Aprender la lección
Especial por Alfredo Celani para La Mañana Cipolletti on-line
Será para España y Holanda. De ahí saldrá el próximo campeón de esta copa del orbe que está muy cercana a concluir en suelo sudafricano.
Y de algo podemos estar seguros: un nuevo nombre se sumará a la nómina de poseedores del máximo cetro. ¿Será Holanda que accede a esta oportunidad luego de 28 años? ¿Será España que alcanzó por primera vez en su historia semejante posibilidad?
En esos dos interrogantes se centra la gran atracción del domingo, en el penúltimo juego de los 64 previstos para el torneo, porque el aperitivo será el sábado, el “título por el honor” a cargo de los bravos uruguayos y el elenco teutón, tan poderoso hasta que ayer se encontró con un equipo que le hizo padecer aquello que bien pudo haber estado en condiciones de hacerlo la selección de Maradona: lo que comúnmente se dice como es quitarle la pelota.
Un par de frases de los propios alemanes sintetizan dónde estuvo la clave de esta también atrapante semifinal. "Hay que felicitar a España por haber jugado tan bien. Han vuelto a demostrar su clase y nosotros no hemos podido encontrar nuestra manera de jugar. España hace circular la pelota como nadie", sentenció el técnico germano Joachim Low.
El capitán de esa misma escuadra, Philipp Lahm, opinó que “en la primera parte nos faltó algo de coraje para atacar". Y eso, cabría decirlo, habrá sido sin dudas por la estrategia que armó España.
La sentencia final y concluyente la dio Miroslav Klose: “Teníamos que haber forzado a España a cometer errores, pero no lo hicimos. Tuvo la posesión del balón".
Así son las cosas. Ahí estaba la clave; la que seguramente le faltó a la selección argentina el sábado, cuando le “entregó” la mitad de cancha -y pelota incluída- para que Alemania jugara… y así nos fue.
Honores entonces para España, por la lección que dio.
Y a palpitar la final del domingo, con esta Holanda que irá en busca de hacer valer aquello que “la tercera es la vencida”. Lejos en el tiempo están sus finales de 1974 con Alemania en Munich, donde aquella “Naranja Mecánica” que ya deslumbraba al mundo entero por un juego dinámico que revolucionaba a todos, pero que no pudo plasmarlo esa vez –se puso en ventaja con un penal, pero luego Alemania lo dio vuelta para imponerse por 2 a 1- y tampoco pudo lograrlo cuatro años más tarde en Argentina, cuando en aquella épica definición con alargue incluido (1 a 1 en los noventa porque Naninga empató a poco del final la diferencia que había sacado con Kempes), otro de Kempes y Bertoni sellarían el 3 a 1.
A simple vista, daría la impresión que esta Holanda no tiene la calidad de la de aquellos años donde jugadores como Cruyff (ausente en Argentina), Neeskens, Krol, Rep, Resenbrink (el del famoso pelotazo en el arco de Fillol en el último minuto), entre otros, deleitaban con un estilo al que sólo le faltó estampar el sello con la victoria final.
Pero son cosas del fútbol es así.
La Naranja o la Furia. Ellos serán los finalistas -¿impensados ambos?- de esta cita muy cercana a concluir.







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