Un grito de gol que nunca llegó
Las calles quedaron vacías. Las expectativas habían acelerado los corazones ante un nuevo partido de la Selección en el Mundial de fútbol. Pero no pudo ser. Ganó Alemania y chau al Mundial.
Estaba tan cerca… sólo era un partido más. Al menos así lo pensaban los más exitistas. Otros, en cambio, temían mucho al rival, por su historia ganadora. Cipolletti, como todo el país, quedó en silencio, cuando Argentina y Alemania salieron a la cancha.
Todos contenían el grito, que se esperaba fuera ensordecedor, como se lo merece un gol argentino. Pero el silencio nunca se rompió, 4 tantos anotados por los teutones dejaron mudos a los vecinos que a lo lejos acompañaron a los jugadores argentinos que fueron derrotados y no pudieron anotar.
En fechas anteriores del Mundial, el centro había estallado de alegría por los triunfos de la Selección. Entonces, todos se habían unido para celebrar: padres, hijos, tíos, abuelos, jóvenes, niños, adultos, autoridades, oficiales. Todos, de una u otra manera, estaban unidos por la alegría. Una esperanza contenida deseaba que el tiempo de la revancha se hiciera realidad y la Argentina derrotara a Alemania, en el camino hacia un nuevo título de campeón.
Una víspera que vio alejarse a Brasil del juego también había sumado expectativas. Los cariocas eran un fantasma que amenazaba con enfrentarse a la celeste y blanca en la final. Un último encuentro que también era deseado. Sin embargo, cuando la verde amarilla se fue del campo de juego, la copa parecía estar más cerca. Y para avalar el deseo, una cosecha triunfadora previa era el sostén.
Así fue que en la mañana de ayer todo era expectativa. Cada uno escogió un lugar para compartir la espera. Munidos con gorros, banderas, camisetas, vinchas y “vuvuzelas”, todos aguardaron y luego alentaron a la Argentina, en una parada brava. Las amplias calles quedaron casi sin circulación, los que pudieron cerraron sus negocios. Cualquier sacrificio era válido para el aguante a la selección nacional.
Tras la derrota, vino el silencio profundo, las miradas tristes y los gestos que expresaban la sorpresa de ver cómo el sueño futbolero quedaba, una vez más, sin poder plasmarse.
Ahora vendrán las críticas, los análisis, las reflexiones y los “consejos útiles”, todo lo necesario para curar las heridas y volver a creer y soñar con el título de campeón. La cita será dentro de cuatro años en Brasil. El fútbol da revancha.
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