Empresarios rionegrinos advierten sobre la importación de carne: "No podemos competir con Brasil"
En Río Negro aún no se registra la venta de carne brasilera, pero cámaras empresariales advirtieron interés creciente en sectores del sur provincial. ¿Qué pasa en Cipolletti?
La reciente declaración de Brasil como país libre de fiebre aftosa sin vacunación por parte de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) encendió nuevamente las luces de alarma en distintos sectores productivos de la Argentina, especialmente en la región patagónica. Mientras el Gobierno nacional avanza con una política de apertura a las importaciones para combatir la inflación y mejorar el acceso al consumo, desde Río Negro empresarios y referentes del sector de la carne advierten sobre las consecuencias que esta medida podría tener para la industria local.
"En Río Negro aún no ha ingresado carne brasilera, pero ya hubo planteos en la zona sur", explicó a LM Cipolletti, José Luis Bunter, presidente de la Cámara de Industria y Comercio de Cipolletti y vicepresidente de la Federación de Entidades Empresarias de Río Negro. Para Bunter, la intención del Gobierno nacional de abaratar los costos de alimentos es comprensible frente a la pérdida del poder adquisitivo, pero advierte: "En un país productor de carne, se compra carne a Brasil con dólares que no tenemos, para luego exportar la nuestra y tratar de recuperar algo de lo gastado".
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En Cipolletti, hasta el momento no se registraron puntos de venta con carne proveniente del país vecino.
La preocupación central radica en la competitividad. La carne brasileña, con un precio de exportación de aproximadamente U$S 3,68 el kilo de novillo, un 22% menos que los U$S 4,71 que cuesta en Argentina, se presenta como una amenaza directa para los productores locales. Esto, sumado a una carga impositiva nacional mucho más elevada y a un sistema regulatorio que encarece los costos internos, plantea una ecuación difícil de sostener para las pymes.
En ese contexto, la industria cárnica no es la única que siente el impacto de la apertura de importaciones. Según datos relevados por ex funcionarios del área agropecuaria, ya ingresan mensualmente al país unas 1.200 toneladas de carne vacuna y cerca de 6.000 toneladas de carne porcina, además de productos como cebolla, zanahoria, tomate, textiles, vajilla y más. “Se están importando casi 4.500 millones de dólares en productos que tenemos acá”, advirtió Bunter. “Nuestra preocupación es que no se advierten las consecuencias en nuestra industria”.
La barrera sanitaria ¿que pasará?
Uno de los puntos más críticos para la región patagónica tiene que ver con las barreras sanitarias. El estatus de zona libre de fiebre aftosa sin vacunación que ostenta la Patagonia es un logro estratégico que permite exportar carne de alta calidad a mercados exigentes. La posible entrada de carne desde Brasil a esta zona, aunque técnicamente habilitada por el nuevo estatus sanitario de ese país, genera preocupación en cuanto al cumplimiento de normativas sanitarias estrictas. “ La Unión Europea suspendió la importación de carne brasilera por el uso de estradiol. ¿Quién controla que eso no llegue acá?”, cuestionó Bunter.
Walter Sequeira, presidente de la Federación, comparte la preocupación: “Este tema lo va a tener que regular la Nación. Se está hablando de armar una mesa de trabajo público-privada para discutirlo con seriedad”.
Sequeira advierte sobre el accionar de intermediarios que, con precios bajos iniciales, podrían distorsionar el mercado local: “Te lo ofrecen barato al principio, pero después te lo suben. Es una trampa que ya vimos en otros sectores”.
Uno de los efectos colaterales más visibles de esta política de apertura sin control, según los empresarios, es la creciente desigualdad entre regiones. “No puede ser que pasando el río Colorado el kilo de carne valga $6.500 y de este lado $13 mil”, afirmó Sequeira. “Eso también lo va a tener que resolver el Gobierno, si no queremos que se pierda la barrera sanitaria”.
En medio de la caída del consumo interno y la falta de dólares, desde el empresariado rionegrino insisten en que no se trata de una postura opositora, sino de una demanda por mayor diálogo. “Necesitamos que este proceso se haga entre todos los actores, públicos y privados. Si no, solo somos espectadores que cada día tienen más difícil sostener sus responsabilidades”, concluye Bunter.
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