Actores protagónicos en Cipolletti
Estu Gutiérrez y Goldo Sáez son responsables, en un alto porcentaje, del alza deportivo de un Albinegro que aún sueña con clasificarse, luego de coquetear con la zona del descenso en el Torneo Argentino A.
Al borde del abismo futbolístico llegó a estar Cipolletti. Tras la derrota en Lincoln contra Rivadavia el domingo 27 de febrero, el equipo dirigido por Lorenzo Frutos quedó último, debiendo enfrentarse en La Visera a Villa Mitre.
En menos de una semana todo cambió para el Albinegro, la victoria ante el Tricolor, cuatros goles y un fútbol fluido despertaron la ilusión, sobre todo después del éxito consecutivo el domingo ante Huracán de Tres Arroyos, de la mano de dos jugadores formados en el club, con historias parecidas e idénticas dificultades para mostrarse con la camiseta de sus amores.
Manuel Gutiérrez ha sido quien más ha penado en este sentido. Material de recambio durante años para Domingo Perilli, se marchó cuando llegó Marcelo Yorno a Independiente de Neuquén donde jugó poco y lejos del mejor nivel.
A Frutos nunca le disgustó, pero las 4 plazas del verano no contemplaban el nombre del Estu, sino el del brasileño Robson que arribó con toda la parafernalia y tuvo que despedirse sin siquiera entrenar una vez. Cosas de representantes del Siglo XXI.
Henry Sáez sufrió las mismas vicisitudes para calzarse la camiseta “9”. Pisó la capital neuquina para encontrar su mejor versión en el Rojo (no resultó), volvió a la Liga Confluencia con la camiseta de Fernández Oro (se lesionó mucho y jugó muy poco) y cuando parecía que el último vagón de su tren se escapaba aceptó el reto de irse a jugar a Catriel.
Con los “petroleros” explotó, marcó 27 goles en el último Clausura doméstico y estableció un récord de efectividad para los torneos cortos. Al asumir, Frutos lo pidió, abrió las puertas para su regreso cuando todos los zonales andaban tras sus pasos y relegó a Ezequiel Petti que terminó emigrando a Alvarado. “Estoy feliz por haber vuelto a mi casa”, dijo entonces el atacante que completó toda la pretemporada y se puso a tono rápidamente con sus compañeros.
Le llevó cuatro partidos encontrar su primer grito en la vuelta. Fue en Pergamino, contra Douglas Haig, cuando ya había dejado de ser titular y algunas voces comenzaban a desvalorizar su aporte.
Con el del último domingo ante Huracán suma cinco gritos sagrados en su cuenta personal, es uno de los máximos anotadores de 2011 en la divisional y otra de las claves en la levantada, una racha de victorias que ha reanimado a Cipo para luchar hasta el final por seguir ilusionado con seguir jugando ante los mejores.
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