Se jubiló la histórica del Registro Civil: los casamientos más insólitos y escandalosos de Cipolletti y otras anécdotas
Mónica, popular vecina que honró ese trabajo, comparte sus vivencias tras 37 años de servicio. El caso de robo de identidad, espanto en el Hospital y mucho más.
Prefiere que se la contacte a media mañana porque “lo primero que estoy haciendo de jubilada es desquitarme y dormir un rato más, ya que todos los días me levantaba a las 6 para entrar al trabajo a las 7”, confiesa Mónica Martínez.
Lo otro que se propone la popular vecina en esta nueva etapa de su vida es “viajar, conocer lugares siempre que se pueda” y en eso anda, preparando las valijas para hacerse una escapadita desde este jueves a “San Antonio y Las Conchillas, mi hermana vive ahí, me invitó y tiempo ahora tengo…”
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La histórica empleada del Registro Civil acaba de jubilarse y se jacta de “haber casado a medio Cipolletti, sin exagerar”.
Con nostalgia y emoción por tantos años de servicio y el cariño de la gente y sus compañeros, accedió a una imperdible charla con LM Cipolletti en la que repasa a corazón abierto su amplia trayectoria, comparte anécdotas y situaciones increíbles y no se guarda nada.
La alegría de los natalicios, la tristeza de las defunciones, los casamientos más insólitos y escandalosos y mucho más. Pase y lea:
-¿Ya le cayó la ficha? ¿Qué se siente el día después?
-La semana pasada me enteré que salió la jubilación y el lunes fue mi último día después de toda una vida. Recién ahí me cayó la ficha. Fueron 37 años, empecé cuando el Registro estaba en la calle Irigoyen frente al Círculo Italiano. Después también tuve traslados, estuve en el Hospital en 1991, me enviaron 3 años a Cinco Saltos, me desempeñé un año como interventora en Catriel, en fin… Se me pasó todo muy rápido, la vida misma pasa volando y no es una frase hecha. Vengo de una camada de compañeros que fui la última de ese entonces a nivel local y a nivel provincial deben quedar 5 ó 6. Cuesta porque se forma una familia con los compañeros del trabajo. Cuando cumplí los 60 años me hicieron un festejo sorpresa y ahora también tuvieron lindos gestos. Agradecida a ellos y a toda la gente de Cipolletti y la zona.
-¿A cuántos vecinas y vecinos atendió y casó?
-No quiero decir una barbaridad, pero si no casé a la mitad de Cipolletti desde inicios de los '90 a la fecha pega en el palo -risas-. Miles de personas, entre ellos muchos amigos.
-¿Lleva el registro de qué cantidad de esos matrimonios siguen juntos y cuántos se separaron?
-Esa información no la tengo pero seguramente debe ser alto el porcentaje de divorciados lamentablemente…
-¿Y en todos estos años que fue lo más insólito que le sucedió?
-Quizás haber casado una pareja del otro lado de la Isla Jordán. Ellos hacían remo y me habían pedido venir desde Neuquén en canoas diferentes. Yo los esperé en la orilla junto a los testigos, había un predio que lo habían decorado en medio del verde para contraer matrimonio. Memorable.
-Hubo también un caso resonante de robo de identidad que casi frustra un casamiento…
-Sí. Hace mucho tiempo, una chica fue a pedir el acta de nacimiento de la pareja para casarse. Resulta que al revisar los papeles, él ya se había casado con otra supuestamente. Imagínate cómo se fue la chica del Registro, desconsolada y destrozada, mi vida -habla casi en tono maternal-. Más rato vino el muchacho desencajado, ‘que no, que yo no me casé con esa persona, que yo no tengo nada que ver’. Conclusión: un compañero extranjero del trabajo que no tenía documento le robó el documento o se lo pidió prestado para un crédito. Entonces, este no se podía casar porque ya estaba casado… De ahí surgió el tema la investigación del robo de identidad, porque el extranjero se hizo el DNI con el nombre del inocente joven cipoleño. Eso llevó un par de años resolver…. El otro hombre se casó con otra persona, un entuerto bárbaro, una cuestión judicial y la olla se destapó yendo nosotras a buscar un simple acta de nacimiento...
-¿Algún olvido o despiste que complicó las cosas previo a una boda?
-Cuando se casaban fuera de la oficina tenían que llevar 4 testigos. Y era típico que salieran corriendo el mismo día a buscar testigos porque les habían fallado, o corbatas que se habían olvidado. Una vuelta estaba el puente cortado y venían de Neuquén. Ya tenían todo listo, la chica se largó a llorar y me dijo, aunque sea 'me caso del otro lado del puente'. Un juez federal que era conocido de ellos tuvo que autorizarme a ir para allá.
-¿Parejas desparejas le ha tocado casar?
-Varón muy chico y mujer muy grande. Y a la inversa también. Tuve parejas que los hijos se han opuesto enérgicamente, quizá sospechando que había interés. Una vez se armó con un matrimonio que él era mayor y ella muy menor. ¿Adinerado? Supongo… Su hija no quería saber nada, cayó primero un abogado, luego vino ella. El acuerdo, se supo, era entre los novios. La hija alegaba que no estaba bien su padre y le hicimos tres preguntas y estaba más lúcido que nosotros. Llamé a la Policía para que la apartaran a la hija, que nos insultaba de arriba abajo. Luego se divorciaron esos novios pero yo los casé.
También pasó en otro caso que vinieron los hijos de él a oponerse que se casara con esa mujer, les tuvimos que decir que ellos no podían suspender el acto, tenían que hacer de forma legal al reclamo. Hubo un conflicto familiar hasta que el padre habló con ellos y al final se casaron. Después, tengo la satisfacción, entre tantas, de haber sido una de las primeras de intervenir en matrimonios igualitarios, al casar a dos mujeres. Hermosas las chicas.
-En su paso por el Hospital, seguramente convivió laboralmente con las dos caras de la vida, los nacimientos y las defunciones…
-Son gajes del oficio. Las defunciones por suerte las hace una empresa, una no tiene que estar viendo el dolor de la gente. Igual tengo una historia espantosa…
-Por favor, adelante, compártala con nuestros lectores…
-Una vez falleció una mujer y no tenía DNI. Había que tomarle huellas digitales. El cadáver pasó todo el fin de semana en el Hospital, que no tenía morgue, y era verano. La habían dejado en una sala… Llamé a la Policía, un efectivo me ayudó. Durante años me quedó el olor impregnado. Estaba hinchada, tenía ese color amarillo, tan endurecidos los dedos. Con el respeto y amor que trate siempre a la gente, fue realmente un asco pero hubo que hacerlo porque era mi trabajo, mi deber…
-¿Y salían al interior rionegrino? En esos pueblos debe haber cruzado a cada personaje, se ha topado con cada historia…
-Totalmente. Nos mandaban a hacer documentos al interior de la provincia. Muy buenos recuerdos de haber viajado por todo Río Negro, allí en los parajes rurales, documentando a chicos de las escuelas, algunos que vivían allí mismo. Era muy lindo. Atesoro siempre una anécdota en Jacobacci, donde la gente del campo decía que ‘bajaba’ al pueblo. Una mujer campesina vino al centrito pensando que era Navidad y estábamos recién en septiembre… Igual aprovechó para hacerse el nuevo documento y nos dijo ‘esta va a ser mi última foto, va a llegar a mi tumba’. Nos quedó grabado eso.
-¿Los nombres más raros y los más comunes?
-Mirá, salió una estadística de todo eso y ahora no la tengo a mano. Sé que en lo femenino Sofía está segunda entre los más comunes de estos años, lo recuerdo porque una nieta mía se llama así. Y mi apellido, Martínez, es el segundo más popular de la provincia. Pero vayan (le habla a la comunidad también) al Registro Civil, es como el museo con libros desde 1910, asentados nacimientos, defunciones y matrimonios…
-Por qué se la considera un baluarte en la creación del Registro Civil de las 1200.
-En el año 1994 con una compañera empezamos a ver que Cipolletti se ampliaba para zona norte, se habían entregado las 1200 viviendas y el único Registro Civil era el de la calle Irigoyen. Así que empezamos a hacer proyecto que terminé culminando yo de abrir un Registro en zona norte. Se concretó con Arriaga de intendente, al principio era en una casa de madera prestada del IPPV. Ahí empezamos a buscar, a hacer notas para que la gente nos ayudara con las firmas para que se pueda construir una sede digna. En 2007 se logró con Luis Longo como director del Registro Civil, nos mudamos a la oficina actual que siempre digo es como un hijo mío. Empezamos a conseguir muebles, donaciones de mucha gente de Cipolletti. Ahí empecé como delegada y me desarrollé. Fueron también muchos años de esfuerzo, resignar viernes, sábados, porque casaba de noche, iba a las chacras, no había horario ni fines de semana para mí, nada. Pero me apasionaba.
-Cuéntenos en el final de su vida más allá del trabajo.
- Soy nacida y criada en Cipolletti. La del medio de 6 hermanos, 4 mujeres y 2 varones. Me críe en el barrio Don Bosco, frente de la plaza de calle Perú. Viví toda mi infancia allí, mi madre colgaba la bandera en la plaza Don Bosco todas las fiestas patrias, se llamaba Elisa Vásquez y falleció hace 3 años. Me casé joven, me divorcié a los 5 años -vivimos ese tiempo en Buenos Aires- y cuando me volví entré en el Registro Civil. Trabajé también en el Instituto Séneca 4 años, di capacitaciones para los empleados del Registro Civil, hice tantas cosas. Nací radical y moriré radical, milité toda la vida en ese partido, fui candidata a presidenta del Consejo, candidata a diputada, muchos me conocen de ese ámbito. Estoy en pareja hace más de 15 años con Paco Surli que juega al fútbol, tengo una hija de 38 años Johana que está casada y me regaló 3 hermosos nietos: Sofía -7-, Alessio -10- y Valentino -20-.
Conste en acta: Mónica Martínez honró su oficio y fue una gran trabajadora que siempre atendió con la mejor cara a los cipoleños. Ahora a disfrutar el merecido descanso y la vida.
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