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Montecino pidió perdón y clemencia

En la última audiencia previa a la sentencia, prevista para el martes, el supuesto líder del clan narco habló para disculparse "con la Justicia y la sociedad". También lo hicieron otros 7 imputados.

En su mayoría, los acusados se mostraron arrepentidos, pidieron piedad y hasta se preguntaron de qué se los acusaba. Una mujer dijo ser inocente.

Neuquén > Las últimas palabras de ocho imputados pusieron ayer fin al juicio por tráfico de droga contra la familia Montecino y sus vínculos en el Alto Valle. Con su relato intentaron humanizar el proceso. Evocaron el drama que viven en el encierro, separados de sus hijos; o en libertad, con el estigma de “narcos” en la calle, la escuela, el trabajo y a través de los medios de comunicación.
Hubo un imputado arrepentido. Otros reconocieron haber cometido “un error” y pidieron misericordia. Está el caso de dos mujeres que dicen que no entienden de qué se las acusa. Otra se declaró abiertamente inocente. Varios se quebraron y el ataque inesperado que sufrió una detenida interrumpió la audiencia.
En la recta final, la sorpresa fue Héctor Montecino. El hombre que eligió el silencio al inicio del debate, ayer no se quedó callado.
Sorprendió cuando dijo que sí al tribunal, que iba a hablar, y mucho más cuando se reconoció culpable. No le tembló el pulso ni la voz. Se lo vio tranquilo.
A una semana de conocer la sentencia de los jueces, dijo: “Quiero pedir perdón a la sociedad y la Justicia, me encuentro profundamente arrepentido”.
También pidió a los jueces “clemencia” para su madre Yolanda Esparza Flores, y que dicten una “sentencia ajustada a derecho”.
“Pido respetuosamente a este excelentísimo tribunal que analice las violaciones a las garantías individuales, y que examine si había motivos de sospecha suficientes cuando se ordenaron las intervenciones telefónicas que me adjudicaron”, agregó.
Fernando Soto fue otro de los acusados que ayer reconoció que cometió “un error”, y a esto agregó: “Como lo puede cometer cualquier ser humano”.
También dijo que tiene un hijo de un año y diez meses, y por él pidió a los jueces “un poco de piedad, para que esté lo antes posible en la calle”. El niño vive en la casa de su abuela y se cría y mantiene con lo que su padre gana en la cárcel.
Otras mujeres del entorno de Montecino pidieron la palabra para decir que no entienden de qué se las acusa. “El fiscal dice que por almacenamiento, pero no me encuentran (estupefacientes). En ese momento, en mi casa no había droga”, afirmó Carina Domínguez, la pareja de Héctor.
Como otras mujeres, ella también tiene un niño de 6 años con discapacidad pulmonar. “Ténganlo en cuenta. Él me necesita, y yo también. Me quedan dos operaciones pendientes con él”, señaló al tribunal.
Jéssica Montecino, hija de Héctor, pidió que se considere su situación de “mamá soltera”. “Tengo un hijo de 5 años, soy madre y padre para él, su único sostén”, indicó. Y agregó: “Si cometí errores, los estoy pagando”. Ahí se quebró, y pidió de nuevo a la Justicia que “tenga consideración al momento de la sentencia, por favor”.
Dijo que transitó el juicio sin entender de qué se la acusa. “El fiscal repitió escuchas –añadió- pero nadie me dijo que conducta habría cometido, qué día y a qué hora”.
La escena fue dramática con Olga Jorquera, la mujer acusada de acopiar droga a pedido de Héctor, en su casa de la calle Perú.
Ella apuntó a su enfermedad. “Sufro epilepsia nerviosa desde los 44 años. Me golpeé varias veces en la cárcel, cuando me agarran los ataques me orino, la boca la tengo a la miseria. Quiero estar con mi familia, mis hijos, mis nietos y mi marido en mi casa”, relató.
Cuando regresó a su lugar, sufrió uno de esos episodios en público. Hubo gritos desesperados de su hija, que fue a verla y pedía ayuda, policías y abogados que iban y venían. A ella se la trasladó a un baño, donde tuvo convulsiones. De ahí salió en una camilla, y recién entonces se reanudó la audiencia.
Con Jorquera, el debate puso fin al descargo de los imputados cipoleños. Leopoldo Belmar Castro, Jorge Seguel y su hijo Diego, Irma Betanzo (ex esposa de Héctor), Fiofania Ruskoff (la amante), Romina Montecino (hija), Yolanda Esparza Flores (madre), Luis Linares, Daniel Reyes y Héctor Soto, prefirieron el silencio. Incluso Ruth Montecino, quien había declarado y respondido preguntas de las partes. En esa oportunidad, negó integrar una banda.
 
De Centenario
Los tres restantes que hablaron proceden de Centenario, y en realidad, fueron los primeros que lo hicieron. Miguel Ángel Nacimiento, que caratuló la causa con su nombre, recordó la vida de trabajo que heredó de sus padres y replicó en Buenos Aires, donde nació, y luego en Centenario.
“Me gané la vida trabajando, con sacrificio y desde abajo, para que el día de mañana pueda dejarle algo a mis hijos”, sostuvo.
Dijo que la pesadilla comenzó para él cuando se vio involucrado en esta causa por narcotráfico. “Empecé a tener problemas con mis hijos, nunca más pude tener un trabajo digno de recibir un recibo, ni frecuentar los mismos lugares”, indicó.
Pidió al tribunal “una oportunidad” para conseguir un trabajo y levantar a su familia. Su esposa Edith Montecino solicitó lo mismo.
Se presentó al tribunal como una persona “común y corriente”. Mamá de cinco mujeres, la más pequeña tiene seis meses. “Madre presente en el colegio de mis hijos”, dijo. Aunque advirtió que las dos mayores se fueron a la casa de su abuela y abandonaron la escuela. “Todo esto nos ha perjudicado de gran manera como familia y mis hijas tuvieron muchos problemas por esto”, expresó.
Daniela Vanesa Montecino, pariente de ella, declaró “soy inocente de la acusación que se me imputa”. También es madre soltera de tres menores. “No me separen de mis hijos, dependen de mí”, manifestó al tribunal. Y pidió que consideren la mala situación económica que atraviesa, y su depresión.

“Esta fiscalía no actúa bajo presión”

Fue parte de la réplica del fiscal Marcelo Grosso. Luego, la defensa encaró la dúplica.
 
Neuquén >
“En 32 años de ejercicio jamás actué bajo presión. He cumplido con mi deber. Me habré equivocado, pero mi actividad se fundó siempre en la libertad e independencia de criterio”. Con estas palabras respondió el fiscal Marcelo Grosso a la defensa, que habló en sus alegatos de causa “inflada”, “pretensiones extraprocesales”, “condimentos políticos”, “derecho penal del enemigo”, “excesos estatales” e “irregularidades” en el accionar de la Policía neuquina.
A su turno, Luis Vincenty  dijo “no tengo dudas sobre la integridad moral del fiscal” y le hizo saber el “respeto profesional” que le tiene. Pero eso, indicó, no implica sostener que “las circunstancias que rodean a este juzgamiento son particulares”.
“Hay una mediatización evidente, opiniones de funcionarios encumbrados. El gobernador -Alberto Weretilneck- sin conocer el caso en profundidad y ser abogado ha pedido condenas ejemplares. Existen ruidos externos al proceso, y esto es innegable”, sostuvo el letrado particular.
El defensor oficial Pablo Matkovic también se disculpó con el fiscal y expresó: “Si algunos de mis colegas se sintió agraviado no puedo más que rectificarme”. Aunque como su par hizo mención a la presión indirecta sobre este juicio.

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