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La droga se expande en los barrios y denuncian un "Estado ausente"

El aumento de la pobreza y la ausencia del Estado están propiciando un creciente consumo de drogas en los sectores populares. "Nadie se hace cargo", cuestionan.

El consumo de droga en amplios sectores de la población está avanzando en proporciones tremendas. La desocupación y la pobreza se convierten en caldo de cultivo para que la gente termine cayendo en la droga, y también en el alcohol, sobre todo los jóvenes. Obviamente, si hay mayor consumo es porque también hay más oferta.

Y más tráfico y más penetración del narco. Las ecuaciones aparentan ser claras. La reducción de las funciones sociales del Estado deja en el desamparo a multitud de personas que ya estaban en situación vulnerable desde anteriores gobiernos.

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Acuciados por las presiones de Nación, con manejos arbitrarios en la asignación de recursos, la Provincia y el Municipio han elegido el camino de amoldarse a lo que hay y prácticamente replican las políticas del presidente Javier Milei y su equipo libertario. Y esto pasa acá y se repite en otras zonas del país, también agobiadas por momentos que son difíciles.

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En el Centro de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC) del Barrio Obrero se asiste y da contención a personas, en particular jóvenes, con problemas de adicciones. La droga y el alcohol se expanden en las barriadas y sectores poblacionales más humildes.

En el Centro de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC) del Barrio Obrero se asiste y da contención a personas, en particular jóvenes, con problemas de adicciones. La droga y el alcohol se expanden en las barriadas y sectores poblacionales más humildes.

El efecto es un enorme desamparo de los sectores sociales más complicados, económica y humanamente hablando. La angustia, la impotencia de no saber qué hacer, la falta de alternativas para salir del paso, generan las condiciones para que la tentación de la droga y el alcohol se conviertan en una vía de escape para quienes ya no soportan más la triste y difícil existencia que están llevando.

Las reflexiones pertenecen a la dirigente barrial Lilia Calderón, referente de la agrupación Dignidad Rebelde. La organización destina esfuerzos a mantener distintas iniciativas solidarias para la gente de menos recursos, entre las que se encuentra la atención de personas, principalmente jóvenes, que han caído en la droga y también el alcohol, que también es una droga, pero legalizada.

La vecinalista tiene conocimiento de la situación porque su organización tiene a su cargo una Casa de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC), conocida como “la casita”, que es un centro de día para el abordaje comunitario de consumo problemático de sustancias. Según la definición de uno de sus sitios en las redes, es un espacio libre y gratuito donde se brindan talleres artísticos, de oficio y de contención terapéutica.

Aumento del consumo, sin respuesta

Es tremendo cómo está aumentando el problema del consumo de droga y alcohol en los sectores populares”, enfatizó y fue categórica en cuanto a que “nadie da respuesta” a la demanda de ayuda de la población afectada.

Sostuvo que ni la Nación, ni la Provincia ni el Municipio “se están haciendo cargo” del asunto y nadie quiere prestarles atención a las personas que “están drogadas todo el tiempo" en forma que las vuelve particularmente vulnerables, lo cual no deja de ser una desgracia.

Sostuvo que ni en el Hospital se les estaría dando contención e, incluso, su internación sería rechazada en Salud Mental, donde su personal lucha contra una demanda asistencial siempre creciente y en donde, como en el conjunto del nosocomio, a veces no se cuenta con los medios y recursos suficientes para la asistencia.

Indicó que a los pacientes drogodependientes que se los interna son, al parecer, únicamente aquellos a quienes el consumo excesivo ya les ha comprometido su salud física a un nivel de riesgo vital evidente.

Familias con varios integrantes que son adictos

Existe casos de familias en que todos o casi todos sus integrantes se han vuelto adictos, con lo que se complica todavía más la posibilidad de que reciban atención.

Lo terrible es que donde el Estado está ausente, el que entra y avanza es el narco”, resaltó y dijo que tal es lo que está ocurriendo en estos tiempos en que prácticamente "los más pobres han quedado librados a su suerte".

Calderón bien lo sabe, porque a duras penas, a través de la solidaridad, su agrupación Dignidad Rebelde ha podido mantener en funcionamiento, a lo largo de 2024, un comedor popular en el Barrio Obrero A, sin recibir ayuda alguna por parte de Nación, Provincia y Municipio.

En el lugar, se preparan y entregan porciones de comida a un número creciente de vecinos de su barriada y de otras zonas de la ciudad y todo lo que se elabora se consume y hasta puede quedarse corto.

Panorama agravado por el hambre

Antes, hasta noviembre de 2023, el Municipio aportaba mensualmente un volumen muy significativo de alimentos secos y perecederos para más de 75 comedores y merenderos que había en Cipolletti, que así podían funcionar, no sin tropiezos y estrecheces, pero con una estabilidad que desapareció por completo en 2024. Al punto que, salvo un puñado de comedores, en la actualidad la enorme mayoría de estos emprendimientos solidarios ya no existen.

Lo concreto es que, recrudecimiento de la pobreza mediante, la droga y las adicciones se expande en las barriadas populares, al amparo de la ausencia del Estado.

La dirigente remarcó que el drama de los consumos problemáticos se ve agravado por las consecuencias de la violencia de género, la violencia doméstica y el maltrato continuo que sufren muchas víctimas.

Además, indicó que se ha observado la aparición de lo que sería un nuevo tipo de droga, aparentemente parecido al paco, pero señaló que tendría una forma novedosa de prepararlo para el consumo.

Así, el fenómeno es ya una calamidad. Además, porque, según refieren diversos actores de la comunidad, el aumento de la renta petrolera que se está registrando en la ciudad por la mayor explotación de Vaca Muerta también obra como un imán para el narco. Se trata del consumo que se da en los segmentos de altos ingresos de la sociedad, donde el problema de la droga adquiere sus propias características, no menos perjudiciales para el tejido social. Pobreza y riqueza van de la mano.

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