
El residuo pandémico pone en peligro a la fauna y flora
Tapabocas y guantes ya representan el 1% de la basura mundial.
A raíz de la pandemia de COVID-19, los gobiernos de todas las naciones se vieron obligados a tomar medidas restrictivas y de bioseguridad para proteger a la población ante el contagio, aún sin vacunas a la vista. Por ello, una de las primeras recomendaciones brindadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -primero circunscripta solo a los infectados y después llevada a la población general- fue el uso del tapabocas, que podría impedir que el virus penetrase por detrás de la tela y reducir los riesgos.
Sin embargo, después de superada la grave crisis sanitaria, el recurso se volvió cada vez menos necesario y los individuos empezaron a desechar aquello que se volvió habitual durante dos años. Los elementos sanitarios, tales como los barbijos y los guantes, ya forman parte del 1% de la basura a nivel mundial y los expertos alertan por las posibles consecuencias sobre la vida silvestre; ocurre que, por sus características, podrían poner en peligro a la fauna durante varias décadas.
Un reciente estudio realizado por científicos pertenecientes al Museo de Historia Natural del Reino Unido permitió dilucidar que el impacto de los desechos podría durar incluso siglos.
“Realmente no sabemos qué tan grande podría ser el problema de los desechos pandémicos. Dado que muchas áreas del mundo tenían restricciones sobre el movimiento no esencial, nunca podremos saber el verdadero alcance del problema, pero este ensayo nos brinda una instantánea de la gran diversidad de especies que se vieron afectadas”, explicó Alex Bond, uno de los autores del artículo. Los animales, como con casi todos los productos que contienen plástico, suelen enredarse y, posteriormente, morir.
Según investigaciones oficiales, la demanda de mascarillas en el momento más álgido de la pandemia fue de 129.000 millones por mes. Además, solo de marzo a octubre de 2020, el abandono de barbijos aumentó un 80%.
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