"Condenaron a represores como ladrones de gallinas"
Jorge Onofri, detenido durante la dictadura en Neuquén, criticó las penas por La Escuelita.
PABLO MONTANARO
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NEUQUÉN
Su mirada reflejaba una profunda frustración y tristeza. Parado frente a las puertas del Tribunal Oral Federal 1 de Neuquén, donde minutos antes los jueces habían condenado con penas bajas y absoluciones a los represores que cometieron delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar, Jorge Onofri escuchaba a Inés Ragni, madre de Plaza de Mayo de Neuquén y Alto Valle, portavoz de la bronca que sentían querellantes, militantes de derechos humanos, víctimas y familiares de desaparecidos. El director de teatro asentía con la cabeza cada declaración de esa mujer con el pañuelo blanco en la cabeza que afirmó: “Seguiremos en la calle para tener justicia”.
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“Haber transitado todo lo que viví hace 40 años y tener que escuchar estas penas irrisorias y absoluciones es doloroso”, afirmó Onofri, quien en marzo ofreció a los jueces su testimonio de la detención que sufrió a fines de 1977 en Neuquén. Tenía 17 años y vivía en Cipolletti.
“Espero que este fallo se pueda revertir porque los que vivimos la represión pusimos nuestro granito de arena para que haya justicia, y condenaron a represores como si fueran ladrones de gallinas”, explicó.
Onofri dijo que durante la lectura del veredicto “no entendía a quiénes absolvían y por qué”, y criticó la forma en que el presidente del tribunal, Alejandro Silva, llevó adelante esa lectura. “Fue vergonzoso, era como que quería sacarse de encima la situación y a quienes estábamos escuchando”, agregó quien durante la dictadura militar estuvo detenido una semana en la Policía Federal de Neuquén. “Permanecí una semana atado y vendado en una silla y con la cabeza contra la pared junto a varios detenidos. Éramos interrogados en forma violenta”, comentó.
Su detención
Así fue el calvario de la dictadura
“Con una mano manejaba y con la otra me golpeaba”, contó Jorge Onofri en relación con su secuestrador, que conducía un Torino blanco cupé que lo “chupó” en plena avenida Argentina de Neuquén en mayo de 1977. Tenía 17 años y vivía en Cipolletti donde ya formaba parte de la escena cultural a través de una compañía de títeres que compartía con Sergio Kristensen, Betina Labrune y Leticia Veraldi, desaparecida en julio de ese año en el centro cipoleño.
“Nunca me preguntaron por Leticia (Veraldi) pero sí, en forma insistente, por Betina Labrune. Me detuvieron supuestamente por un tema de drogas cuando nunca tuve que ver con eso. Cuando declaré en 2009 por el caso de Leticia, me di cuenta de que mi detención tenía que ver con la búsqueda de información para hacer un cerco de las personas que estaban agarrando”, explicó.
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