora del Limay, asociado con Guillermo Iribarne, que era ministro de Asuntos Sociales en la gobernación de Rosauer.
Don Miguel siempre mantuvo la idea de fundar un pueblo porque pensaba que el cauce de la población se iba hacia esa zona; por ello atraía vecinos con el regalo de casas. Fue el primer impulso para Las Perlas.
En 1960 vino Iribarne a vivir con su familia y siete años después se establecieron los Lembeye en Las Perlas. En este tiempo construyó el camino alternativo entre balsa Las Perlas y Paso Córdova. También construyó una pista para aterrizaje, por supuesto de tierra.
Las Perlas
El campo comprado tenía la casilla de los balseros, tres casitas de adobe y el casco de la estancia que también era de adobe, bien realizada, con ovejas y forestación. Una vez comprado, recuerda María Elena, ellos venían a pasar las vacaciones al lugar junto con su tío, el doctor Iribarne. Este último se había relacionado con los Rosauer, los Ferrareso, entre otras pioneras familias de la zona.
Ya en 1967, Miguel decidió traer a su familia, su esposa e hijas, a vivir a las Perlas. Realmente, “fue un gran cambio, las casas no tenían piso sino cemento alisado, sin vidrios para soportar el frío del crudo invierno, 14 grados bajo cero; el baño alejado, entre otras cosas. No tenían gas, ni luz, pero su padre nunca se quejó” enfatizó su hija en el relato. Las hijas continuaron sus estudios en el Colegio maría Auxiliadora de Neuquén Capital.
Así se inició la colonización del campo con el fin de fundar un pueblo. Él realizaba todo tipo de trabajos: hombreó bolsas, levantó paredes, construyó casas, y atendía como médico: donó el sueldo de sus hospitales, entre otras cosas.
El primer censo efectuado en el lugar dio cuenta de 22 personas viviendo en el paraje: lo realizó la esposa de Lembeye, María Elena Iribarne, que era maestra pero nunca ejerció.
El servicio de balsa funcionaba de 7 a 19, pero recién se suspendía una vez que regresaban de estudiar las hijas de Lembeye, conocidas como las “hijas del doctor”.
Se alumbraban con velas y faroles, hasta que el doctor comenzó con los trámites para llevar la energía eléctrica al campo; lo que le llevó siete años. Por entonces no había teléfonos, por lo que los trámites tenían que hacerse personalmente. Lembeye se encargó de pedir permiso de paso a los chacareros porque el tendido de los cables debía pasar por sus predios. Eran líneas de 13.500 vatios. Después debió negociar con la Cooperativa de Luz CALF debido a que los trámites por Río Negro no fueron fructíferos. Además, debió rellenar lagunas, comprar los cables entre tantas otras cosas, hasta que en 1973 las líneas cruzaron el río Limay. Vale decir que esto también benefició la electrificación de varias chacras neuquinas.
Ya en 1971 había propuesto al Poder Ejecutivo de la Provincia de Río Negro el reconocimiento de la fundación del pueblo Rincón de Las Perlas. Al año siguiente sistematizó tierras para cultivo con el objeto de financiar el primer proyecto fallido de construcción del puente. En 1978 se produjo el segundo intento fallido de la construcción del puente.
En 1979 logró la extensión del servicio de colectivo urbano hasta Las Perlas por convenio con la Empresa Alto Valle. En 1981 construyó la primera balsa, al año siguiente una segunda.
Vale aclarar que todos estos adelantos que el doctor Lemebeye fue logrando para ese lugar fueron negados por el gobierno rionegrino; tanto es así que en 1994 tuvo una sentencia de juicio expropiación y tercer proyecto de puente. Terminando el siglo XX, se produjo el cobro de la sentencia en cuotas y se inició la construcción del ansiado puente para unir las costas rionegrina y neuquina.
Ejemplo de solidaridad
La vida del doctor Miguel Lembeye fue ejemplo de solidaridad: nunca pensaba como el común de la gente y por ello fue injuriado y calumniado. Siempre le preguntaban qué iba a hacer a ese lugar y él decía: “Voy a hacer un pueblo”.
Además de médico fue balsero, maquinista, hachero, veterinario, albañil, etc., enseñando a hacer las cosas.
A la idea de regalar casas terminadas, plateas con paredes iniciadas y hasta terrenos para que la gente se instalara allí, también sumó la donación del edificio para la Policía, el de la escuela, el de jardín de infantes, pagó el sueldo del primer año lectivo de los maestros, a quienes les brindó un vehículo y una casa, al mismo tiempo que sus hijas iban a buscar a los alumnos para enseñarles manualidades, servirles refrigerio o bañarlos si era necesario.
Nos cuenta su hija, que recién en 1974 una Inspectora de Escuelas les prestó atención a la iniciativa para impartir educación y realizó gestiones ante el gobierno rionegrino en Viedma.
Don Miguel labraba actas en donde están escritos los informes que él realizaba ante las autoridades del gobierno de Río Negro en donde les pedía la institucionalización de Las Perlas. Pero los gobiernos no prestaban atención. Entonces él continuaba con su trabajo a solas, porque no lo ayudaban ni con dinero ni con presencia. Tanto es así que en 1974 donó la casa de su hija María Elena para inaugurar allí la Escuela 247.
En 1975 comenzó con el loteo El Mirador con lo que financiaba lo que daba gratis: las casas, la medicina, y recuerda que muchos colegas médicos lo ayudaban a atender gratis, con los estudios a los enfermos de La Balsa Las Perlas, como los doctores Caldentey, Urrere, Peláez, entre otros.
La Balsa
En los años en que el doctor y su familia se asentaron en el lugar, la represa de El Chocón no había sido iniciada; por lo que debieron sufrir los periódicos crecientes del río, en las que se perdían animales.
Durante las crecientes, los perlenses quedaban sin servicio de balsa; por ello es que Lembeye compró una lancha para llevar gente en casos de emergencias, y otras familias colaboraron para el cruce, con botes. Antes de esto, fueron ayudados por personal del Aero Club que cruzaban pobladores en sus aviones.
La hija recordó algunos balseros: Namuncurá, Pascual Fuentes, don Pino, Garrupán y Sepúlveda, entre otros.
Pero tanta obra, tanto trabajo hizo que legisladores y personas rionegrinas quisieran, a través de la difamación, expropiarles, tierras. No lo doblegaron; le inició juicio al gobierno rionegrino y lo ganó.
El puente
Luego de varios intentos, el puente comenzó su construcción en los inicios del siglo XXI. Al finalizar el juicio que ganara Lembeye, con el dinero de la indemnización por la expropiación indebida, que fue cobrado en varias cuotas, se comenzó la construcción del puente. Los Lembeye aportaron $2.300.000, y las provincias de Río Negro y Neuquén $300.000 cada una.
Compró tres máquinas y un camión para que lo usaran los colonos, como los llamaba. Se contactó con COTRAVI empresa de Viedma que hizo el puente, inaugurado el 21 de diciembre de 2001; pero él falleció el 9 de abril del mismo año, unos meses antes de ver su sueño cumplido.
Entre sus grandes obras, le había regalado un predio al padre José Grigioni, que luego pasó a poder del Colegio Don Bosco. Ese terreno tenía como destino un lugar de rehabilitación para jóvenes en situación de calle. ¿Qué destino tienen hoy esas tierras? ¿Están en situación de abandono? Debemos recuperarlas.
Asimismo, es dable decir que su esposa fue su fiel compañera y sus hijas que lo acompañaron en todo momento. Don Miguel hablaba todo con su esposa e hijas, y hoy ellos siguen con la empresa; plantaron álamos, papas y melones entre otras cosas.
El doctor Lembeye fue un claro ejemplo de solidaridad, de años de sacrificios, de éxitos y fracasos pero que dieron sus frutos: sus colonos lo recuerdan con cariño y no olvidan su alma generosa y solidaria.
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