La oscura historia del encargado de Las Palmas
Patricio Sesnich era el responsable del boliche al momento de la desaparición forzada de Sergio Ávalos. Hoy vive en un exclusivo barrio privado y trabaja por temporadas en la Municipalidad de Neuquén.
Aprietes, coimas y cobranzas. Esta es la sórdida y truculenta vida de Patricio Sesnich, la cara visible del boliche Las Palmas al momento de la desaparición de Sergio Ávalos, el estudiante de la Universidad Nacional del Comahue que ingresó al local la madrugada del 14 de junio de 2003 y nunca más fue visto con vida.
Sesnich estuvo vinculado a gente de poder y se podría decir que es el esbirro perfecto; incluso atravesó causas judiciales provinciales y federales por distintos delitos como estafas y aprietes extorsivos.
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Desde hace 10 años presta servicios en la Municipalidad de Neuquén y vive en el exclusivo barrio privado Rincón Club de Campo, donde se codea con políticos y jueces. Además, participa de las reuniones de padres en el Colegio Confluencia, uno de los más caros de Neuquén, al cual concurre la hija de su actual pareja.
El Pato, como le decían en su tiempo de “hombre de la noche”, trabajó para una familia de estrecho vínculo con el mundo de la política neuquina y vinculada a la rama comercial. “Era el pata de plomo y hacía seguridad para ellos”, contó un viejo pesquisa.
Cuando cambió de empleo, en verdad cambió de empresario, porque si hay algo claro en Sesnich es su ambición y esa voluntad por querer pertenecer a determinados círculos a costa de lo que sea.
Se unió a Pedro Nardanone, empresario de Villa Regina dueño de toda la manzana de Primeros Pobladores al 2000 donde funciona Las Palmas, un mítico boliche con un denso historial de violencia, droga y prostitución.
Su relación con el reginense se hizo más estrecha cuando se puso en pareja con una de sus hijas y hasta le dio una nieta al ahora viejo empresario, que tiene cierta debilidad por los animales.
Nardanone, como empresario de la noche, sabía que tenía que tener una persona de confianza a su lado, y Sesnich resultó ser un esbirro ideal que no escatimó en manejos non sanctos, a tal punto que es el sospechoso número uno por la desaparición forzada de Ávalos, un delito considerado continuo porque se está cometiendo en este mismo momento.
Expediente Las Palmas
Si bien el boliche venía abierto desde hacía una década, estaba bajo otras razones comerciales: la licencia 32.141 correspondía a Grappa SA y figuraba con el nombre de fantasía El Monumental y la 25.983, a Lebai SRL.
El domingo 8 de abril de 2001 a la madrugada, un joven de 21 años se sentó en una silla del escenario central del Monumental, en ese entonces, y tras apoyarse en el cortinado de fondo cayó unos cuatro metros y se produjo un severo traumatismo de cráneo. Pese al esfuerzo de los médicos del hospital regional por estabilizarlo, el joven falleció al día siguiente.
El boliche quedó en el ojo de la tormenta, por lo que hubo fuertes controles municipales, y cuando devino la demanda civil, El Monumental terminó su vida útil. Así se manejaba el dueño del circo, Pedro Nardanone.
En julio de 2002, Sesnich inició el trámite para obtener la licencia comercial 36.181 correspondiente a Las Palmas. De hecho, presentó un estudio ambiental realizado por la firma Patagonia e invocó: "Es de conocimiento que el disfrute del tiempo libre es un derecho de los ciudadanos del país, estando garantizado por la Declaración Universal de los Derechos Humanos (‘Toda persona tiene el derecho al descanso y al disfrute del tiempo libre’) y por la Declaración Americana de los Derechos y Obligaciones del Hombre (‘Toda persona tiene derecho a descanso, honesta recreación y a utilizar su tiempo libre en beneficio de su mejoramiento espiritual, cultural y físico’), que gozan en la República Argentina de jerarquía superior a las leyes”.
Además, agregó: “Este rubro fortalece y acompaña la dinámica de las ciudades, permitiendo a los ciudadanos acceder a nuevas alternativas, como parte integrante del equipamiento urbano y recreativo. Esta confitería desarrolla una cultura empresarial de excelencia, orientada hacia una misión compartida por todos sus miembros y comprometida con su objetivo, esto es, satisfacer a sus clientes siempre. Asimismo, se ha apoyado en valores tales como el compromiso con los resultados, la calidad orientada a la comunidad y a sus clientes, el trabajo en equipo, la eficiencia, la honestidad y el cuidado del ambiente”.
A veces, la letra de los expedientes deja trascender lo siniestro de sus actores. Incluso, un experto podría analizar la firma de Sesnich, que no es mejor que la que cualquiera plasmó a sus ocho años en la primera renovación del DNI.
Hay algo de esa firma, básica y elemental, en la que escribe en una imprenta apurada su apellido y nombre, que también habla de Sesnich.
Estremece pensar que estos párrafos fueran el fundamento para una de las tantas veces que puso en funcionamiento Las Palmas, local del que desapareció Sergio Ávalos, y de esto no les caben dudas ni a la querella ni a la Justicia Federal. Dato que no se puede ignorar.
A los fines empresariales, podríamos decir que Sergio fue un cliente que perdió el derecho al disfrute junto con su vida. Además, no hay dudas del “eficiente trabajo en equipo” realizado por el personal del boliche, más si tenemos en cuenta que se cumplieron 19 años de la desaparición.
Tampoco sería una clienta conforme la chica que en mayo de 2003 denunció que fue desfigurada por el personal de seguridad de Las Palmas.
Tras esa denuncia, Sesnich, fiel a su estilo de amedrentador profesional, salió a desmentirla públicamente: “Nosotros no negamos que a esta chica alguien la golpeó, pero no fueron patovicas, porque no tenemos; ni personal de seguridad del boliche, que son militares o policías”.
Lo que no advirtió Sesnich fue que admitió que tenía reclutado en su “equipo de seguridad” a militares, algo que la ley impedía e impide. Los efectivos de las Fuerzas Armadas no pueden prestar servicios de seguridad mientras están en actividad.
En definitiva, citaron derechos humanos y tratados internacionales para incumplir hasta las leyes más básicas.
Prepotente
Tras el incidente con la chica desfigurada, el Municipio ajustó la lupa sobre el boliche y le exigió un estacionamiento propio, ya que utilizaba tierras fiscales del ferrocarril para que los clientes dejaran sus vehículos.
El 6 de junio de 2003, se le dio un permiso de apertura provisorio mientras veían cómo solucionar el tema del estacionamiento.
El sábado 14 de junio a la madrugada, desapareció Sergio dentro de Las Palmas y, una semana después, se allanó el local, cuya reputación de antro de violencia crecía a pasos agigantados.
El jueves 3 de julio, el intendente Horacio “Pechi” Quiroga le quitó la licencia comercial al boliche, por disposición 006, haciendo hincapié en la falta de un estacionamiento, pero en verdad el fervor social pesaba y mucho en ese momento.
Lo citaron a Sesnich en el Municipio para notificarlo, pero el encargado de Las Palmas se indignó, se paró y se fue sin firmar la notificación, por lo que se tomó a dos testigos y se confeccionó un acta.
Por la desaparición de Ávalos, Sesnich se encargaría de contener al personal del boliche y de seguridad organizando asados y reuniones. Conformó una suerte de omertá, como la supo definir un funcionario de la Justicia federal.
La omertá es una ley del silencio que proviene del código de honor siciliano que prohíbe informar sobre las actividades delictivas que involucren a miembros de una organización mafiosa.
Mientras mantenía a todos contentos y callados, Sesnich se encargó de realizar gestiones en la Municipalidad para obtener un permiso provisorio de apertura porque tenía contratos que cumplir con grupos bailanteros que desembarcarían en Neuquén.
Las gestiones fracasaron el jueves 17 de julio cuando la Dirección de Comercio le negó el permiso provisorio. Pese a ello, Las Palmas se preparó para abrir la noche siguiente porque venía a cantar Daniel Agostini. El bailantero había ganado visibilidad con el Grupo Sombras, transformándose a fines de 1990 en una de los grupos más importantes de la denominada movida tropical.
Con el nuevo milenio, Agostini se abrió del Grupo Sombras e inició su carrera solista. Cuando se disponía a arribar a Las Palmas, en julio de 2003, había lanzado su sexto disco, titulado Sentimientos.
Lo cierto es que la Dirección de Comercio observó los movimientos de Las Palmas y actuó antes de que el local abriera sus puertas al público, para evitar incidentes con los fanáticos del bailantero.
Memorias de un funcionario
"Unos días después de la clausura del boliche (3 de julio), nos vino a ver (Sesnich) a la oficina. Era un mandadero del dueño. De hecho, estaba en pareja con una de las hijas ”, dijo con un dejo de desprecio un ex funcionario de Quiroga que contó a LMN detalles muy interesantes.
“Lo atendió el director de Comercio, Fabricio Torrealday. Venía con un portafolio de esos rectangulares y con una intencionalidad muy sugerente. No tiró cifras, pero dejó claro que ellos estaban expuestos, que las cosas se habían puesto complicadas y manejaban mucha pero mucha plata”, reveló el hombre.
“Puntualmente, trató de coimearnos, lisa y llanamente. Nunca dio valores ni tampoco abrió el portafolio. Cuando sos funcionario, por más que no te digan nada, si te ponen un portafolio arriba del escritorio y te hacen todas las sugerencias del caso, es muy clara la cosa", explicó.
"Sabíamos que el tipo era un pesado. Si bien el director de Comercio lo podría haber echado a la mierda y decirle que era un desubicado, actuó de forma muy protocolar y lo sacó de la oficina”, recordó.
"Este tipo venía haciendo muchas trapisondas. Le teníamos que andar cambiando los inspectores con frecuencia porque los untaba con mucha facilidad", reconoció la fuente, que confió que se logró, con mucho esfuerzo y pese a la resistencia del sindicato, rotar a los inspectores cambiándoles los turnos.
No obstante, admitió que a sus espaldas "muchos inspectores habrán hecho sus travesuras”, dijo utilizando una palabra suave. Travesura es tocar el timbre y salir corriendo; recibir dinero para mirar hacia otro lado es delito.
Uno de esos inspectores corruptos trabajaba para Las Palmas y figura en la causa federal por desaparición forzada.
Apriete y custodia
Como no funcionó el intento de soborno al director de Comercio, se apostó por otro método no tan sutil. Directamente fueron a la casa de Torrealday y lo amenazaron.
"En ese entonces, Torrealday alquilaba una casa en calle Elordi y Jujuy, cerca de Casa de Gobierno. Le bajaron dos flacos de un vehículo y se pusieron a hablar con él, que tenía un auto a la venta o algo así. No tenían pinta de matones, pero le pegaban en el palo. Estuvieron charlando unos minutos y luego fueron directo al grano y le dijeron que se estaba metiendo en camisa de once varas, pisando intereses complicados, por lo que se tenía que tranquilizar un poquito”, reveló el hombre.
“Recuerdo que como había buena relación con el jefe de la Policía, se le dio aviso y de inmediato le pusieron custodia en la puerta de la casa”, agregó.
Durante un mes estuvo custodiado, al principio por un móvil oficial y después para no despertar sospechas con un móvil no identificable.
Los manejos del Pato
A la distancia, el ex funcionario aseveró: “Eran malandras en Las Palmas. Una vuelta le encontramos una conexión clandestina a la luz. Se habían colgado y puesto una conexión directa al boliche. Nosotros no lo podíamos clausurar por eso, pero le pusimos una sanción y avisamos a CALF que le cortó el suministro. En cuestión de horas, cayó Sesnich con un grupo electrógeno gigante, que no sé si compró o alquiló, con el que alimentaba a todo el local”.
Otra de las cosas que solía hacer con frecuencia Nardanone y Sesnich era cambiar la razón socialpara evadir deudas. Por eso Sesnich, en julio de 2002, había iniciado el nuevo trámite para intentar esquivar la demanda por la muerte del joven en abril de 2001.
“Me acuerdo de que comentábamos que con el manejo de dinero que tenían no necesitaban hacerlo. Pero ellos cada tanto iniciaban de nuevo el expediente y hacían todo el trámite. En ese tiempo era carísima la memoria técnica acústica ambiental y de ruidos molestos, pero lo hacían igual. Siempre sospechamos que lo hacían por demandas laborales y porque de paso plantaban a los proveedores y se ahorraban la deuda con Sadaic (Sociedad Argentina de Autores y Compositores)”, detalló el ex funcionario.
De hecho, no hacía mucho que el juez Raúl Bassi embargó, en una oportunidad, la recaudación del boliche de 650 mil pesos por una deuda que mantenían con Sadaic y que había sido reclamada. El monto en ese entonces era una fortuna.
A estas maniobras se sumaban otras que también les resultaban muy redituables.
“Otra que le descubrimos fue una que hicieron con la cerveza. Se consumía mucha cerveza, le bajaban un camión por fin de semana. Había una cerveza marca Sabro, que era rebarata, y ellos la compraban y le cambiaban la etiqueta a la botella por la de Quilmes para cobrarla más cara”, detalló la fuente, que tiempo después se retiró de la función pública.
A estas acciones sumamente irregulares hay que sumarles datos concretos que figuran en el expediente que está en manos de la Justicia Federal.
Hay testimonio de empleadas del boliche que cuentan que “la Chechu”, pareja de Naradanone en ese tiempo, les daba cocaína a las chicas que atendían las barras para que no les ganara el cansancio.
Existía un acuerdo implícito con prostitutas que ingresaban a buscar clientes y “la seguridad actuaba con suma violencia, y eso está acreditado en el expediente”, dejó trascender un funcionario federal.
No hay que olvidar los testimonios que dan cuenta de que “Sesnich sabía todo lo que ocurría dentro del local” y era él quien manejaba la seguridad y el destino de los muchachos que eran golpeados por los custodios del boliche.
Hay muchos datos que también permiten inferir que esa omertá se ha resquebrajado lo suficiente como para que la causa esté en un punto de inflexión más que interesante.
Esta semana comenzará una maratón de unas 40 testimoniales a pedido de los querellantes Sergio Heredia y Leandro Aparicio. Luego, se elevará el pedido de imputación que tendrán que analizar y resolver la fiscal federal Mariana Querejeta y el juez federal Gustavo Villanueva.
Los cobradores
Con las marcas del caso Ávalos a cuesta, Sesnich se separó de Las Palmas y comenzó con un proyecto muy rentable que fue investigado por la Policía.
Los efectivos de Delitos se sorprendieron al descubrir en 2012 que publicaba avisos en los que ofrecía servicios de cobranzas: “Morosos, incobrables, recupero de señas y autos”.
La pyme que montó el Pato fue con sus hermanos y un par de amigotes más con los que se repartían los aprietes y cobranzas a pedido de terceros.
El modus operandi consistía en que, una vez que eran contratados sus servicios, ellos se encargaban de las visitas y de refrescar la memoria de los presuntos deudores. Papelitos entregados en mano con un número de celular para que llamen y arreglen el pago, amenazas directas, tiroteos a las viviendas y la quema de locales comerciales, tal como lo padeció un empresario cipoleño.
En 2008, un hombre vinculado al rubro de las estafas —no todos los deudores eran santos— recibió la visita de los hermanos Sesnich, que iban en nombre de otro personaje que carece de buenas referencias. “Se presentaron como cobradores de deudas”, reza el expediente.
El negocio se extendió en el tiempo, ya que el mismo hombre volvió a recibir la visita de los Sesnich en 2011 y le exigieron 60 mil pesos. “Fue intimidado bajo amenazas e intentaron provocar daños en la casa de su hija”, se detalló.
Lo cierto es que la deuda se canceló en cuotas de 10 mil pesos, pero cuando restaba un pago, los cobradores bajo “amenaza de muerte” le exigieron una entrega de la mitad del valor.
A “los cobradores”, así denominó la Policía a la pyme de Patricio Sesnich, les radicaron tres denuncias y hubo otras cinco víctimas que contaron todo lo que padecieron, pero les tenían el miedo suficiente como para no denunciarlos. De hecho, hubo dos que abandonaron la región.
La caída de la banda ocurrió en los primeros días de noviembre de 2012, cuando efectivos del Departamento de Delitos, en una entrega controlada de dinero, detuvieron a Patricio Sesnich con los billetes recién recibidos y le secuestraron una camioneta VW Amarok.
La causa estaba por llegar a juicio cuando se produjo el cambio de Código Procesal Penal, que entró en vigencia en enero de 2014.
En noviembre de ese año, la causa Ávalos escaló de la Justicia local a la Justicia Federal bajo la carátula de desaparición forzada de persona, un delito de lesa humanidad, por lo tanto, imprescriptible. El principal sospechoso de esa causa sigue siendo el Pato Sesnich.
A fines de 2015, la fiscalía, para sorpresa de muchos, consideró que no había pruebas lo suficientemente sólidas contra “los cobradores” y cuestionó las denuncias y distintos elementos de prueba reunidos por la Policía.
Fue todo tan llamativo y absurdo, que el juez de garantías Mauricio Zabala dejó plasmadas en la resolución del 15 de diciembre de 2015 sus dudas sobre el sobreseimiento solicitado por la fiscalía.
“Llegado el momento de resolver el planteo, y más allá de la opinión del suscripto respecto de la prueba -que claramente no es la sostenida por la fiscalía- o sobre el paso del tiempo – en tanto la causa permaneció más de un año y medio en la fiscalía sin actividad de investigación – lo cierto es que la titularidad de la acción penal es resorte de la fiscalía, como lo es la determinación de la capacidad de la prueba para probar en el juicio su hipótesis del hecho”.
En la Justicia Federal también tuvo causas por falsedad documental y documentación falsa de automotor, pero "fue sobreseído porque es un delito muy complicado de demostrar", confió una fuente judicial.
Municipal
Después de ser sobreseído de la causa provincial por coacción agravada, Sesnich solo se dedicó a hacer temporada como guardavidas para la Municipalidad de Neuquén.
No obstante, en un informe que solicitó en 2017 la Justicia Federal a la Policía de Seguridad Aeroportuaria para establecer el paradero y actividad de todos los integrantes del boliche Las Palmas al momento de la desaparición forzada de Sergio Ávalos, se determinó que Sesnich trabajaba en el área de Comercio del Municipio.
Fuentes consultadas por LMN confirmaron que “desde hace 10 años trabaja haciendo temporada como guardavidas y no ha tenido ningún problema”.
No obstante, son conscientes de que Sesnich está en la mira de la Justicia Federal y conocen su truculenta historia. “Está muy sucio este muchacho”, referenció una fuente.
Si bien tiene familiares vinculados a la política en la actualidad, su nombre es un lastre que les pesa y saben que podrían quedar manchados, por lo que evitan los encuentros públicos y las fotos.
Actualmente, está en pareja y vive en el barrio privado Rincón Club de Campo, donde residen funcionarios políticos y judiciales.
¿Qué hace para vivir en un barrio tan exclusivo? Todos lo intuyen, pero nadie lo dice. En definitiva, fiel a su estilo, Patricio Sesnich sigue gozando de estar en esos círculos de dinero y poder.
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