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Dos gritos eternos para el pueblo del Albinegro

Perales en el 73 y Parra en el 94 desataron el delirio en La Visera.

Son tocados quienes pueden cambiar el curso de su ciudad con una sola acción. Omar Perales es uno de esos casos épicos que se relacionan con el deporte, un aspecto de nuestra sociedad tan romántico como la música, la cultura o algo de todo eso junto.

El domingo 19 de agosto de 1973 cambió la historia de los cipoleños y del fútbol patagónico en general, con el penal convertido en el arco que da espaldas a la calle O’ Higgins contra el arquero de All Boys de La Pampa, obligado a imponerse en La Visera para forzar un segundo partido.

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Todo fue especial para el hincha albinegro aquella tarde que olía a primavera. Desde el día anterior con el banderazo que armaron en la calle del hotel donde se concentraba el plantel, hasta los inolvidables 90 minutos.

Germinal de Rawson, Boxing Club de Río Gallegos, Jorge Newbery de Comodoro, Atlético Regina, Centenario y Villa Congreso de Viedma habían sido rivales en la previa, además de los pampeanos, en una zona armada desde AFA ante la reestructuración de la división mayor.

Apoyado en una base de jugadores más que importantes, como el recordado arquero Felipe Luna, el marcador central Juan Chocho Flores, Néstor Michelini y el propio Perales, el presidente Enrique Grisanti apuntó al “Negro” Gilberto Machado Gómez, el “Patón” Carlos Raschia, Marcelo Urtiaga y Félix Villalba para alcanzar el objetivo de la mano del DT Jorge Maldonado.

Palo y gol

Retumba en las populares el sonido de la pelota en el palo izquierdo del arquero para meterse en el arco y desatar el festejo.

El propio ejecutor reconoció escuchar en el suspiro final el relato de Miguel Cadelago (periodista de LU19) señalando la hora exacta. “Son las 5 y 25 de la tarde. Va a patear Perales”, escuchó en boca del periodista el ex futbolista antes de hacer un gol inolvidable.

La invasión al campo de juego le valió a Perales un nocaut involuntario de un hincha que lo alejó de los primeros festejos y lo mandó directo a las duchas.

“No me perdí nada porque una y hora y media después la gente no se movía del estadio. Era impresionante la alegría”, recordó de aquella tarde que cambió su vida y la de miles de cipoleños para siempre.

Ni el más lindo ni el más decisivo, pero inolvidable

El contexto del partido hizo de este gol uno inolvidable. El Alvarado de Mar del Plata que conducía Vicente Cayetano Rodríguez, pero que había sido ideado por su amigo personal César Luis Menotti, pisaba La Visera.

Corría ya el año 1994 de aquellos recordados Regionales y, atraído por la calidad del espectáculo, el pueblo albinegro copó La Visera una vez más.

Aunque el otoño estaba avanzando, la tarde del domingo 20 de abril se había presentado calurosa, muy calurosa. Lo que podría ser apenas un dato de color terminó siendo fundamental para el estallido popular.

“Fui al banco a tomar agua, era la época en que estaba de moda la bolsita. Después de tomar la tiro y escuchó que desde el banco gritan mi nombre. La pelota me quedó justa y decidí pegarle en el momento”, relató de memoria Pablo Parra.

Parado en la mitad de la cancha, en la boca del túnel, el delantero tuvo la lucidez de recordar las palabras del DT Juan Carlos Tito Carotti en la concentración: “El arquero de ellos juega siempre adelantado porque tiran el achique”.

“Fue todo junto, el recuerdo de esas palabras, la pelota que me venía mansita y el remate. Es un gol muy reconocido, pero no el más importante que hice”, admite el Chala, que estampó el 2 a 0 parcial de un partido al que le quedó un tanto más de Cipo esa misma tarde.

A días de cumplirse los 90 años del club, el rey albinegro sin corona se llena de nostalgia ante las preguntas. “Estoy orgulloso de ser parte de la historia de este club al que agradezco la posibilidad de crecer. Ser ídolo de Cipo no es poca cosa”, soltó con naturalidad.

La parábola repetida hasta el cansancio todavía lo emociona, también porque le recuerda un momento muy especial de su vida deportiva. “Yo venía de River, andaba con dolores en la espalda por una hernia. La gente gritaba ‘es para (Daniel, ex técnico Millonario) Pasarella que lo mira por TV’. Pero yo no le reprocho nada a él ni me lo reprocho a mí mismo tampoco”, cerró el 7, que todavía se luce en los certámenes comerciales de veteranos.

La parábola repetida hasta el cansancio todavía lo emociona, también porque le recuerda un momento muy especial de su vida deportiva. “Yo venía de River, andaba con dolores en la espalda por una hernia. La gente gritaba ‘es para (Daniel, ex técnico Millonario) Pasarella que lo mira por TV’. Pero yo no le reprocho nada a él ni me lo reprocho a mí mismo tampoco”, cerró el 7, que todavía se luce en los certámenes comerciales de veteranos.

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