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El reciclador que quiere frenar la contaminación

Raúl Assum tiene un plan para reutilizar 4 toneladas de plástico por día.

Guadalupe Maqueda
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Comenzó con un molino, reciclando plásticos en una chacra de Fernández Oro. En 2010, Raúl Assum tuvo la oportunidad de reducir a pequeños pedacitos una montaña de envases que recolectó la campaña Agrolimpio y no se achicó. Acopió en bolsones todo el material que pudo, generó su propio stock y fue por más. Pensó que algún día iba a poder vender esos cientos de kilos de polietileno que había reciclado en soledad y esperó el momento.

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Sobre la marcha, se asoció con un amigo de toda la vida, juntos incorporaron otras máquinas para completar el proceso de lavado y secado; y dos años después, llegó la primera venta de plástico reciclado, con el que otros fabricaron los durmientes de una carga de tubings.

Desde febrero de este año, este joven emprendedor le pone el cuerpo a una planta de tratamiento y reciclado que radicó en lo que fue el galpón de una maderera, ubicado sobre General Paz al 200 de esta ciudad.

Hace mucho frío y todavía no dispone del transformador de energía eléctrica que compró hace tiempo a la empresa Edersa para funcionar a pleno. Pero no pierde la paciencia y le sobran las ganas de remontar vuelo entre los desperdicios que compra y acumula en el galpón: envases de agroquímicos que envía Provincia, tanques, tapas de tubings, caños y otros plásticos desechados por la industria petrolera. Los compra a Comarsa, EET, Transecológica y otras plantas de tratamiento y disposición final de los residuos; y luego los recicla para su posterior venta.

Hace pocas semanas, Assum redobló la apuesta e intervino en el colapsado basural de esta ciudad para recuperar algo de la cantidad de plástico que arrojan empresas y particulares, de manera indiscriminada. Uno de los recolectores que trabaja en el vertedero le acerca y le vende por kilo todo el material que puede.

En el galpón, ya acumula seis toneladas de polietileno de baja densidad, entre bolsas y nylon utilizado para envolver palets; y espera incrementar esa cantidad de manera exponencial, si el Municipio apoya una iniciativa que le presentó.

En su carácter de socio gerente y representante legal de la firma Crisalis SRL, propuso al intendente Aníbal Tortoriello que las empresas generadoras de grandes volúmenes comiencen a realizar la separación de desechos en origen. Esto, para evitar que los plásticos acrecienten las gigantescas montañas del basural.

“Por algún lado tenemos que empezar. Es algo simple, no genera costos para las empresas y evitamos así mayores daños al medio ambiente”, apuntó el integrante de la rama de jóvenes de la cámara de comerciantes de Cipolletti, y agregó: “Nos consta que las grandes empresas tiran sus residuos plásticos sin previo tratamiento para ser enterrados y quemados; y cómo crece día a día el basural”.

La idea es que todo ese material se deposite en unos canastos de estructuras metálicas que contengan un bolsón, con capacidad para un metro cúbico, y que la misma firma Crisalis está dispuesta a colocar.

Luego, los recicladores pasarían a buscar los desechos por ahí y se los venderían a la planta de reciclado. La propuesta fue realizada a principios de mes, pero el Municipio todavía no dio su respuesta.

Si logran avanzar con esta iniciativa, previo convenio, serán cuatro mil kilos de plástico por día que no irán a parar al basurero. Un pequeño gran paso para frenar la contaminación del basural.

La fábrica
El proceso para revivir el plástico

El polietileno de alta densidad pasa por una máquina trituradora que reduce el volumen del plástico. Luego, un molino lo tritura más y lo deriva a enjuague y secado. De ahí, al acopio y a una peletizadora, donde los desechos se calientan, se filtran, se vuelven a enfriar y a picar. La materia prima se reduce a diminutas mostacillas; y se lo venden a empresas de Buenos Aires que las utilizan para hacer productos nuevos. “De acá, lo único que hay son tanques de agua y mangueras de riego”, aclaró el joven empresario. “El próximo viaje que hacemos de diez toneladas de plástico picado está destinado a una empresa que fabrica baldes de albañilería”, contó. Aclaró que no pueden procesar botellas porque para eso se necesita una línea especial, aunque sí las comprarían si se separan los residuos.

Otra idea cipoleña para aprovechar la basura

Los referentes de El Fortín Construcciones, una empresa del Paque Industrial local, crearon un “biodigestor” capaz de transformar desechos orgánicos en energía limpia.

El ingeniero civil Ignacio Valicenti fue el mayor responsable de la creación. Se trata de un enorme tanque capaz de contener 5600 metros cúbicos de desperdicios, que simula el efecto digestivo de una vaca para que la descomposición de la basura produzca biogás, una de las formas de energía limpia más utilizadas en el mundo.

La estructura completó el proyecto de una firma internacional dedicada a promover la energía renovable, Biotec, que comprará los tanques para emprendimientos en distintos países. “Es una pieza de un engranaje más grande que lleva turbinas, cañerías y otros elementos para generar biogás”, detalló el profesional y coordinador general de Hidrofrac, una subdivisión de El Fortín.

El digestor creado en la ciudad puede ser viable para toda aquella actividad que genere grandes cantidades residuales de materia orgánica, como las jugueras, la industria azucarera o, aceiteras de palma o las papeleras. En la región podría tener aplicación, ya que funcionan pasteras y industrias jugueras, por lo que desde El Fortín detallaron a diferentes organismos cómo funciona el biodigestor y se pusieron a disposición del área de Ambiente de Provincia para motorizar proyectos sustentables.

“Este tipo de proyectos en otras partes del mundo sirven para abastecer a la misma actividad o industria que genera el desecho; y si no lo consumen, pueden venderlo. En Alemania funciona así, los mismos productores le venden el gas que producen al Estado, por lo que la energía no depende al cien por cien de recursos no renovables. Acá estamos años luz de eso, pero ocurre”, concluyó Valincenti.

El digestor que armaron en febrero será una pieza clave en el engranaje de Biotec en emprendimientos instalados en Argentina, Colombia, Honduras, Perú, Malasia, Nigeria, Ghana e Indonesia.

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