Un arbolito que quedó en la historia de San Antonio
Un gualeguay que se erige al borde del río que ingresa al norte de San Antonio se ha convertido desde hace años en un punto de referencia geográfico y en un ícono de la historia del lugar, al extremo de ser reconocido internacionalmente.
Se lo conoce como “el arbolito de Salas”, en homenaje a Oscar Salas, un pescador ya fallecido que plantó seis ejemplares de la misma especie a fines de la década del 50 para lograr algo de sombra, dado que era un lugar completamente inhóspito y él lo había elegido para dejar su bote con el que navegaba el brazo de mar en busca de peces.
Su hijo Osvaldo tenía unos diez años entonces, y lo acompañó en sus incursiones.
Pese al paso del tiempo (tiene hoy 66 años) Osvaldo revela que aún tiene frescos los recuerdos de aquellos días.
Primero en un Ford “A” modelo 1928 y luego en un Dodge 1920, padre e hijo se dirigían a regar a los escuálidos seis arbolitos antes de embarcarse.
Tenían que transitar por huellas que apenas se notaban, y parte por el terraplén de las vías del ferrocarril que llegaban hasta el muelle situado en la Punta Verde, donde en 1910 desembarcó el presidente José Figueroa Alcorta y el electo Roque Sáenz Peña. Tanto las vías como el muelle ya no existen.
Osvaldo también tiene fijo en la memoria que su padre quería mucho a ese rincón de la costa, y lo consideraba como propio. Allí levantó una casilla de chapa y madera donde guardaban el bote. Varias noches se quedó a dormir, ya que el pequeño emprendimiento sufrió, en reiteradas oportunidades, el ataque de vándalos “que solo querían hacer daño”.
Con el transcurrir de los años ese lugar se convirtió en una especie de balneario, al que llegaban los lugareños atraídos por el incipiente bosquecito de gualeguay. El latir popular lo bautizó inmediatamente “el arbolito de Salas”, si bien eran media docena. Pero los dañinos, que existieron en todas las épocas, acabaron con cinco.
Esta historia ha sido contada cientos de veces por cronistas hasta del extranjero. Osvaldo casi ni recuerda de qué medios eran o de qué países. Sabe sí que fue para medios gráficos y televisivos. La fama llegó incluso a que Wikipedia incluya al paraje en su referencia a San Antonio Oeste.
A remo por la ría
Los Salas navegaban la ría en un bote impulsado a remo y usaban largas redes y una técnica artesanal que se utilizaba antes, y que sólo unos pocos actualmente la continúan. Consistía en instalar en la orilla a uno de los pescadores sosteniendo con sus manos firmemente la red -de más de 120 metros de largo-, mientras el compañero sobre el bote remaba aguas adentro extendiendo la malla. Debía recorrer en semicírculo, para salir de nuevo a la costa. En su camino capturaba peces como pejerreyes, róbalos, lisas, lenguados y sargos, los que llevaban a la venta en un carrito, después de limpiarlos, casa por casa, en el pequeño poblado.
Si bien era sacrificado impulsar la embarcación, tanto Oscar como la mayoría de sus hijos conocieron el cauce, que en marea alta tiene un sinfín de recovecos. Ellos sabían dónde realizar sus lances y dónde encontrar cada especie.
El negocio de la venta de pescado fue próspero en una época, y proyectaron un saladero a metros del arbolito. Construyeron cimientos de material y otros avances, pero de a poco algunos intrusos lo fueron destruyendo, hasta que abandonaron la iniciativa.
Osvaldo luego de cumplir con el servicio militar se embarcó en buques de pesca, hasta que se jubiló. Su padre siguió cumpliendo con su rutina pesquera, hasta que los años se lo impidieron. Pero dejó su huella y hoy es de todo San Antonio.
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