En su momento fue una Leona
Llegó a la región para quedarse y tiene cientos de recuerdos de su paso por la selección argentina de hóckey sobre césped. Adriana Alfonso fue figura en la década del ‘70 y brilló en varios mundiales.
Nació en Buenos Aires y con perfil bajo y mucha simpatía guarda momentos inolvidables con la camiseta nacional. Fue una de las mejores defensoras del país.
De perfil bajo, sencilla, pero con la sonrisa que la caracterizó siempre y mucha simpatía se animó al recuerdo no sin antes aclararle al periodista: “chequea bien los datos, porque la memoria a veces me juega una mala pasada”.
Nació en Buenos Aires y se enamoró del hockey cuando su mamá comenzó a enseñarle este deporte a ella y a su hermana Verónica, dos años menor. Luego fue el turno de llegar al Belgrano Athletic y a partir de allí el crecimiento no se detuvo. “En Belgrano llegamos a primera y logramos el título para el club luego de 19 años sin hacerlo. El último logro lo había conseguido un equipo en el que jugó mamá. Esas coincidencias que tiene la vida”, recordó la ex defensora que a la hora de identificarse con un estilo de juego lo hizo con Cecilia Rognoni, ex integrante de Las Leonas.
Con ella luciendose en defensa y Verónica en el ataque llegó la primera cita para la selección y al poco tiempo estaban pensando en el Mundial de 1972. “Eran momentos diferentes y se entrenaba para un cierto torneo, no como ahora que hay mejor organización y anticipación a la hora de trabajar. Creo que el secreto nuestro fue lograr un buen grupo humano y superar todas las adversidades como no tener cancha o un lugar para entrenar. Nunca nos sentimos menos que nadie a pesar de saber que había grandes seleccionados como Alemania o Holanda”, afirmó Adriana quien también jugó en Tenis Club, Hidronor, Marabunta y la selección del Alto Valle.
En 1974 la cita fue en Francia y la selección logró otra vez la medalla de plata. “Nos faltó roce internacional y competencia, tema que algunas potencias resolvían con el Tres Naciones. De todas maneras se hizo un muy buen certamen, se tuvo la valla menos vencida, el equipo más goleador y perdimos ante Holanda de manera ajustada. Mi hermana Verónica brilló y fue la goleadora. El regreso al país fue lindo y hasta estuvimos con el presidente Perón, quien nos saludó por el logro”, apeló a la memoria con una amplia sonrisa y brillo en sus ojos, la bonaerense quien ya es una cipoleña más luego de llegar a Alto Valle siguiendo el trabajo de su esposo Horacio, quien arribó a la zona para dirigir a Deportivo Roca.
En 1975, el torneo fue en Escocia, pero las chicas no tuvieron un buen certamen y finalizaron sextas. Un año después el viaje fue a Berlín. En terreno alemán, el equipo rindió muy bien y le ganó a Holanda en semifinales antes de caer con Alemania en la final. “Creo que vencer a Holanda fue sacar un peso enorme y quizás eso nos jugó en contra con Alemania y nos fue mal”, afirmó la actual scouting en los seleccionados de la Federación Rionegrina y mamá de Florencia, quien también es defensora en la primera de Marabunta. Sus otras dos hijas, Ludmila y Carolina, ya dejaron el hóckey.
En 1978 fue el turno del Mundial de España en Madrid. “Fueron tiempos complicados para el plantel, costó mucho todo, pero de todas maneras logramos el tercer lugar”. A ese torneo no pudo asistir Verónica, quien hoy reside en Buenos Aires.
La despedida mundialista fue en Vancouver, Canadá en 1979 con un décimo lugar. En 1981 para el torneo de la Argentina y un año después quedó afuera de Malasia por una decisión técnica. “Tenía 31 años, estaba muy bien entrenada, pero el técnico me dijo que no iba y colocaron a una chica más joven. Fue duro porque me sentía muy bien”, contó Adriana haciendo un gesto de resignación, pero volviendo de manera rápida a la sonrisa.
Las cosas que deja un deporte
Conoció muchos lugares y dejó amistades en todas partes. “Tenía una amiga en el plantel de Holanda y otra en el de Escocia. Como manejaba bien el inglés (luego fue profesora) charlaba mucho con todos y en especial con ellas nos enviamos cartas durante mucho tiempo”, recordó quien también jugó torneos argentinos para Capital Federal, pasó por las canchas de Paraná y recién se puso a un costado del campo de juego a los 45 años.
También hubo momentos tristes como una no convocatoria y algún premio que no recibió de manera injusta. En 1982 estuvo nominada para recibir el Olimpia, pero la decisión fue otra a pesar de su gran campaña en la selección.
Sentirse Leona
Está actualizada, va la cancha y mira los partidos por televisión. “¿Qué si me siento una Leona cuando miro el partido? Claro que sí. Y hasta pienso hacia mi interior que lindo hubiera sido ser televisada o seguida de otra manera, pero bueno fue otro tiempo y uno tiene que aceptar eso. Quizás me molesta que se diga que Argentina y el hockey femenino tomó impulso en la década del 80 cuando una década atrás también se hicieron muchas cosas importantes. Pero, eran otros tiempos y todo va cambiando”, concluyó con su sonrisa de siempre.
Momentos que no se olvidan
La rompe redes
En el Mundial de Francia en 1974 tuvo una muy buena actuación y anotó un gol que sigue en el recuerdo. «Tuvimos un corner corto y yo tenía la suerte de pegarle bien y fuerte. En un partido, le pegué arriba y rompí la red en la parte donde ponía el número del año del torneo».
No se perdía partidos
«Una de las cosas que más fuerte me quedó del hóckey fue que mientras estuve bien, siempre fui titular y jamás me perdí un encuentro. Tuve suerte de lesionarme poco». Una vez fue infiltrada tres veces antes de un encuentro.
Voz autorizada
«No llegué a ser capitana, pero si subcapitana. Siempre con respeto decía las cosas que sentía y mis compañeras escuchaban».
Conección de sangre
«Cada vez que tiraba una falta, mi hermana recibía la bocha. No preguntes como ni por qué, pero siempre había un hueco, un lugar o algo que hacía que Verónica recibiera mi asistencia».
Tiene todos los testimonios
Cientos de fotos, medallas y otros recuerdos son bien guardados por Adriana y valorados por la familia. «Cuando me pongo a mirar empiezan los recuerdos».
Ellos ayudaban
Ante la falta de rivales, los varones colaboraban. «Los chicos de la quinta de Don Fernando siempre entrenaban con nosotras».
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