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Murió Francisco Tropeano, dirigente comunista y de los productores de la región

A los 92 años de edad, murió Francisco Tropeano, dirigente comunista y de los productores de la región, muy respetado por sus luchas y esfuerzos organizativos.

Apenas concretarse el golpe militar del 24 de marzo de 1976, un comando fascista ingresó violentamente en la casa del comunista cipoleño Francisco Tropeano. Al no encontrar a nadie, los furiosos represores descargaron tiros intimidatorios y se robaron cuanto quisieron. Tropeano esquivó la muerte varias veces, pero este miércoles 19 su corazón revolucionario se detuvo, en la hora del adiós.

La horda de perseguidores, al mando del jerarca militar Raúl Guglielminetti, de triste fama, se hizo presente en la casa de Tropeano, dirigente de los productores de la región y conocido militante comunista, no más de una hora y media después de que se consumara en el país el asalto al poder del dictador Jorge Rafael Videla y sus tétricos camaradas de armas.

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La acción contra el vecino revela el odio perentorio que animaba a los golpistas. Por fortuna, el dirigente había sido alertado del operativo criminal y había logrado esconderse, justo a tiempo. Como había decidido con su familia, él se ocultó solo, en un lugar aparte del que lo hicieron, a su vez, su esposa Ángela Russo y el hijo único de ambos, Darío. Era lo más conveniente, en esa época de plomo, cuando el horror campaba a sus anchas.

FRANCISCO TROPEANO SEMBLANZA
El militante y dirigente cipoleño Francisco Tropeano, acompañado por su esposa, Ángela Russo. La casa que habitaban junto con su único hijo, Darío, fue asaltada por una horda de la infame Triple A momentos después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

El militante y dirigente cipoleño Francisco Tropeano, acompañado por su esposa, Ángela Russo. La casa que habitaban junto con su único hijo, Darío, fue asaltada por una horda de la infame Triple A momentos después del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

El vecino Francisco Tropeano nació y llevó adelante su vida en Cipolletti. Habiendo podido optar, en alguna oportunidad, por el exilio, eligió quedarse, permanecer en la Argentina. Nunca pudo estar lejos de su ciudad y del Comahue, la región que une a Río Negro y Neuquén, por lapsos demasiado largos. Siempre volvió. Viajó, claro, pero nunca para irse. Hasta estuvo en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), para perfeccionar sus conocimientos de marxismo. El curso que hizo allí fue el de grado máximo, el non plus ultra. Era exigente consigo mismo, en todo lo que concretó y proyectó.

Este miércoles 19 de noviembre, a los 92 años de edad, lo vino a buscar la muerte, a la que había esquivado incluso cuando la cita entre ambos parecía ineludible. Esta vez, lo encontró acostado, en su casa, y ella, la que no se hace esperar más cuando lo resuelve para siempre, le tocó el corazón y se produjo un infarto.

Una enfermedad encendió la alarma

Algún tiempo antes, el veterano dirigente había tenido síntomas de que su sistema vascular se estaba deteriorando. Nunca antes, en su prolongada existencia, una enfermedad había encendido alarmas tan potentes como ahora. La salud, en general, lo había acompañado.

Pero la hora final, es la hora, la última hora. Darío, el hijo único, quien aportó sus recuerdos para esta semblanza, mencionó que su padre conservó su lucidez, su inteligencia, su sagacidad, prácticamente hasta su jornada postrera. Ratito antes del desenlace, había estado leyendo, y sin anteojos. Nunca necesito anteojos para leer. Y era tan seguro de sí mismo que condujo solo un automóvil hasta los 88 años de su edad.

El ruido y la furia de los fascistas tiene razones que, para ellos, son oscuras, como todo lo relacionado con la vida. Tropeano llevaba una vida intachable y ésa era la causa del odio, del rencor. Una vida transparente, que esparcía su propia luz. En su currículum, tan extenso como intenso, se pueden mencionar numerosos trabajos y días de acción en beneficio de los demás, de la comunidad, de su pueblo.

Momentos de una militancia intensa

Un sucinto repaso de sus méritos incluye:

- Haber sido secretario general de la delegación de Bahía Blanca de la Federación Universitaria de Buenos Aires, la histórica FUBA. Quiere decir que, siendo estudiante, militó por sus compañeros y su casa de estudios antes de recibirse como contador, en la facultad de Ciencias Económicas.

-Conformar el primer estudio contable de la zona, el estudio Ferracuti-Tropeano.

-Fundar y presidir el recordado Movimiento Regional de Productores, organización que encabezó reclamos y protestas de los chacareros, con tractorazos multitudinarios.

-Integrar y ser directivo de la Corporación Frutícola, la muy respetada Corpofrut, una propuesta materializada, aunque, al final, lamentablemente abandonada, de los productores por incidir en forma determinante en la fruticultura regional.

-Haber integrado la Comisión de Estudio pro El Chocón-Cerros Colorados.

-Haber sido dirigente y candidato a diputado nacional por el partido Comunista de Río Negro. En la década de los ´80 del siglo pasado, con el retorno de la democracia, el PC cipoleño era capaz de llenar por su cuenta el salón del Círculo Italiano o el salón de los Bomberos. Hoy, a cualquier partido hacer esto le cuesta, si se anima, por cierto.

Francisco Tropeano, actividad privada

En lo privado, Francisco Tropeano ejerció como contador, pero se destacó y consagró sus esfuerzos mayores a las actividad productiva. Fue productor frutícola, llegando a tener un galpón propio y un frigorífico, además de concretar emprendimientos ganaderos en las provincias Neuquén y Buenos Aires.

En los años '60 y '70, incursionó también en el quehacer periodístico, siendo fundador de un periódico llamado Tribuna Libre. Además, fue impulsor de un boletín del productor agropecuario.

La Triple A, siempre al acecho

Semejante actividad de un comunista asumido, convencido y militante lo pusieron en la mira de la Alianza Anticomunista Argentina, la malhadada Triple A, de infausta memoria. Precisamente, el comando de Guglielminetti que asaltó la casa familiar del cipoleño, era de la Triple A y buscaba, no hay dudas de ello, asesinarlo. No pudo llevarlo a cabo, pero Tropeano soportó un verdadero calvario en los años de plomo de la última dictadura.

Escapó de la muerte, pero no del encierro forzado. No pudieron capturarlo, pero, en una arriesgada decisión, él mismo se presentó ante las autoridades represivas acompañado por un escribano. Conoció entonces la crueldad de estar atado y con los ojos vendados, fue torturado y hasta se llegó a temer por su vida, ya que en algún momento se desconoció su paradero. Lo tuvieron detenido en Neuquén, en Bahía Blanca y en Rawson. Fueron muchos meses de cautiverio, que no lo doblegaron.

Un luchador comprometido

Darío, su hijo, con toda la tristeza del mundo por el deceso de su padre, lo recordó, no obstante, con el cálido entusiasmo del orgullo. "Tuvo una vida muy intensa", destacó y dijo: "Fue un gran luchador y una persona muy inteligente. Fue un tipo muy comprometido y un tipo duro, sí, duro, porque aguantó firme, no aflojó. Ante las adversidades, nunca aflojó".

Con Tropeano, se puede decir que muere una etapa histórica vibrante de la producción de Río Negro y Neuquén. Tiempos convincentes, aguerridos, en los que se ponía el cuerpo por una meta, por la comunidad. Tiempos con largos períodos represivos que no todos pudieron atravesarlos. Murió un tiempo, otros tiempos de desafíos se viven ahora.

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