Quieren abrir otra cárcel en la zona norte cipoleña
Apuntan a una chacra de Ferri para un penal de "régimen abierto".
La zona norte de Cipolletti podría sumar otra cárcel. Una chacra de Ferri sería el lugar elegido para replicar el sistema de reclusión abierta que ya funciona en Pomona.
El comisario Emilio Martínez, a cargo del penal cipoleño, contó que por ahora sólo es “una buena intención más que un proyecto”, pero confirmó que hace unos días recorrió Ferri, donde están las tierras, junto a defensores judiciales entusiasmados con la idea. No es el único sitio, ya que hay otras alternativas en la zona rural e incluso más allá, en la localidad de Allen.
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La iniciativa trascendió entre los vecinos y ya comenzaron a escucharse voces opositoras, aunque los impulsores de la iniciativa aseguran que sería un edificio diferente al que ya existe en El 30 porque contemplaría sólo a presos que están a punto de salir en libertad. Ese mismo objetivo, sin embargo, tenía el Penal 5, actualmente superpoblado y con reclusos de máxima peligrosidad.
Martínez fue uno de los artífices de la cárcel de Pomona y, desde ese lugar, aseguró que los resultados son más que positivos, tanto para el preso como para la sociedad, donde más tarde o más temprano vuelven en libertad.
La posibilidad no cayó bien en el barrio, pero los expertos aseguran que no deben tener miedo. Sería para internos de mínima peligrosidad.
¿Cómo se miden los resultados de un tratamiento penitenciario? Por el índice de reincidencia. Al respecto, Martínez advirtió que desde que fue creada la cárcel de Pomona, en 2001, no hay antecedentes de condenados que hayan vuelto a delinquir.
La defensora de Ejecución en Cipolletti, Laura González Vitale, aclaró que a la cárcel abierta no puede llegar cualquier recluso, sino a un grupo muy reducido de personas privadas de la libertad que cumplieron la mitad de su condena, están en condiciones de salir transitoriamente de la unidad y cumplir, además, un horario laboral fuera de los muros.
Los condenados de Pomona viven en una casa abierta que está en una chacra bajo el cuidado de guardiacárceles y dentro de un perímetro determinado que no pueden violar. Ahí pasan sus días trabajando y estudiando.
“Los presos de Pomona no se escapan porque están bien, les costó mucho llegar ahí, hicieron un clic e internalizaron pautas de buena convivencia”, sostuvo la defensora penal. Reconoció que es el “antiparadigma de la cárcel”, pero al mismo tiempo aclaró que “eso no significa que los presos queden a la buena de Dios. Hay un control y, sobre todo, mucha autodisciplina”.
Consideró comprensible el temor inicial que pueda generar en la población, aunque muchas veces se funda en el desconocimiento, y aseveró que tan buenos han sido los resultados de la cárcel de Pomona, que los presos consiguen trabajo y se integran a la comunidad que los circunda, es decir que no tienen que irse muy lejos ni vuelven a caer en el delito.
“Los empresarios van a buscar ahí mano de obra calificada en distintos trabajos”, contó Martínez, y añadió: “Los mismos pobladores van a la cárcel para atender su salud en el anexo que tiene”.
El desafío de una cárcel, de mínima o máxima seguridad, es reinsertar al preso en la sociedad cuando se extingue su condena. ¿Cómo se logra? Básicamente con mucho estudio y trabajo. Entonces, Martínez llamó a la reflexión: “Se habla mucho de reinserción social, pero a la hora de buscar trabajo no hay mucha apertura. Los condenados también son personas y lo mejor que podemos hacer es incluirlos, fomentar esa apertura, que los jóvenes tengan una oportunidad diferente al encierro de la cárcel”, manifestó el titular del Penal 5 de Cipolletti.
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