"Ellos recién se levantaban de la siesta y estaban tomando mate cuando tocaron el timbre. Mi papá preguntó desde la cocina quién era, pero no contestó nadie. Cuando abrió la puerta se encontró con un hombre que le dijo que era el electricista de la administración y había notado un olor a quemado que podía provenir de la térmica del departamento. Lo dejó pasar y fue el error más grande que podría haber cometido", confesó la mujer.
Al ingresar a la vivienda, el delincuente revisó las conexiones eléctricas y le dijo a la pareja que, efectivamente, se trataba de un problema con la térmica y que debían reemplazarla de manera urgente. Además, les advirtió que el costo del trabajo iba a ser de 800 pesos y que les iba a realizar una factura para que presentaran a la inmobiliaria y les devolvieran el dinero.
Cuando el abuelo volvió con la suma solicitada, el ladrón le dijo que un compañero lo llamó y le dijo que en realidad salía mil pesos, por lo que tuvo que volver a buscar $200 más a su habitación.
"Al momento de darle la plata, el hombre le dijo que se quedara en la entrada, que el iba a ir a su habitación y que cuando lo llamara, subiera y bajara la térmica para revisar su funcionamiento. En unos pocos segundos salió y le pidió la llave magnética de la puerta de ingreso al edificio para poder revisar otras conexiones, pero no volvió más. Cuando mi papá se fijó si le faltaba algo más, se encontró con que esta persona le había sacado los $40 mil que tenían guardados en la pieza", relató Adriana.
Según el testimonio de los damnificados, el hombre que se presentó como electricista tenía unos 30 o 40 años, cabello ondulado y vestía una remera blanca y un pantalón negro. "Era un tipo muy educado y estamos seguros de que sabía que en ese departamento vivían dos personas mayores. Mi papá tiene una enfermedad oncológica muy grave y mi mamá tiene problemas de movilidad, tenemos mucha bronca", concluyó, indignada.