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El fin de un nuevo sueño

(Especial Alfredo Celani para La Mañana Cipolletti online)

Cipolletti.- Duele perder, pero más aún por la forma en que produjo esta eliminación de un Mundial donde todos apostamos a la ilusión. Hasta los más críticos de este proceso futbolístico de la selección creyeron que podía ser posible. Esperanza que, inclusive, pareció agigantarse el viernes cuando se fue de la competencia el adversario al que seguramente más se temía: Brasil.
Pero así es el fútbol. El gozo, íntimo en algún caso, porque sacaron a los pentacampeones del certamen, se hizo trizas 24 horas después, con esta derrota dura, categórica y hasta impiadosa a la que nos sometió Alemania. Un gran equipo, sin dudas, el germano. Y que ganó en su ley; con lo mejor que es capaz de hacer.
Tristeza y dolor. Ambas cosas confluyen en el ánimo cuando hay que tratar de entender esos noventa minutos de allá, en Ciudad del Cabo, una ciudad que dicen que es hermosa.
Argentina no pudo avanzar a las semifinales y esto suma una nueva frustración. Habrá que seguir esperando, ahora 28 años más, para poder disfrutar de la máxima conquista, al fin y al cabo el objetivo que se había propuesto una vez más.
Y esta selección cayó en su ley. Cuando alguno pudo imaginar que frente a un rival temible como Alemania que había demostrado el poderío de su juego dinámico, potente y letal, la estrategia podía tener alguna variante, Maradona se mantuvo en sus cabales. ¿Relativizó al adversario? Si fuese así, un riesgo que no debería volver a correr.
Esas que, en la conferencia de prensa, dijo que marcan un estilo de fútbol que gusta a los argentinos. Es cierto, el de jugar bien. Pero también a la gente le gusta ganar; si bien no siempre a cualquier precio, pero sirve para festejar.
La lección que dio Alemania debe servir para el futuro.
No es cuestión ahora de revertir lo dicho y cuestionar lo que pasó en un partido. Esta selección tuvo como insignia practicar un juego netamente ofensivo. Se apostó a jugadores capaces para eso. Pero no fue suficiente. Es más, por primera vez en el torneo Argentina no anotó goles y tampoco tuvo oportunidades tan claras como en otras ocasiones. Hasta podría decirse que el arco alemán no tambaleó en ningún momento.
Y esa sequía en un partido agudizó los otros problemas que los triunfos disimularon en los cuatro partidos anteriores.
En la previa a este choque -que La Mañana online publicó el viernes-, este escriba temió que el talón de Aquiles no iba a ser la defensa, sino la mitad de la cancha. Y fue así. Alemania dominó ese sector y ello le permitió descargar con fiereza su ataque. Nos hizo cuatro y tuvo chances para uno o dos más.
Llegará el momento del análisis y la reflexión. El turno para saber si cuatro centrales es lo ideal, o lo mejor, para armar una defensa. Si no fue demasiado aventurado dejar sólo a Mascherano para la contención en el medio. O si no faltó incluir a alguna pieza que pudiera haber evitado los graves problemas que Argentina mostró en la línea de fondo, especialmente por el costado derecho.
Para colmo, no hubo generación de fútbol, los de punta no gravitaron y la gran estrella como Messi en la que se depositaron las mayores esperanzas, faltó a la cita cuando más se lo esperaba.
Despedida y desilusión. Derrota con goleada que se añade a la lista de las grandes frustraciones de Argentina en los mundiales.
La vuelta es con las manos vacías y el desencanto y la tristeza es de todos, sin excepción.
Una gran pena.

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