Se quedó sin trabajo embarazada, decidió emprender para llegar a fin de mes y hoy la rompe con sus empanadas
La pérdida del trabajo, el nacimiento de su hija y el empuje de Julieta y Emanuel dieron vida a La Empanadería, para llenar de sabor las mesas cipoleñas.
La pareja de jóvenes oriundos de Cipolletti enfrentó desafíos que pusieron a prueba su capacidad de reinvención. Con esfuerzo, amor y dedicación, lograron sacar adelante un pequeño proyecto familiar de empanadas y pastas, que comenzó en la cocina de su casa.
Julieta Sastre y Emanuel Manso se conocieron hace unos siete años, aunque reconocen que ninguno de los dos es muy bueno con las fechas. Su encuentro fue como en las películas: se vieron, conectaron de inmediato y a partir de ahí no quisieron separarse.
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Sin embargo, a las pocas semanas de aquel primer encuentro, Julieta tenía un viaje programado a Europa. Él tuvo que ser paciente y esperar su regreso para poder continuar con esa historia de amor que estaba empezando. “Fue algo muy natural, yo sabía que era ahí, como si la conociera desde antes”, recuerda Emanuel.
La conexión fue tan fuerte, que apenas unos meses después de conocerse, decidieron buscar a su primera hija, Olivia (5), y dos años después, llegó Josefina (3), para completar la familia. Hoy, además de compartir la crianza de las dos niñas, comparten un sueño: son los dos jóvenes emprendedores al frente de “La Empanadería by Meraki”. Aunque hoy se especializan en la venta de empanadas, no siempre fue así, en sus inicios se dedicaban a la venta de pastas frescas.
Todo comenzó en 2019 cuando después de siete años trabajando en atención al público de un cotillón, Julieta se quedó sin trabajo. La noticia la agarró con su primera hija en la panza, pero ella no se rindió y se puso manos a la obra: empezó a vender pastas que amasaba en su propia cocina para poder llegar a fin de mes.
Durante el embarazo, los estudios médicos revelaron que la bebé, Olivia, presentaba microftalmia unilateral derecha, una condición que impidió el desarrollo de uno de sus ojitos. Tras varias consultas comprendieron que, una vez que naciera, deberían viajar con frecuencia a Buenos Aires para que pudiera recibir la atención necesaria.
Ese desafío fue clave para tomar la decisión de apostar con más fuerza a su emprendimiento, buscando en la independencia del trabajo autónomo la posibilidad de acompañarla en cada paso de su camino.
Gracias a esto, hoy tienen la posibilidad de ausentarse y adaptar su calendario siempre que sea necesario. “Cuando vos tenés tu laburo propio, podés avisarle a la gente para que haga sus pedidos porque tenés que viajar con tu nena. Es algo que no ocultamos, así como le enseñamos a ella a contar lo que tiene. En otro laburo no nos permitirían viajar”, explicó Julieta.
La pandemia, una oportunidad para crecer
La cuarentena fue un golpe duro para todos aquellos locales que dependían de la atención presencial, algunos incluso tuvieron que cerrar y muchos trabajadores perdieron sus puestos. Sin embargo, también abrió oportunidades para emprendedores que, desde sus casas, se reinventaron y buscaron la manera de seguir adelante a pesar de la difícil situación que atravesaba el país y el mundo.
En el caso de Julieta y Emanuel, las ventas se dispararon: la heladera de su casa pasó de almacenar cinco o seis cajas de pastas a casi cien. “Ema me agarró un día y me dijo que iba a tener que ponerle un nombre al emprendimiento, porque ya era más que el boca en boca. Así nació Meraki”, recuerda Julieta sobre los inicios, vendiendo pastas rellenas, canelones y tartas.
En aquel contexto de aislamiento, la llegada de aplicaciones como “Pedidos Ya” o “Toque” y la modalidad take away, hicieron lo suyo y lo que comenzó con ventas a través de Marketplace, en Facebook, y a conocidos que seguían recomendaciones, se expandió rápidamente.
Así, la vivienda familiar se transformó en una pequeña fábrica. Entre bolsas de harina, verduras, fiambres y juguetes, Olivia crecía a la par del emprendimiento. Con el aumento de las ventas, optaron por llevar el proyecto al siguiente nivel y mudaron la cocina a un departamento detrás de la casa de la abuela de Julieta. Poco a poco comenzaron a equiparse con heladeras adecuadas, una nueva cocina, mesones y maquinaria, lo que les permitió aumentar la producción aún más.
Por la alta demanda, Emanuel tomó la decisión de renunciar a su trabajo como colocador de parabrisas, para dedicarse a tiempo completo a Meraki y a su familia. “Era un pivoteo y cambio de roles constante”, contó, describiendo cómo se adaptaban día a día a la nueva realidad del negocio.
De las pastas a las empanadas
“El emprendedor de pandemia fue como una oruga, una metamorfosis constante: si hacía calor había que tener una propuesta, y si hacía frío, otra”, recordó Emanuel. Así, fueron adaptando sus ofertas según se levantaban las restricciones, y pronto, con la llegada del verano, la venta de pastas dejó de ser tan rendidora.
Primero surgió la oportunidad de sumarse a un patio cervecero, ofreciendo ravioles y sorrentinos fritos, junto con papas y otras opciones “para picar”. En ese mismo espacio, les propusieron preparar empanadas para el primero de mayo, el Día del Trabajador.
Aunque el patio cervecero no prosperó, las empanadas fueron un éxito inmediato, y decidieron incorporarlas al menú. Sin embargo, Pedidos Ya no les permitía vender pastas crudas y empanadas cocidas a la vez, por lo que durante un tiempo convivieron en la plataforma como dos locales separados: Meraki por un lado y La Empanadería por el otro.
“Durante dos años seguimos en el departamento de mi abuela, comprando maquinaria para venirnos al centro”, contó Julieta. En la búsqueda de encontrar un espacio ideal, en junio del año pasado llegaron a Sáenz Peña 93.
Actualmente, el local cuenta con nueve empleados y ofrecen más de diez variedades de empanadas, dulces caseros y conservas, sin olvidar las pastas que los impulsaron desde el principio.
Aunque cuentan con alternativas innovadoras, como la Pulled Beef —una empanada de tapa de asado reducida en cerveza negra, con aceitunas y salsa barbacoa— aseguran que la favorita del público sigue siendo la clásica de jamón y queso.
Costumbres argentinas
El locro, los pastelitos, las tortafritas y, por supuesto, las empanadas son algunos de los sabores con los que los argentinos identificamos nuestras fechas patrias. Haciéndole honor a aquel primero de mayo que marcó un antes y un después en su proyecto, este año decidieron hacer algo distinto durante los feriados, para devolverle a la gente un poquito del cariño recibido.
Aunque en el día a día cocinan al horno, las ocasiones especiales ameritan comer empanadas fritas. Así fue como a Emanuel se le ocurrió pedir permiso en la Municipalidad para instalar un gran disco y freír empanadas en la calle, a la vista de todos. Desde entonces, en fechas patrias colocan una mesa con degustación de vinos y pan casero con dulce, para deleitar tanto a sus clientes habituales como a los curiosos que se acercan a conocerlos.
Lo que comenzó como una manera de agradecerle a los clientes, se transformó rápidamente en una pequeña tradición. Hasta en días fríos, como el 20 de junio o el Día de la Independencia, los vecinos se acercaron al local a disfrutar de la degustación. Algunos hasta eligen llevar su equipo de mate y compartir un rato en familia.
“Hubo gente que pasó horas acá. Fue muy gratificante ver que las personas tomen el lugar como algo propio y como un lugar de esparcimiento”, reconoció el creador de la iniciativa. Incluso, en la última convocatoria, una pareja reivindicó la cultura de nuestro país bailando folclore frente al local y cerrando la jornada con un broche de oro.
Con gran emoción por el camino recorrido y lo que lograron después de tanto esfuerzo, aseguró que, incluso en los tiempos difíciles, siempre se sintieron agradecidos.
“Todo lo hizo la gente, por más que nosotros trabajemos, los protagonistas son ellos. Algo que tiene de lindo Cipo, además de las personas, es que cuando pasan cosas lindas las tomamos como propias y toda esa energía hace que el otro crezca”, cerró, orgulloso de su ciudad que les dio la oportunidad de salir adelante.
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