Un servicio de transporte, sin cambios
Le renovaron a Ko-Ko la concesión de sus líneas. La empresa no prevé aún renovaciones en su flota.
Hace 43 años que Ko-Ko desarrolla sus actividades de transporte interurbano en la región. Y por cinco años más seguirá gozando de esa exclusividad, luego de conocerse la semana pasada la renovación del contrato de concesión de las líneas, otorgada mediante decretos del Gobierno provincial.
No es poca la gente que hoy que moviliza en este servicio. Se habla de números que van de los 15.000 a 18.000 pasajeros que diariamente abordan unidades de dicha empresa.
Julio Kopprio es el titular de la firma que tiene base de operaciones en Allen y que despliega, esencialmente, servicios entre Chichinales y Neuquén, con una flota cercana al centenar de unidades, algunas de las cuales –según afirman sus clientes- no ofrecen las mejores condiciones en cuanto a comodidades, como asientos deteriorados y a veces una cantidad de pasajeros que excede la capacidad de butacas.
En este sentido, el empresario que ayer habló por Radio Manantial, dio algunas explicaciones a modo de atenuante.
«Sabemos que a veces la gente debe viajar parada, pero eso no va contra las leyes que rigen nuestro servicio catalogado como urbano, más allá de que se cumpla entre localidades distantes algunos kilómetros», señala Kopprio. Y agrega: «Por supuesto que quisiéramos brindar lo mejor, pero son las posibilidades permitidas para estas líneas y tipos de micros», mencionando también que hay situaciones que conspiran para el buen mantenimiento del interior de los transportes como «la irresponsabilidad de ciertos pasajeros a los que parece agradarles romper o tajear asientos nuevos o bien los retapizados». Y mencionó episodios de vandalismo que sufren, por ejemplo, «en la zona de Puente 83, donde muchas veces nuestros colectivos son objeto de ataque a pedradas que más allá de la rotura de vidrios, el riesgo y preocupación mayor es por las lesiones que pueden sufrir los pasajeros».
Acerca de las quejas que admite conocer y referidas a que en muchas ocasiones los pasajeros debe viajar parados en tramos que van de una localidad a otra –en general, no menos de 15/20 kilómetros, Kopprio señaló que «en ese caso no violamos ninguna legislación porque para el servicio urbano está permitido que la gente vaya parada». Y ejemplificó que el caso de su empresa es una analogía de «la línea 60 que opera en la capital federal».
Inversiones, pocas
Ko-Ko posee una flota cercana al centenar de unidades. Unos 80 son los micros que cubren el servicio interurbano, hay diez unidades para viajes especiales y otro número similar para larga distancia.
«Pensar en comprar nuevos micros es algo imposible», responde Kopprio. «Tenga en cuenta que cada unidad está en el orden de los 100.000 dólares y no hay posibilidades de realizar inversiones de ese tipo y tampoco créditos especiales para renovación de maquinarias».
Sus micros trasladan diariamente entre 15.000 y 18.000 personas y afirma que esas unidades recorren en cada jornada 14.000 kilómetros.
«Todo ese movimiento –dice el titular de la firma- nos obliga a contar con un plantel de 250 empleados, ya sea en el sector de choferes, taller y administración», destacando como dato emblemático «tener en el plantel de choferes a una mujer como es el caso de Analía, quien hace una década que se desempeña con nosotros y es modelo de excelente conductora de micros».
Lo que dicen algunos usuarios
Trabajadores, alumnos de escuelas primarias o secundarias, universitarios –la gran mayoría- y familias que no tienen medios propios de movilidad, son frecuentes usuarios de Ko-Ko.
Martín N. es un estudiante que varios días a la semana se moviliza desde Roca a Cipolletti, donde cursa en la Escuela de Medicina. «Para mí el micro es fundamental. No tengo otra opción para trasladarme. Yo viajo tres días a la semana a primera hora de la tarde y si bien es un servicio que me es muy útil, hay horarios que en el regreso la capacidad de asientos se colapsa y muchos, entre los que hay gente adulta, deben ir parados casi todo el tiempo. Yo creo que una solución podría ser que se pongan refuerzos en esos horarios pico».
María del Carmen F. tiene 33 años y de lunes a viernes hace el ida y vuelta de Roca a Neuquén, por razones de trabajo. «Por suerte, en los horarios en los que viajo generalmente el micro no va completo, lo que le permite encontrar una butaca disponible. El servicio es en líneas generales bueno, aunque hay colectivos a los que se le nota el paso del tiempo y mucho uso. En eso podrían mejorar».
Alberto S. es universitario y según la semana, se moviliza desde Cipolletti a Roca de cuatro o cinco veces; depende del cursado, exámenes, etc. A él también el micro le resulta «indispensable». No me puedo quejar, porque no tengo otra manera. A dedo, ni loco, aunque tampoco la gente para en la ruta. El único inconveniente es que hay horarios donde se satura la capacidad y debemos ir parados, lo que es una incomodidad y también un riesgo. Eso debería cuidar la empresa».
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