A la deriva y sin horizonte
Argentina parece no haber aprendido las lecciones que dejaron las crisis a lo largo de la historia.
Vivimos tiempos difíciles en la economía como tantos otros que sufrimos, los que somos más viejos a lo largo de la historia, aunque todos son muy parecidos cambiando a los protagonistas.
La inflación, ese castigo que parece ensañarse solo con la Argentina, está haciendo cada vez más estragos, aunque los últimos indicadores que se dieron a conocer y las consecuencias de la reciente devaluación abren nuevamente un panorama tan incierto como desesperanzador.
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Todos los testimonios de los comerciantes que ayer se enteraron de las nuevas listas de precios tienen el mismo tono que marca la incertidumbre. Nadie se atreve a decir cuánto costarán las cosas la semana que viene o dentro de un par de días, y tampoco los especialistas se animan a diagnosticar cuál será el índice de inflación a fin de año.
Los argentinos nos acostumbramos a sacar cuentas todo el día. Una vez más, especulamos con el valor del dólar, con la tasa de los plazos fijos, con las cuotas de las tarjetas de crédito, la inversión en títulos o acciones, lo mismo que ya hicimos durante otras crisis.
Todas las lecciones (duras y brutales) que nos dio la realidad a lo largo de la historia parecen hoy solo anécdotas que no dejaron nada de experiencia entre los dirigentes políticos.
Cuál será el destino de la Argentina, el país rico que atrajo alguna vez a millones de inmigrantes de todo el mundo, hoy es una incógnita.
La única certeza que tenemos es que vivimos haciendo malabares para sobrevivir y buscando responsables que puedan atenuar un poco la propia culpa y logren esconder nuestra vergüenza.
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