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El recuerdo de un bandoneonista

Milongueando, los tangueros rendirán un homenaje a Aníbal “Pichuco” Troilo, quien con su “fueye” estableció un estilo inigualable que lo convirtió en referente del dos por cuatro.

La fiesta será para recibir el Día Nacional del Bandoneón, que llegará mañana, conmemorando el natalicio del músico.
 
Con la nostalgia en el alma y los zapatos lustrados para “sacarle viruta al piso” se reunirán esta noche los tangueros de corazón en el salón ubicado en Yrigoyn 162, a las 21. La fiesta cuyo nombre es Milonga en Orsai tiene el propósito de celebrar el natalicio de uno de los músicos que definió su camino y su estilo, creando una leyenda. Se trata de Aníbal “Pichuco” Troilo, en cuyo honor se decidió crear el Día Nacional del Bandoneón, en coincidencia con su natalicio, el 11 de julio. El valor de la entrada es 15 pesos. Además, habrá servicio de bufet y cantina, con precios accesibles.
Los responsables de marcar el paso de la velada serán la orquesta San Telmo y el cantante Ángel Estanca, dándole ese toque arrabalero que no debe faltar en los encuentros donde la música de los suburbios porteños se apodera del ambiente.
El abasto fue testigo de la llegada a este mundo de Aníbal Carmelo Troilo, el 11 de julio de 1914. Con apenas 8 años quedó huérfano de padre, debiendo buscar otros hombres la figura paterna.
 
Historia de un mito
Siendo niño comenzaron a perfilarse sus dos pasiones, el fútbol y el bandoneón. Sin embargo el instrumento los conquistó, después de haberle rogado a su madre que le comprara un regalo que marcaría su vida.
La fama lo encontró siendo chico, cargando con “Pichuco” como apodo familiar se presentó en los primeros escenarios a los 12 años. Su primer espectáculo se dio en un evento benéfico del Petit Colón, un cine del barrio del Abasto. A pedido del dueño del cine, pasó a integrar la orquesta estable del mismo.
Su talento no pasó inadvertido y en 1930 se unió al conjunto Vardaro-Pugliese, que daba espectáculos en el Metropol de la calle Lavalle. La agrupación estaba integrada por Osvaldo Pugliese al piano, Alfredo Gobbi y Elvino Vardaro en violines, Miguel Jurado y Aníbal Troilo en bandoneones y Luis Adesso en contrabajo.
Dos años después se unió a Julio De Caro. En 1933, la incipiente cinematografía argentina lo sumó a sus huestes, Troilo participó en la película Los tres berretines, en un trío con José Maria Rizzutti en piano y Vicente Tagliacozzo ejecutando el violín.
Con un crecimiento imponente, el poeta Julián Centeya lo bautizó como "El Bandoneón Mayor de Buenos Aires". Su talento y creatividad dieron vida a 60 tangos, entre los que se encuentran “Pa’ que bailen los muchachos”, “Sur”, “Discepolín”, “Milonga del mayoral” y "La última curda”. Cuenta la historia que era incansable con su pasión, tras la muerte de Homero Manzi, una noche interrumpió un juego de Bacarat para aislarse y componer “Responso”, un lamento que está catalogado como uno de los tangos más brillantes de todas las épocas. Si bien Troilo lo grabó solía negarse a interpretarlo, por respeto a su antiguo amigo.
Además de su talento musical, su juventud y personalidad fueron ingredientes que siempre le abrieron las puertas, características que fueron elogiadas por sus pares a la hora de recordarlo.
El "Bandoneón Mayor de Buenos Aires" murió el 19 de mayo de 1975 en el hospital Italiano, a causa de un derrame cerebral y sucesivos paros cardíacos.

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