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Impulsores del comedor Ubuntu Ferri buscan conformar una fundación

La actual organización asiste con alimentos a un número cada vez mayor de personas. Además, despliega otras iniciativas solidarias. Ante las dificultades sociales que se acentúan, quieren contar con un reconocimiento jurídico que amplíe su acción.

Las personas que a diario trabajan para mantener en funcionamiento el comedor y merendero Ubuntu Ferri cada vez tienen que desarrollar más actividades e iniciativas para hacer frente a las necesidades de las familias asentadas junto a las viejas vías que antes comunicaban con Cinco Saltos. Para hacer frente a los mayores desafíos, afinan detalles para convertir el equipo que han conformado en una fundación, lo que les permitiría ampliar su capacidad de respuesta a las necesidades de la población.

En la actualidad, el comedor está brindando porciones diarias de comida a 246 personas, cuando en tiempos no tan lejanos no llegaban al centenar. Obviamente, la pandemia y la crisis económica han golpeado con crudeza a los sectores más vulnerables de la sociedad cipoleña, entre los que se cuentan quienes viven junto a los rieles, en Ferri.

Pero la actual organización que lidera Mónica Genen no solamente asiste con comida elaborada a la gente que lo necesita. Cada 15 días, o incluso menos, entrega módulos alimentarios a las familias más carenciadas, que así cuentan con algunos productos básicos para poder subsistir.

Además, se tiene a disposición un botiquín con productos farmacéuticos básicos y que no pueden ser adquiridos por los más pobres. Pero allí no queda todo, puesto que también se hacen gestiones para comprar medicamentos muy caros, fuera del alcance de los magros bolsillos de los pobladores. Y se procura que reciban atención, y hasta se los acompaña a los consultorios, a pacientes que requieren de asistencia médica.

Genen fue categórica en cuanto a que para el funcionamiento de su comedor y el cumplimiento de las demás tareas solidarias que se llevan adelante lo fundamental es el aporte generoso de muchos cipoleños. La contribución pública, que se agradece y siempre resulta necesaria, es mucho menor. Por ejemplo, la mercadería que brinda el Municipio para la preparación de comida no duraría más de 10 días, por lo que la ayuda de la comunidad es clave para atender los 20 días restantes del mes.

En este contexto de mayores demandas de una población castigada por la falta de trabajo, las restricciones pandémicas, los bajos sueldos y la alta inflación, la dirigente y sus colaboradores están transitando el camino para constituirse en una fundación solidaria. Con personería y el respaldo jurídico que así aspiran a conseguir, podrán ensanchar su poder de actuación y ampliar aún más el horizonte del trabajo social que están desplegando.

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