“Se tiene que investigar porque mis chicos nunca les hicieron nada. No queremos que pase más esto en nuestro barrio”, recalcó Ana Fernández, abuela de las víctimas.
El incidente se desarrolló en la toma 10 de Febrero y, según la investigación inicial, se derivó de un supuesto beso que “les tiró” un menor de 13 años. El gesto molestó a agentes de la unidad policial del Mapu que enseguida se bajaron de un patrullero y habrían buscado reducir al menor. Su hermano, de 16, quiso intervenir y terminó en el piso porque supuestamente pretendían esposarlo. “Me pegaron en el piso, me revisaron, y me decían que era un negro, chorro y drogadicto. Quedé todo revolcado. Mi primo corrió llorando para mi casa para avisarle a mi abuelo mientras los vecinos miraban”, explicó a LM Cipolletti una de las víctimas.
Los investigadores del violento hecho acaecido a principios de mes concretaron diversos trámites y el miércoles hicieron dos ruedas de reconocimiento. Las víctimas no tuvieron dudas en señalar a los protagonistas del presunto ataque a golpes y de acuerdo con las fuentes identificaron a tres uniformados.
Fernández comentó que su nieto menor estuvo “muy nervioso” durante la rueda pero que estuvo acompañado por personal de la Defensoría de Menores.
Más allá de la gravedad de lo vivido, la vecina del asentamiento ubicado al lado del barrio Anai Mapu aseguró que no se observó más a los policías sospechados y que sólo se acercaron otros uniformados para preguntar si se encontraban bien.
Sin ocultar su enojo por la actitud policial, Fernández reiteró: “Sé muy bien qué clase de chicos son mis nietos”.
Antecedentes
Varios casos de supuestos apremios ilegales
Durante el presente año, lo sucedido en la toma 10 de Febrero se suma a otros incidentes con policías. Todavía están pendientes investigaciones que involucran a agentes de la Comisaría 24ª. En este marco, la abuela de las víctimas del hecho ocurrido a principios de octubre, Ana Fernández, arriesgó que los ataques por uniformados se producen cada tanto pero que las víctimas “se callan la boca por miedo”.
La vecina remarcó que, a pesar de su trabajo diario, se hace un tiempo para consultar las novedades sobre la causa judicial y se mostró confiada en que llegarán a un juicio oral.
En cuanto a su nieto, consideró que necesita asistencia psicológica porque tiene miedo de represalias y en ocasiones se ve obligada a acompañarlo a la escuela. “Yo le digo que no tiene que tenerles miedo”, apuntó.
La investigación del hecho está a cargo del fiscal Martín Pezzetta e interviene también la Defensoría de Menores.