Montecino rompió el silencio y negó beneficios
El líder de la banda narco aseguró que no volverá al mundo del delito.
Guadalupe Maqueda
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Alguien llama a la redacción de LM Cipolletti. Levanto el tubo, pero se escucha mal. Hay un barullo infernal de fondo, incomprensible. El llamado se corta y vuelven a intentar. Ahora sí, es la voz de un hombre que llama desde la Unidad 9. Muy molesto con los titulares del diario, me dice que "es el colmo" y no aguanta más. Le pregunto quién es y responde: "Soy Héctor Montecino". El hombre que no deja pasar una más y quiere hablar, al que todos conocemos por liderar la banda narco más importante de la región, ayer rompió el silencio desde la cárcel federal.
La última vez que le escuché decir algo pedía perdón a la sociedad y clemencia para su madre ante el Tribunal Federal de Neuquén, que lo condenó a 18 años de prisión, dos menos que la pena máxima, en octubre de 2013. Ya pasaron dos años, suma otro par más detenido, y ahora asegura: "Con el delito no quiero saber más nada".
-¿Por qué lo hiciste?
Me perdió la ambición, querer más y más.
Dice que perdió todo lo que tenía y se quedó "en pampa y la vía". Es consciente de que su ambición también arrastró a su familia, pero no dinamitó sus vínculos. Tal es así que, una vez al mes la Justicia permite que su hermana Ruth y su hija Jessica lo visiten en el penal, donde está preso.
"La Justicia no me da este beneficio a mí porque soy Montecino. Está en el Código, para todos los presos.
Es lo que contempla la ley", afirma.
Dice estar lejos de pasarla como un rey, asegura que todo cuesta dentro de la cárcel. "Conseguir que te lleven al médico es una lucha", dice, algo congestionado. Es que lo tiene a mal traer una sinusitis crónica de un año y seis meses.
"¿Usted piensa que con una condena de 18 años y otra de 15 yo puedo pedir una salida transitoria? Me pegan una patada en el traste y me declaran insano. ¿En qué cabeza cabe? Se necesita la mitad de la condena y en enero recién cumplo cuatro años", sostiene, enfáticamente.
Asevera que el mismo criterio cuenta para su familia y la gente que trabajó para él y hoy purga una condena. "No hay arreglos, favores ni manejos turbios. Yo mejor que nadie sé que es así. Acá adentro, somos 230 presos y yo soy un número más", expresa.
Como le falta mucho para volver a salir, estudia y trabaja en la cocina, recluido en el pabellón seis. "No fui homicida ni violador. Tuve un secuestro de droga y gente que trabajaba para mí. Y por eso me dieron el máximo de la escala penal ¿De qué beneficios me hablan?", concluyó.
La otra cabecilla de la banda
Ruth puede salir a visitar a su madre
Ruth puede salir a visitar a su madre
"Hay dos personas que no tenían nada que ver: mi madre –Yolanda Esparza Flores- y mi ex mujer, Irma Betanzo, la madre de mis hijos", sostuvo el narco Héctor Montecino, en diálogo con LM Cipolletti.
Su madre, aunque imputada, fue absuelta por los jueces neuquinos, mientras que Betanzo fue condenada pero ya recuperó la libertad.
"Mi madre tiene Parkinson, hipertiroidismo, pesa 45 kilos y no se vale por sí misma", contó Montecino.
Por eso, dijo que cada 45 días, su hermana Ruth -la otra cabecilla de la banda- pide permiso a la Justicia para visitarla "con media policía neuquina, que la acompaña". Por cada visita que solicita, el tribunal le pide a su madre un nuevo certificado médico, en función de lo cual resuelve. "Nada más alejado de la realidad que recibir favores y beneficios porque somos Montecino", opinó.
La vida del amigo
¿Condorito en soledad?
Héctor Montecino desmintió que su amigo Sergio Condorito Dávila, otro narco detenido en la U9 con pesadas condenas por tráfico de drogas, pueda ver a su mujer privada de su libertad en Santa Rosa, porque hay 600 kilómetros que los separan, aunque hay pedidos oficiales de visitas que fueron concedidos. Aclaró que Ana Manosalva Campos ya puede salir de la cárcel 16 porque está a dos meses de obtener la libertad condicional.
Condenado por liderar un clan temido
Héctor Montecino fue condenado a 18 años de prisión por ser declarado culpable de tráfico de estupefacientes en las modalidades de almacenamiento, transporte y comercialización, doblemente agravado. Y sumó luego otra sentencia, de 15 años, por continuar con el negocio desde prisión.
Después de eludir en 2011 una sentencia en un juicio en el que quedaron expuestos vínculos con policías e investigadores, la banda volvió a ser descarticulada dos años más tarde. Esta vez por la Justicia Federal y la Policía de Neuquén y las pruebas recolectadas sirvieron para la condena de 18 años de cárcel del líder de una organización temida por su poder.
Mientras estaba preso esperando la realización del debate, según se desprende de otra investigación judicial, Héctor Montecino y un viejo rival, Sergio "Condorito" Dávila reorganizaron el clan y controlaban la distribución de drogas en el Alto Valle desde un calabozo.
Una serie de escuchas telefónicas fueron claves para hallarlo cuando estuvo cuatro prófugo (entre 2011 y 2012) y para comprobar que operaba desde prisión.
La Justicia Federal, en el proceso por el hallazgo de 172 de cocaína y 20 de marihuana en distintas propiedades de su familia, determinó que era uno de los líderes de la organización criminal que operaba desde Cipolletti hacia todo el Alto Valle y agravó duramente la condena porque el clan utilizaba al menos un menor de 18 años.
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