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LMCipolletti Historias de vida

El gimnasio de Cacho ya tiene un gran campeón

Cacho Diocares trabaja con chicos vulnerables en su gimnasio del San Pablo.

KATIA GIACINTI

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Hace aproximadamente 17 años el boxeador y entrenador cipoleño Miguel “Cacho” Diocares levantó desde cero y sin un peso en los bolsillos un galpón en el barrio San Pablo que terminó por convertirse no sólo en un simple gimnasio, sino también en un hogar para chicos con problemas de adicción y en situación de vulnerabilidad socioeconómica. Un gimnasio en el que se aprende a guantear con un rival para ganar fuera del cuadrilátero.

El tiempo pasó y, lejos de dejarse derrotar por la adversidad, logró cambiar la vida de cientos de pibes que encontraron en sus palabras y el deporte la contención necesaria para no tirar la toalla, darles un derechazo a los prejuicios y demostrarle a la sociedad que todo es posible.

Sentado en una pequeña mesa en un rincón, con la mirada fija en su cronómetro color negro y acompañado por el reciente campeón provincial de peso ligero Lucas Rodríguez, Cacho recordó junto a LM Cipolletti los momentos más importantes de la historia de su gimnasio Vicente López y, además, hizo un breve recorrido por los logros alcanzados por su equipo que hoy ya considera su familia.

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La historia

“Todo comenzó porque yo estaba por jubilarme y no tenía nada para hacer. Un día en un café me encontré con un señor -el dueño del galpón que ya falleció- y fue quien me ofreció el espacio. Estaba todo para atrás; tuvimos que limpiar, poner vidrios y restaurar lo que pudimos sin ayuda, aunque fueron muchos los que se acercaron para darnos una mano, como Herman Schroeder, pionero de la ciudad y precursor de la medicina en la región. Tenía un corazón muy grande”, relató el entrenador.

En poco tiempo, el lugar se transformó en un refugio de contención para jóvenes con problemas de adicción a las drogas en el que Cacho asumió la responsabilidad de ayudarlos a conseguir changas o trabajos fijos para que entrenaran y se formaran en el ámbito profesional en simultáneo.

Sin embargo, la contribución más importantes fue brindarles todo su afecto y apoyo para que entendieran que nunca iban a estar solos ni dentro ni fuera del ring.

12 jóvenes entrenan en el gimnasio de Diocares

“Todos los problemas que ellos tienen nosotros también los cargamos, pero yo creo que nadie nace delincuente ni adicto, sino que es culpa del sistema en el que vivimos. En vez de pararnos en la esquina a señalar a la gente, nosotros invertimos nuestro tiempo para ayudarlos a cambiar. Algunos de ellos se casan, otros consiguen buenos trabajos. No se trata de criticar, sino de brindar oportunidades”, sostuvo con un dejo de emoción.

Por otra parte, explicó que a medida que fueron pasando los años se dio cuenta de que las claves para alcanzar el éxito son la humildad y la disciplina, y que además es importante “ser persona antes que boxeador”. Esta convicción ayudó a que sus púgiles consiguieran importantes títulos provinciales y nacionales, así como también el reconocimiento de la Federación Argentina y Neuquina de Box sin perder la bondad en sus corazones ni olvidar de dónde vienen.

A modo de conclusión, Cacho reflexionó: “Empezamos con muy poco, pero logramos nuestro objetivo principal de que los chicos trabajen, estudien y tengan códigos. Es algo muy especial y emocionante para mí porque todo esto necesitó de muchos sacrificios y yo también pasé por momentos muy difíciles. No tienen que dejarse engañar por la droga ni dejarse llevar por lo fácil, tienen que ser útiles y seguir adelante sin miedo”.

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--> La historia detrás del cinturón de campeón de Lucas

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Con esfuerzo y dedicación, el boxeador cipoleño Lucas Rodríguez se abrió paso en el deporte de los puños a pesar de haber recibido varios golpes bajos en el camino. No fue fácil, pero finalmente el joven de 25 años entrenado por Cacho Diocares logró consagrarse campeón provincial en Picún Leufú, Neuquén, el 21 de abril.

Nacido y criado en el barrio Tres Luces, el joven deportista llegó al gimnasio gracias a su hermano mayor, quien le ofreció acompañarlo a entrenar un miércoles por la tarde al menos 9 años atrás. Desde ese momento, su vida dio un giro inesperado que lo llevó a lograr sus sueños más preciados.

Campeón de boxeo

“En ese momento trabajaba en la chacra cosechando y podando, entre otras cosas. Cuando llegué al boxeo nueve años atrás no volví más a la chacra porque sabía que iba a llegar lejos. Y así fue. En el invierno me venía en bici, corriendo o en colectivo y hoy estoy viviendo en el gimnasio”, explicó Rodríguez, quien también se encarga de entrenar a los chicos que recién se inician en el ambiente del boxeo o llegan al gimnasio por curiosidad.

A pesar de los momentos difíciles que le tocaron vivir durante su carrera, jamás se dio por vencido. “El secreto es entrenar, te vuelve más fuerte, además de no olvidarte de tus raíces, de donde saliste. Yo crecí en un barrio muy humilde pero lo importante es ponerse un objetivo y darle duro para conseguirlo”, concluyó.