El histórico cabaret de la zona que tuvo lo mejor del tango y "coperas" que enamoraban
Juan Carlos Merquel trabajó durante 25 años en Bagatelle. Contó al detalle la historia del legendario lugar por donde pasaron glorias del 2x4 como el Polaco Goyeneche, Alberto Castillo, Carlos Paiva y hasta Rubén Juárez con su bandoneón blanco.
Tenía 23 años cuando decidió venir a buscar trabajo y un futuro prospero en Neuquén, una ciudad a la cual desconocía por completo. En sus manos traía una carta de recomendación que le había dado la prima de un taxista neuquino. “Subí al colectivo El Valle a las seis de la mañana y llegué a las ocho de la noche. Llegué lleno de polvo porque todavía no estaba la ruta. Había solo una huella y era pura tierra y piedra”, recordó Juan Carlos Merquel, quien tiene 82 años y dos hijos: Carlos Alberto y Pablo Alejandro.
El hombre nacido en Elortondo, provincia de Santa Fe, arribó a la ciudad en 1969. Y confesó que apenas bajó del micro se quería volver. “Bajé en la parada de El Valle que tenía su lugar en la calle San Luis y Planas. No había nada. Me fui enseguida a la boletería pero no me podía tomar otro colectivo de vuelta porque salía al día siguiente”, contó Merquel, quien es descendiente de alemanes.
Te puede interesar...
“Mi papá vino a la Argentina en un barco que partió del río de Volga. No recuerdo bien cómo llegó a Coronel Suárez en donde había una colonia alemana", explicó. Precisamente, en esa localidad existen tres colonias de origen alemán fundadas por inmigrantes alemanes de Volga (vivían en el sur de Rusia); Santa Trinidad, San José y Santa María. Luego a sus 13 años Juan Carlos se radicó en Necochea. Cuando tenía seis años su madre falleció y seis meses después tuvo que lamentar la partida de su padre.
“Mis tres hermanos mayores no se hicieron cargo (de él y sus dos hermanas). Vivía haciendo changas y dormía en los trenes. Pasaba mucho tiempo en el club Blanco y Negro de Coronel Suárez”, reveló. En esa institución, que lo cobijaba, conoció a una familia, que lo invitó a irse a Necochea. En la ciudad balnearia el joven adquirió experiencia en el mundo gastronómico. “Había aprendido mucho de cocina al trabajar en diferentes lugares”, contó.
Sus primeras horas en Neuquén
Una vez en suelo neuquino y sin chances de retornar inmediatamente a Necochea, Merquel buscó un lugar donde alojarse. “Traía una carta de referencia para un señor que era taxista. Pregunté donde podía pasar la noche y terminé en el Hotel Alcorta, que está pegado a un kiosco y a Estrella Azul (relojería y joyería). Me cambié enseguida y me fui a ver al hombre", recordó.
“Cuando llegué estaba cenando. Como al día siguiente iba a estar muy ocupado me dijo que sabía de un lugar en donde necesitaban mozos. Me llevó al Hotel Limay en la calle San Luis, frente al cine Belgrano, donde ahora hay una cochera. El dueño, Osvaldo Pini, me preguntó de dónde venía, me invitó a cenar con el resto del personal y ahí mismo conseguí el trabajo”, rememoró.
Pini también era dueño de la confitería comedor que se encontraba en la terminal de El Petróleo, ubicada en Mitre 260. “Paraban a comer la gente que venía en los colectivos de El Chevallier, La Estrella, que llegaban de Córdoba. Pini necesitaba una persona y me llevó para ocupar el lugar de encargado. Él tenía de socio al dueño de la heladería Las Delicias, que también estaba frente al cine Belgrano”.
“Dormía parado porque trabaja en el hotel y después por la noche me iba a la terminal. Trabajaba todo el día. Al mes ya me había comprado un ‘Fitito’ (Fiat 600) que estaba desarmado en el Automóvil Club”, acotó con humor.
El cabaret Bagatelle funcionaba pegado a la terminal. El local estaba en Mitre 375, casi Santa Cruz, y era de un español llamado Paulino Barón. Su socio era de apellido Nicola. “Tenía otro Bagatelle en Comodoro Rivadavia y le terminó vendiendo su parte a Víctor Vier, que se quedó con todo”.
No pasó mucho tiempo para que el nuevo dueño del cabaret le ofreciera trabajo a Merquel: “Hacía de mozo y de encargado cuando el dueño se iba. El acceso era por una sola puerta y en un costado se ubicaba la cartelera con las fotos de os artistas que venían hacer su show”.
El Polaco Goyeneche y Alberto Castillo
Tras darle una renovación al club nocturno, Vier se dedicó a traer espectáculos de buen nivel. “La vedad que trajo a todos los grandes del Tango de esa época; Polaco Goyeneche, Alberto Castillo, Roberto Echagüe, Rodolfo Lezica, Héctor Varela, Argentino Ledesma, Rubén Juárez con su bandoneón blanco, Chiqui Pereyra, Carlos Paiva, autor del popular tema “Taxi Mío” de la telenovela “Rolando Rivas Taxista”, contó.
“Una vez vino Rossana Falasca, era la número uno de las mujeres. Cantaba muy bonito y tenía una presencia luminosa, era distinta. Luego de actuar en Bagatelle a los cuatro meses nos enteramos que había fallecido por una enfermedad”, comentó. Murió en febrero de 1983. Tenía 30 años.
Bagatelle tenía sus músicos fijos. Uno de ellos fue don Pantaleón Sosa, maestro de música, que llegó a dar clases en varios establecimientos educativos.
“La gente hacía cola para entrar a los espectáculos. A veces no me dejaban pasar y les decía ‘Muchachos si no pasó yo no entra nadie’. Abríamos a las 12 y cerrábamos tipo cuatro, cinco de la madrugada. Trabajábamos todos los días y tiempo después pasamos a tener el lunes como día de descanso”, detalló. Bagatelle tenía una capacidad para albergar 100 personas.
Merquel rescata de ese tiempo los códigos que se manejaban en la noche. El respeto y el trato que había. “Había un ambiente cálido, venía hasta la familia. Los sábados siempre era un ambiente familiar. La cocina a veces funcionaba como guardería porque dejábamos los carritos de los chicos”, manifestó, y añadió: “Venían matrimonios y también parejitas a disfrutar de un trago (Whisky ,Gin Tonic, Whisky cola) y de los espectáculos. Era gente que tenía un poder adquisitivo bueno”, añadió.
Parte del empresariado también compartía sus reuniones en el recinto del Bajo neuquino. Después había ‘casineros’ que siempre se daban una vuelta. “El casino funcionaba en el Club Pacífico, en calle Córdoba, y cruzaban las vías para venir a tomar algo. Iban y venían. Todo el mundo se conocía y se saludaba”, sostuvo.
El peluquín de Alberto Castillo
Ante la cantidad de artistas que llegaban, Vier aprovechó para vender los shows en Cipolletti y General Roca. “Si bien a veces quedaba a cargo del local también me encargaba de llevar a los cantantes a otros lugares. La gente nos esperaba afuera del lugar para recibir al artista y saludarlo”, expresó.
"Llevé a Alberto Castillo a Tarcus en Cipolletti y él bajó apurado del auto. Pero en un momento paró su marcha y se agarró la cabeza medio alterado. Castillo usaba peluquín y se le había caído. Lo encontramos enganchado de la rama de un árbol cerca de dónde habíamos dejado el auto”, reveló con humor, y agregó: "Era una animal para comer. A veces Vier no lo aguantaba y me tenía que quedar yo con él".
Los Lagos, que estaba a una cuadra de Bagatelle (a su dueña le decían La Chacha), y el Cuartito Azul (Bahía Blanca y Perito Moreno), en donde supo trabajar como portero Guillermo Pereyra (ex secretario general del Sindicato de Petróleo y Gas Privado), eran otros locales nocturnos similares. Miau Miau, a cargo de La Mari, fue otro de los cabarets de la ciudad. Funcionaba en la zona balnearia.
Coperas del amor
Muchos autores y cantores de tango en sus composiciones hacen referencias a la vida de las “coperas”, mujeres que se encontraban en los cabarets para entablar un diálogo ameno con los clientes, bailar algunas piezas y lograr que consumieran copas. Bagatelle, como otros tantos lugares del país, tenía sus “coperas”. “Había un respeto mutuo entre los clientes y las coperas. Había entre 18 y 25. Venían de Córdoba, Mendoza y paraban a la vuelta del negocio, en la calle Santa Cruz, donde había un hospedaje”, explicó.
“Si alguna persona quería tener un encuentro, la chica era la que decidía. Igual, nadie estaba obligado a pagarle una copa o lo que sea. Todo se hacía afuera del local. Algunas se iban cuando cerrábamos”, detalló.
Juan Carlos sostuvo que algunas de esas mujeres que pasaron por Bagatelle se han quedado a vivir en la provincia. “Hubo hombres que llegaron a casarse con algunas de las chicas. Y después están los que se separaron de su mujer para iniciar una nueva relación”, destacó, y agregó: “Hay dos o tres chicas cordobesas que se han quedado en Neuquén. A una de ellas la he cruzado en la calle", contó.
Bagatelle tuvo sus días convulsionados cuando su dueño contrató un show de transformismo. "Estuvieron un mes y venían de la revista de Buenos Aires y los integrantes eran todos travestis. Se armó un revuelo muy grande porque querían cerrar el local", recordó.
"Era un espectáculo de lujo. Y el obispo Jaime de Nevares lo quería censurar e hizo un lío bárbaro. Hacían striptease e imitaban a Susana Giménez. Tenían un cambio de vestuario muy bueno. Y cantaban y bailaban de primera. Todo los días estaba lleno. La gente a las once de la noche se ponía a hacer cola para entrar. No era común ver un espectáculo de transformismo en Neuquén. Creo que fue uno de los primeros que se vio", aseguró.
Experiencia en Tv
En 1974, Juan Carlos conoció en Bagatelle al Flaco García, quien era encargado del personal de Canal 7 y le ofreció trabajo. En su ingreso a la emisora, ocupó el puesto de tiracables y después pasó a ser camarógrafo hasta 1978. “Siempre tuve dos trabajos paralelos. Lo que aprendí con la cámara me lo enseñó Antonio Arroyo”, afirmó.
“El doctor Borocotó padre venía a grabar los programas para cubrir un mes. El programa 'La Posta del Resero' de Milton Aguilar se hacía afuera del canal porque se hacía un fogón. Se hacían empanadas. Cuando me fui del canal me arrepentí mucho”, describió.
Cuando cumplió 25 años en Bagatelle a mediados de los '90, Merquel dejó su trabajo. “La cosa comenzó a ponerse fea porque se había perdido el respeto. Neuquén fue cambiando mucho. Con la construcción de El Chocón ya había venido mucha gente de afuera. Y eso siguió sucediendo todos los años. Hasta el día de hoy sucede lo mismo por Vaca Muerta. Neuquinos, neuquinos, van quedando pocos”, sostuvo.
Juan Carlos vive en el barrio Don Bosco III junto a Inés, su actual compañera. Se había casado con Mari, quien falleció cuando se desató la pandemia. Junto a su primera esposa estuvo 54 años. “Estuvo varios años enferma. No la pude despedir bien por todo lo que pasó durante la pandemia. Estuve más de un mes y medio para recibir sus cenizas”, contó.
Como les sucede a los jubilados de todo el país, no hay dinero que alcance para llegar a fin de mes. Por ese motivo junto a Inés realizan viandas: “Todos los sábados levantamos pedidos en los negocios del Bajo y por la zona de la calle Lanín. Son los chicos que trabajan de corrido y están cansados de comer sandwichs. Y también hacemos conservas (berenjenas), salsa criolla, chimichurri, salsa picante y las vendemos en las parrillas del balneario. No queda otra y le buscamos la vuelta, pero estoy pasando una vida linda con mi actual señora porque con el dinero que juntamos, cuando podemos, nos vamos de viaje”.
Leé más
Se descontroló un incendio de pastizales y las llamas afectaron varios barrios
Tras el rechazo a la disolución ¿cómo funciona la base de Seguridad Vial en Cipolletti?
-
TAGS
- Cabaret
- tango
- +Historias
- Neuquén
Noticias relacionadas
Lo más leído
Dejá tu comentario