Proponen distinguir a la empresa Boschi por su trayectoria en la industria frutícola
Lo impulsaron en la Legislatura rionegrina los radicales Matzen y Bernatene. Resaltan el aporte de una gran empresa que se inició como emprendimiento familiar.
Un proyecto para distinguir a la empresa frutícola cipoleña Boschi Hermanos presentaron legisladores Lorena Matzen y Ariel Bernatene, del bloque Unión Cívica Radical.
La iniciativa apunta a declarar a la firma de interés económico, social, cultural y productivo, la trayectoria, historia y su actual labor. Destaca que su aporte fue incalculable y que favoreció el “desarrollo y crecimiento económico de nuestra provincia desde hace más de 60 años”.
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Entre los fundamentos de la propuesta se puso de relieve que la fruticultura “es una de las actividades más representativas del Alto Valle de Río Negro y Neuquén, no solo por su tradición centenaria, sino por su enorme impacto económico y social”.
Agrega que la región, ubicada en un "valle semidesértico del norte de la Patagonia Argentina, se ha convertido en un polo frutícola gracias a sus condiciones naturales: clima seco, amplitud térmica, escasa presencia de plagas y agua pura proveniente de deshielos andinos”.
“Estas ventajas permiten obtener frutas de alta calidad que dan acceso a los mercados internacionales mas exigentes”, agrega.
Una familia ligada a la fruticultura
Los diputados rionegrinos resaltaron que, en este contexto productivo, nació la compañía en 1969, fundada por Bautista y Pablo Boschi en el corazón del Alto Valle, Cipolletti.
El emprendimiento “nació como una chacra familiar” y alcanzó una envergadura que la ubica como “una firma nacional referente en el sector”.
En la actualidad está gestionada por la segunda y tercera generación familiar, que ha logrado “mantener los valores fundacionales y consolidar un modelo de empresa sostenible y arraigada al territorio”, subrayaron los impulsores del proyecto.
La propuesta legislativa pondera que la compañía participa en todas las etapas del proceso, desde la producción de fruta en las chacras, el empaque en su planta de Cipolletti donde se realiza el lavado, secado, encerado, etiquetado y calibrado mediante tecnologías de detección de color y defectos, y el mantenimiento en sus cámaras frigoríficas hasta la comercialización en el mercado interno y en el exterior.
“Gracias a su estructura organizativa, puede garantizar una calidad constante y fortalecer vínculos comerciales duraderos basados en la confianza.
Además, cuenta con una política de crecimiento sostenible, enfocada en el desarrollo a largo plazo, la renovación de cultivos y el cuidado del medio ambiente.
Boschi comercializa su producción bajo tres marcas propias ya reconocidas: Boschi ("siempre natural"), Trebejo ("la leyenda") y Faenza ("frutas con tradición"). En cuanto a las variedades, cultivan manzanas Red Delicious, Granny Smith, Cripps Pink y Galas, destinadas principalmente al mercado interno y a Brasil, con excepción de las Pink Lady y Cripps Pink que se exportan completamente.
Mientras que en peras están centralizados en Williams, Anjou y Packham’s Triumph), las que se exportan a mercados de Estados Unidos, Europa, Rusia, Medio Oriente y Sudamérica, adaptando los formatos de empaque a los requerimientos específicos de cada destino.
Matzen y Bernatene enfatizaron que el ejemplo de Boschi “permite entender cómo un sueño familiar puede convertirse en una realidad que contribuye diariamente al desarrollo regional, generando empleo y fortaleciendo la identidad productiva del Alto Valle”.
Impacto en la generación de empleos
El sector frutícola, más allá de su función productiva, tiene un fuerte impacto en la generación de empleo y en el desarrollo regional, expresaron los legisladores radicales.
Explicaron que de acuerdo con estudios efectuados por el CONICET y el INTA, “cada 1.000 hectáreas de frutales tienen el potencial de generar empleo para 1.000 personas, entre puestos directos e indirectos”.
A modo de comparación, indicaron que “mientras un productor mediano de peras o manzanas puede emplear dos familias por cada 10 hectáreas, un establecimiento sojero necesita solo dos trabajadores en total”.
“Esta diferencia muestra cómo la fruticultura dinamiza una cadena de valor mucho más amplia e intensiva en mano de obra”, añadieron.
En este aspecto introducen un tema que ya ha sido manifestado por otros actores del espectro frutícola regional: la falta de mano de obra y la necesidad de requerir empleados de otras provincias.
Para Boschi la alta demanda es un desafío para el sector. "Cada vez es más difícil encontrar trabajadores dispuestos a realizar tareas exigentes y al aire libre", puntualizaron.
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