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Cuál es la enfermedad que enfrenta Mariano Martínez, el novio músico de Valeria Lynch

El músico, Mariano Martinez, ofrecerá un concierto en Vorterix para celebrar los 35 años de El cielo puede esperar, uno de los hitos de Attaque 77

En una entrevista con Pablo Mascareño para La Nación, Mariano Martinez habló de todo. Se para lejos del statu quo previsible para el rocker. Hace veinte años exactos que vive en Tanti, en medio de las sierras cordobesas. Y, en los últimos tiempos, la vida personal y laboral también lo afincó parcialmente en las afueras de Montevideo, Uruguay.

El paso cansino se apoderó de Mariano Martínez, quizás bajo la forma de una revancha a tanto tiempo de giras, noche, hospedajes transitorios y sonidos pesados como miembro fundador de la banda Attaque 77.

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Hoy, su presente artístico es otro, pero tampoco tan alejado de aquellos anhelos fundacionales de su carrera. Aunque se atrevió a la balada, todo se amalgama en su corpus como cantante, guitarrista, compositor y productor con lógica. Incluso, ya no hace ruido verlo pisar el escenario junto a Valeria Lynch, la estrella de la música melódica que es su pareja desde el año 2020.

Mariano Martínez vive lejos de los ruidos y las grandes urbes

“Estoy acostumbrado a vivir en la tranquilidad de las sierras cordobesas y de Piriápolis, en Uruguay”, cuenta el artista, al que no le genera ninguna extrañeza estar acodado para la charla en el bar de Palermo. También ese es un entorno posible en su vida. Tanto, como el escenario de Vorterix que pisará el 29 de noviembre para celebrar los 35 años del álbum El cielo puede esperar, uno de los puntos salientes de su carrera y del historial de Attaque 77. El material fue el segundo disco registrado en estudio de la emblemática banda punk rock que descolocó la escena con sonidos duros, cuerinas y tachas.

Seguramente, algunas dolencias que se manifestaron en su emocionalidad, como los recurrentes ataques de pánico, apuraron el tranco para iniciar una nueva vida, despojada, cerca de los tiempos de la naturaleza.

“Es la manera que uno encuentra para procesar el dolor, la incertidumbre”, adelanta a modo de introducción y, en medio de la charla, no esquivará referirse en profundidad a la cuestión. Como tampoco reflexionar sobre los miedos y prejuicios a la hora de noviar con la intérprete estelar de “Qué poco saben de mí”, el reciente estreno de Valeria Lynch, compuesto junto a su pareja.

Valeria Lynch se presentará a las 21 a través de Argentina Show Live.
Valeria Lynch se presentará a las 21  a través de Argentina Show Live.
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“Me gusta mucho vivir en lugares tranquilos. De hecho, Attaque 77 es una banda que ha girado mucho y que ha visitado no sólo ciudades, sino también infinidad de pueblos. Hay grupos que hacen pocos shows al año y concentran públicos de varios lugares, nosotros, en cambio, éramos de recorrer las rutas. Lo nuestro siempre fue viajar y, desde chicos, vivimos la experiencia de ir a tocar a los pueblos, es alucinante, se lo recomiendo a todo el mundo. Aunque también me gusta tocar en Buenos Aires, es diferente a pisar lugares como Abra Pampa, en Jujuy, donde lo que se generó fue único. Buenos Aires y Abra Pampa son mundos muy distintos, el público porteño está más habituado a convivir con los artistas. Tanto en lugares grandes como chicos, tengo muy claro que el trabajo nuestro es llevarle alegría a la gente, eso le da sentido a todo”, asume.

Martínez reconoce que, en más de tres décadas de estar dando vueltas por diversos lugares, hubo más de un momento de planteos: “Necesité resignificar eso que estaba haciendo, volver a encontrarle un sentido, pensar en el para qué, y que no se transforme en un trabajo para ganar dinero, irme a mi casa y nada más. Eso sería subestimar aquel sueño que tuve cuando fui adolescente. Attaque 77 fue una creación conjunta con mis compañeros de aquella época, cuando yo tenía 17 años y hoy te habla un hombre de 54 pirulos”.

-Entonces.

-Nunca pude transformar la música en un trabajo frío y puro, como una empresa que sigue funcionando. Nunca pude, porque fue mi creación, mi sueño de pibito hecho realidad.

-Tampoco es válido demonizar la monetización del proyecto.

-Para nada, qué mejor te puede pasar en la vida que tu vocación se transforme en tu sustento. Me tomó muchos años entender que también era un trabajo. Vivía de gira y no comprendía que eso era un trabajo, a pesar de ganar dinero, porque tenía muy metido el chip de “sos músico, búscate un trabajo, ¿de qué vas a vivir?”.

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- ¿Recordás la primera vez que Attaque 77 recibió un pago por su trabajo?

-Tardaron mucho en pagarnos.

Estalla en una carcajada, recordando la peregrinación por boliches y la cantidad de shows ofrecidos y que, aún ya teniendo un nombre y una convocatoria certera, algunos productores se abusaban y desviaban para arcas propias los ingresos de boletería. “En las primeras giras, nos dábamos cuenta que venía mucho público, pero el dinero tardó en aparecer, quedaba en el camino”, señala.

-Entender cómo cuidar el dinero también es un aprendizaje del profesionalismo.

-Éramos chicos y estábamos emocionados, no pensábamos en la plata. Estábamos distraídos cumpliendo nuestro sueño, era difícil mirarlo con la frialdad de un empresario.

-Una debilidad de la que otros sacaron partido.

-Seguramente, hubo gente que se aprovechó de eso. Nos ocurrió no sólo al comienzo. Con los años, uno aprende a preguntar, a exigir que te muestren los números y ahí aparece el conflicto con la pata empresarial. Me costó aprender el negocio, siempre estuvo por delante la música, porque Attaque 77 fue mi sueño de la adolescencia, entonces jamás lo pude pisotear.

- “El cielo puede esperar” ... ¿Qué es la trascendencia?

-Es una búsqueda de todos los días de mi vida y, para amenizar eso, voy haciendo música y la comparto con la gente. Lo demás, es aprendizaje de la vida y una comprensión de lo que miro y percibo que, a veces, no me coinciden. Estoy en una búsqueda que tiene que ver con lo espiritual, con una conexión, con entender qué es lo que me pasó y por qué, y cómo puedo hacer para ser mejor persona. Cuando éramos chicos, sentíamos que ser rebelde era ir al choque y hoy siento todo lo contrario. La actitud más rebelde es la empatía, mirar al otro y tratar de entenderlo, esa es la revolución, porque lo otro, abunda.

- ¿Qué hay detrás de eso, psicología, budismo, meditación?

-Psicología hay mucha, no me quedó otra.

- ¿Por qué?

-En 1990 comencé a tener ataques de pánico. En esa época, tener ataques de pánico era lo mismo que estar loco. Todo mi entorno empezó a verme de esa forma, a preguntarse cómo contenerme y cómo se convivía con un “loco”. Sin embargo, lo que me sucedía era que tenía ataques de pánico, porque me habían pasado cosas y esa fue mi manera de procesar.

-Te preguntaba sobre tus creencias, tu fe.

-No me quedó otra que aprender, porque era eso o morir. Aprendí a discernir qué me hacía bien y qué no, qué tenía para dar, qué me gustaba y qué, no. De a poco, me di cuenta que lo más difícil es dar amor, que eso es ser rebelde. En la religión, eso se llama “misericordia”.

Martínez tiene tres hijos, una vida hecha, y, según confiesa, “los ataques de pánico quedaron atrás”. Recién una década después de habérsele declarado el primer episodio, fue diagnosticado y medicado. “Hice todo un recorrido”.

-Si bien, la sociedad experimenta una evolución notable, aún existe un tabú con la medicación psiquiátrica y a las dolencias vinculadas a las emocionalidades.

-Tiene que ver con la incomprensión frente a algo que parece raro, desconocido. Fue difícil para mí, pero también lo habrá sido para mis compañeros de grupo, quienes tuvieron que lidiar con este tema sin saber qué era.

-En algún momento, ¿te ha costado salir a escena?

-Sí, claro, en muchos momentos fue muy problemático subirme a un escenario o estar de gira. En determinado tiempo, me afectó con el tema de los aviones, luego fue una fobia a tomar micros. De a poco, se fue convirtiendo en una cárcel.

-Debe haber sido complejo sostenerte arriba de un escenario.

-No disfrutaba los shows, porque existía la preocupación que los síntomas podrían volver. He trabajado mucho para convertirme en esta persona que soy ahora.

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Señor amante: su relación con Valeria Lynch

Desde que formó pareja con Valeria Lynch, Mariano Gabriel Martínez es el productor de los nuevos temas de la cantante. “Tenemos una estrella que nos guía y nos lleva por el buen camino, aún con las dificultades que pueden aparecer”, dice en relación a su vínculo con la diva de la música.

-Hablábamos de rebeldías. Para un rocker es un acto de rebeldía ser pareja de Valeria Lynch. Mundos diferentes, generaciones disímiles.

-Valeria es una persona joven. Siempre lo fue y será así.

-¿Compartís que es un acto de rebeldía?

-Hacer un acústico de Attaque 77, ser la pareja de Valeria Lynch.

Entre risas, comienza a enumerar aquello que, a priori, se puede leer como actos emancipatorios del “deber ser”.

“Sucedió en un momento de la vida donde ya nos pasaron cosas, podríamos decir que ´estamos de vuelta´. Algo que aprendimos es que las cosas en la vida hay que disfrutarlas en el momento en que te están sucediendo y que hay que dejar que te pase lo bueno. Eso te hace oponerte a los prejuicios, el miedo, la incertidumbre. Antes, hay que entender que uno se lo merece. Si se aprende eso, sucede lo bueno”.

-Otro acto de rebeldía fue participar en el programa Tu cara me suena en la televisión de Uruguay.

-Podría haber dicho que no, por ser rockero y músico, pero preferí tirarme a la pileta.

En ese exitoso espacio, Martínez recreó a Mick Jagger y a la mismísima Valeria Lynch. “Fue una gran comedia”.

-A la hora de formalizar la pareja con Valeria, ¿Quién tuvo más miedo y quién fue el más lanzado?

-No lo sé. Ella ha dicho que, por ser más grande que yo, tuvo más miedos; pero no creo, ha demostrado ser una persona muy valiente. Más allá de quiénes somos, cada uno tuvo sus parejas, aprendizajes, crecimientos. No vimos nuestra pareja como algo arriesgado; en eso, ambos dejamos que lo bueno pasara. Es el presente. Para superar mis tiempos de ansiedad y ataques de pánico tuve que aprender a vivir el presente. Seamos felices hoy, mañana no sabemos qué puede suceder. Lo que sucede ahora es único, un regalo, una experiencia, no sabemos qué va a pasar después.

“No los defraudes”

Incesante en su búsqueda, durante el 2024 se unió al Dúo Spuntone y Mendaro, muy reconocido del otro lado del Río de la Plata, formando el Trío Alquimia, con el que recorrió varias ciudades de Uruguay. “Es muy bello lo que se armó desde lo vocal, tiene un ambiente único”, dice.

- ¿Seguís componiendo?

-Sí, pero, en los últimos años, metí un freno.

- ¿Por qué?

-Una vez, alguien me dijo “muchos te siguen desde Attaque 77 de toda la vida, en tu camino solista no arranques defraudándolos”.

-Una presión notable para no modificar un estilo, evitar la búsqueda.

-Una presión. Incluso, en un momento sentí el deseo de salir con camisa y saco, a lo David Bowie. Tenía dos caminos, o ir paulatinamente o patear el tablero, que es lo que más natural me sale.

-Lo has hecho muchas veces.

-Incluso con el grupo, nos hemos corrido de lugares en varias oportunidades, porque teníamos etiquetas.

- ¿Cuáles?

-Una de ellas la de ser una banda punk.

-Attaque 77 trascendió eso.

-Lo fuimos durante los primeros tres años, luego no nos podríamos definirnos así. Éramos una banda de rock fuerte, pero con sus climas. “Arranca corazones” no es una canción punk, eso nació de una inspiración en artistas como Elvis Costello.

Reconoce el origen de rock más fuerte de Costello, pero también encuentra otros matices en el músico y los grafica cantando “Alison”. “Una hermosa balada que podría ser de los sesenta”.

El músico también recuerda cuando, con Attaque 77, hicieron un acústico en el teatro Ópera y no faltó quién le dijera que iba a dividir al público. “Entiendo a la persona de hacer los números, prefiere ir a lo seguro y te plantea las razones por las que uno iría en busca de menos público”.

-Aparece lo artístico escindido de los mandatos del negocio.

-El artista construye una carrera. Hoy, muchos años después, aquel acústico resiste el paso del tiempo y mucha gente que no es fan del grupo, lo recuerda. Fue artísticamente hermoso.

-Cuando con Valeria Lynch ofrecen conciertos compartidos, también podría pensarse en una segmentación de las audiencias y en la extrañeza de los espectadores de uno y otro lado.

-Supongo que cuando Valeria decidió hacer un disco de rock, una parte de su público habrá preferido verla con un vestido brillante cantando “Señor amante”. Pero, ¿por qué es la artista gigante que es? Justamente, porque se atreve a eso. Además de cantar “Me das cada día más”, hizo rock y tiene un disco de tango que, cuando lo escuchás, te pone la piel de gallina. Es actriz, referente del teatro musical, tiene escuelas, hace lo que quiere. El ignorante cree que Valeria es una cantante de baladas, pero es más que eso, es una artista gigante.

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Su pasado en Attaque 77

-Los temas de Attaque 77, ¿cómo reparten la autoría?

-Depende la época. Hubo un tiempo donde Ciro (Pertusi) llegaba a la sala de ensayo con una idea y la desarrollábamos. Ahí era más confuso, porque la banda colaboraba y era uno de nosotros el que firmaba. Con el tiempo, esos roles se definieron más claramente, fue cuando comenzamos a grabar cada uno en su estudio y llegaba con el material avanzado.

Entre los hits que pueblan el historial de Attaque 77 es imposible no referir a “Hacelo por mí”, un hit que pegó fuerte en la década del noventa: “Es una armonía básica, de poquitos acordes, que surgió en mi mientras viajaba en colectivo. La tararee todo el viaje y, en la sala de ensayo, tomó forma y se transformó en una canción”.

- ¿Siempre es así la inspiración?

-Ahora voy en el auto y la grabo en mi teléfono.

-Cambia la forma, pero no el fondo.

-Exacto. Tengo cientos de audios guardados. Algunos de esos audios se transforman en canción, otros mueren ahí. Desecho mucho.

Reconoce que “Hacelo por mí”, siendo un tema impuesto, le cedió su nombre al programa de televisión de Mario Pergolini que se convirtió en un éxito: “Con Mario me siento medio pariente, me gustaría volver a conversar con él”.

Varios de los álbumes recibieron certificaciones de Oro y Platino. “Arranca corazones” es uno de esos tremendos títulos que calaron hondo en los fanáticos más fervorosos y también en las nuevas audiencias de ese tiempo. Martínez recorrió no solo Argentina, sino buena parte de Latinoamérica con su bagaje musical.

- ¿Qué fue lo más complejo de atravesar con Attaque 77?

-Adaptarnos a los tiempos y a las nuevas personas que íbamos siendo.

-La convivencia.

-A eso me refiero, empezamos a los 16 años, éramos adolescentes, a los 45 sos otra persona, tenemos parejas, hijos, nuestras vidas tomaron sus caminos. Y, en esa madurez, aparece la pregunta: “¿Por qué deberíamos hacer un nuevo disco? ¿La gente quiere escucharnos?”.

- ¿Cuál es el status actual de la banda? ¿Están separados?

-El grupo está inactivo, pero no sabemos por qué. Cada uno se dedicó a hacer algo diferente, todos veníamos haciendo cosas por fuera de la agrupación.

- ¿Fuiste vos el que le puso los puntos suspensivos a Attaque77?

-Venía sintiendo que el grupo necesitaba un freno, pero no sabía bien los términos, si era por un tiempo definido o para siempre; pero me daba cuenta que necesitábamos reformularnos como banda.

- ¿Puede existir un regreso a la actividad de Attaque 77?

-No lo descarto. No es el presente de mi vida, pero veo muchos grupos que vuelven y no está mal, pero, lo que estoy convencido en que el regreso no debe plantearse desde el negocio, aunque lo sea, sino desde lo humano. Los Ramones estuvieron de gira durante años, pero sin hablarse, y lo hacían porque su líder quería llegar al millón de dólares, aunque, en el fondo, se odiaban.

-Los Attaque 77, ¿se odian?

-Yo no odio a ninguno de mis compañeros, al contrario.

- ¿Se hablan?

-Es como en una familia, con algunos te hablás más, con otros no tanto.

Reconoce en Luis Alberto Spinetta, Vox Dei, Moris, Lito Nebbia y hasta en Sandro, la influencia primigenia para desarrollar su vocación. Luego descubrió a Sex Pistols, The Ramones y Los Violadores. “Escuchaba El tren fantasma con Omar Cerasuolo, toda esa música me explotó la cabeza”. Así como cita a nombres fundamentales, también reconoce que hoy, no son pocos los que se le acercan y le dicen “empecé a hacer música por vos”.

- ¿Qué te sucede ante eso?

-Me da pudor, pero también me llena de orgullo. Trato de entender que ese fue mi aporte.

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